La Casa Real ha hecho saber este miércoles que la reina doña Sofía se encuentra ingresada en un hospital de Madrid desde la noche del martes por una infección urinaria. Según ha trascendido, la monarca se encuentra en observación en la Clínica Ruber Internacional de la capital por un problema en el tracto urinario que ha provocado su ingreso.

Aunque a lo largo de la mañana de este miércoles no ha habido mucho movimiento en las inmediaciones del hospital, a primera hora de esta tarde (sobre las 16.50 horas) ha llegado el Rey Felipe VI solo en su coche –tal y como indican testigos a elcierredigital.com– para visitar a su madre.

Felipe VI llega en coche a la Clínica Ruber para visitar a Doña Sofía. / Foto: Javier Carrascosa.

El monarca ha hecho su aparición en solitario, entrando por la puerta principal como si se tratara de uno más, y ha comentado en declaraciones a los medios: "Está muy bien, animada y con ganas de que le den el alta".

Sofía de Grecia, de 85 años, se encontraba en Madrid después de asistir a la mediática boda del alcalde de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo, donde también se pudo ver a otros miembros de la Familia Real como el Rey Emérito Juan Carlos I, y a la misa funeral por Fernando Gómez-Acebo.

Precisamente, fue tras este funeral cuando Juan Carlos I se despidió de sus familiares para dirigirse al Aeropuerto de Barajas, donde desde la Terminal Ejecutiva tomó un vuelo privado de vuelta a Abu Dabi.

El Rey Felipe VI accede a la Clínica Ruber por la entrada principal esta tarde. / Foto: Javier Carrascosa.

En estos momentos, Doña Sofía se estaría recuperando de su infección de manera favorable y rápida, según las informaciones compartidas desde el Palacio de la Zarzuela, por lo que podría recibir el alta en las próximas horas.

La reina discreta

Si hay un adjetivo que define a la perfección a la reina Emérita es la discreción. Doña Sofía nació en 1938 en la localidad griega de Psykhikó y se crió lejos de los privilegios que le correspondían como princesa de los helenos. Junto a su familia, tuvo que marchar al exilio donde residió en hogares que nada tenían que ver con el Palacio de Tatoi.

La primogénita de Pablo y Federica, los reyes de Grecia, se convirtió en una de las princesas de la nueva generación de herederos europeos y por ello, era necesario un matrimonio. Fue a bordo del Agamenón donde conoció a su futuro marido y padre de sus tres hijos, el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón. El flechazo fue inmediato y los jóvenes culminaron su romance con una gran boda celebrada en 1962 en Atenas. A principios de la década de los sesenta, ambos se instalaron en el Palacio de la Zarzuela, comenzaron a acercarse al pueblo español para ganarse su apoyo y formaron una familia junto a sus hijos, las infantas Elena y Cristina y el entonces príncipe Felipe. Las jornadas familiares en Zarzuela parecían idílicas, aunque en realidad, no era así.

Doña Sofía junto a don Juan Carlos.

Al fijarse en doña Sofía, don Juan Carlos tenía claro que iba a pasar por el altar con una mujer elegante, discreta y cuyo saber estar era encomiable, lo que le daba tranquilidad para hacer gala de la personalidad Borbón. Durante la década de los noventa, don Juan Carlos comenzó a aparecer en la prensa amarillista por sus primeros (y conocidos) romances extramaritales con mujeres como Marta Gayá o sus coqueteos con las tramas de corrupción en Suiza.  

La sucesión de estos hechos minaron la popularidad de la Corona Española y desgraciadamente para doña Sofía fueron un quebradero de cabeza. La reina Emérita ha hecho de tripas corazón y se ha mantenido al lado de Juanito, a pesar de los continuos escándalos en los que se vio implicado. 

Ahora, doña Sofía espera su completa recuperación en la Clínica Ruber Internacional en Madrid ante su infección urinaria de la que evoluciona favorablemente.