Esta mañana se ha confirmado el fallecimiento de Ana María Martín Villegas, doña Ana, madre de Isabel Pantoja. Una noticia que se ha hecho eco enseguida ya que, a pesar de haber sido dada de alta tras pasar una grave crisis en su salud, no ha podido superar una enfermedad degenerativa que llevaba arrastrando varios años.

Doña Ana ha constituido durante años la encarnación de la madre de la artistas. Mucha literatura se ha construido en torno a las madres de nuestras folklóricas. Alimentadoras del ego de sus hijas, cancerberas de su virtud y las más avezadas negociantas de contratos. Algunas madres de artista han hecho tanta historia como sus descendientes. Fue el caso de 'doña Salvaora', la madre de Estrellita Castro, o de la progenitora de Marujita Díaz que llegaba a abroncar a los directores de cine cuando pedían a la artista que repitiese alguna escena. 

En los últimos años ha sido doña Ana quien se ha convertido en una sombra casi perenne de su hija Isabel Pantoja. Ana Martín nació hace 90 años en Sevilla y era conocida en su juventud como Ana 'la melones', hija de 'el lechuga', conocido tendero de una frutería en el mercado de abastos de la capital hispalense. Ana, en su juventud, también quiso ser artista y tuvo un fugaz paso como bailarina por la compañía de Juanita Reina. 

En 1952 se casó con Juan Pantoja, alias 'Chiquetete', miembro del grupo musical Los Gaditanos, cuyo mayor éxito fue Qué bonita que es mi niña, canción dedicada a una recién nacida Isabel Pantoja. Desde su boda se dedicó 'la melones' a la crianza de sus cuatro hijos: Juan, Bernardo, Isabel y Agustín. La única niña fue siempre su ilusión y su obsesión era que triunfara allí donde ella no pudo: las tablas de un escenario. 

A los siete años la lanzó a las tablas en un homenaje a Juanito Valderrama y Dolores Abril. Era 1963 y se comenzaba a escribir la historia artística de Isabel Pantoja. Tras unos curiosos inicios en Mallorca en 1970 que ya contamos en Elcierredigital.comtras la muerte de Juan Pantoja Isabel se traslada con su madre y su hermano a Madrid con un contrato para actuar en El Corral de la Morería. Desde ese momento, doña Ana se convirtió en la fiel guardiana de Isabel en su difícil camino al estrellato. Tanto aparecía en la prensa que se hizo tan popular como su hija. 

Junto a ella presenciaba los estrenos y, sobre todo, fue su carabina durante su noviazgo con Paquirri. Tanta popularidad adquirió que un gira de su hija con Martes y Trece, en su etapa de trío, éstos convirtieron la parodia de doña Ana en el número fuerte del show. Cuando su hija se quedó viuda, allí seguía doña Ana. Asistiendo a su reaparición en el Teatro Cervantes y como compañera en sus largas giras por América. 

La única etapa en la que hubo cierto alejamiento entre madre e hija fue cuando la tonadillera estuvo unida a Encarna Sánchez. Sin embargo, tras ese periodo retomaron su estrecha relación. 

Con el paso de los años, conforme otros nombres del clan se iban haciendo populares, se iba desdibujando la imagen de doña Ana. Cada vez más lejana y aquejada de problemas de salud, encerrada en la finca la Cantora. La salud de doña Ana ha sido en los últimos tiempos la gran obsesión de Isabel Pantoja. Para muchos, la frágil de la que fuera conocida como 'la melones' era lo único que ataba aún a Isabel Pantoja a Cantora. Ahora, con el fallecimiento de 'doña Ana', la tonadillera pierde uno de sus grandes apoyos y el principal motivo de su mutismo y enclaustramiento en la finca que heredó de Paquirri.