La Audiencia Provincial de Murcia condenó a ocho años de prisión a Mauro F., un hombre de 57 años y de origen ecuatoriano, por haber abusado de un niño de doce años simulando un ritual para quitarle el mal de ojo, según ha señalado el medio La Verdad.

El hombre admitió que había sometido al menor a tocamientos además de haberle practicado sexo oral. Su reconocimiento de los hechos hizo posible un acuerdo entre la Fiscalía y el letrado de la defensa, Antonio José Lucas Hernández, que rebajó su condena, pasando de trece años a ocho.

El tribunal, que dictó la sentencia ‘in voce’ (adelanto del fallo de la sentencia), le impuso además a Mauro una medida de libertad vigilada durante diez años y una inhabilitación para trabajar o realizar actividades con menores durante cinco años, tal y como había solicitado el Ministerio Público.

Además, el condenado deberá afrontar una orden de alejamiento y comunicación con el niño al que abusó desde que recobre la libertad. La madre del niño renunció durante la vista a cualquier indemnización que pudiera corresponderle. ‘’A nosotros no nos interesa el dinero’’, reconoció.

Un huevo y ramas de tomillo

Los hechos se produjeron en abril de 2017, cuando el niño, con el que el condenado mantenía una relación familiar, acudió a la casa de este, en una pedanía de Abarán (Murcia), en compañía de su madre, para someterse a un ritual y quitarle un supuesto mal de ojo que tenía.

Abarán (Murcia) | Maps

Según explica la Fiscalía, en su escrito de conclusiones, el menor estuvo acudiendo al domicilio del condenado para que le realizara rituales basados en esta superstición. En concreto, Mauro llevaba a cabo una ceremonia consistente en pasar por el cuerpo de la persona un huevo de gallina y ramas de romero al tiempo que, de forma aleatoria, lanzaba agua de colonia, que previamente había ingerido, sobre el cuerpo de la persona.

Sexo oral a solas

Mauro se quedó sólo con el niño en una habitación para realizar el ritual. Mientras tanto, en el salón de la casa, esperaba la madre con una familiar con la que el condenado había mantenido una relación.

El hombre reconoció que aprovechó ese momento de soledad, en el que el niño se encontraba semidesnudo, para mostrare a la víctima tres carátulas de películas pornográficas. Después, comenzó a someter al niño a diversos tocamientos y le practicó sexo oral. ‘’Mi hijo salió llorando de la habitación y se abrazó a mí’’, explicaba la madre de la víctima.

Los abusos se vieron interrumpidos cuando la familiar del menor decidió tocar a la puerta, que se encontraba cerrada con pestillo. La madre de la víctima explicó a los magistrados de la Audiencia que al principio el niño no quería contar nada.

Fue la familiar acompañante la que le logró sacarle una confesión de lo ocurrido durante una conversación privada. ‘’Le escuché decir ‘a la cárcel vas’’’, detallaba la madre.

El menor también declaró el mismo martes durante la vista ante la Audiencia, aunque, por petición expresa del fiscal, lo hizo a puerta cerrada y por videoconferencia desde otra sala del juzgado.