Hace cinco años salía a la luz que Francisco Javier García Marín, alias el Cuco, y su madre eran procesados por falso testimonio en el juicio por el asesinato de Marta del Castillo celebrado en octubre de 2011. Ante el Juzgado de lo Penal nº7 de Sevilla ambos admitieron haber hecho una falsa declaración. Por ello fueron condenados a dos años de prisión en 2022. Ahora, la Audiencia de Sevilla ha revocado la condena y ha absuelto al Cuco y a su madre.

La declaración falsa del Cuco consistía en afirmar que cuando asesinaron a la chica él estaba con unos amigos. Tras la quedada, volvió a casa y se quedó ahí. Su madre corroboró su coartada, afirmando que cuando llegó de madrugada al domicilio, el Cuco se encontraba acostado en su cama.

El tribunal ha absuelto al joven acusado al considerar que la figura del testigo-coimputado no se encuentra regulada legalmente y, por tanto, no se han determinado por el Tribunal Supremo las consecuencias de faltar a la verdad en su declaración.

Asimismo, ha absuelto a la madre porque “no mintió en cuestiones trascendentales” para la resolución del asunto y, además, no fue advertida de la dispensa de no contestar a preguntas que pudieran perjudicar a su hijo.

Rosalía García y Javier García Marín, 'El Cuco', en el juicio por falso testimonio.

Rosalía García y Javier García Marín, el Cuco, en el juicio por falso testimonio.

En una conversación con elcierredigital.com el presidente de SOS Desaparecidos, Joaquín Amills, señala que “son sentencias que la gran mayoría de la sociedad no entiende. Es incomprensible que queden absueltos quienes han mentido de forma escandalosa e inhumana ante un tribunal y que fueron condenados por ese motivo. Lo único que consiguen es generar más dolor a los padres y la familia de Marta del Castillo. Cuando entramos en esa forma de proceder que va más allá del sentido común se le hace un flaco favor a la sociedad”.

“Demasiadas veces asistimos a sentencias totalmente contradictorias que nadie puede llegar a entender desde la parte de defender y buscar la verdad. Si mentir a un tribunal para ocultar unos hechos delictivos no merece un castigo, no entiendo nada. Como presidente de SOS Desaparecidos quiero mostrar mi total solidaridad con la familia de Marta del Castillo y con toda la sociedad que entiende que precisamente la justicia está para servir a la verdad”, concluye Joaquín Amills. 

La vida del Cuco tras salir del internamiento

El 24 de enero de 2009 Antonio del Castillo y Eva Casanueva acudían a las autoridades para denunciar la desaparición de su hija, Marta del Castillo. Tenía 17 años y la tarde de antes había quedado con su exnovio, Miguel Carcaño, para “aclarar algunas cosas”. Finalmente, la justicia condenó a Miguel Carcaño y al menor de edad Francisco Javier García Marín, alias el Cuco. Francisco Javier Delgado, hermanastro de Carcaño, su novia María García y Samuel Benítez fueron absueltos por falta de pruebas. A día de hoy el cuerpo de Marta sigue sin aparecer.

El día en que ocurrieron los hechos el Cuco tenía solo 15 años. En marzo de 2011 el Juzgado de Menores número 3 de Sevilla le consideró culpable de un delito de encubrimiento y se le condenó a dos años y once meses de internamiento en régimen cerrado. Tras cumplir su condena trató de recuperar su vida en la localidad francesa de Rognac. Allí se estableció junto al otro investigado en el caso, Samuel Benítez.

Marta del Castillo.

En Francia trabajó como modelo y mozo de almacén. Se creó un nombre ficticio en redes sociales donde mostraba su nueva vida con nuevos amigos. El padre de Marta, Antonio del Castillo, no tardó en descubrirles y reveló la ‘nueva vida’ de ambos.

En el país galo Francisco conoció a su actual pareja. Tras salir a la luz su nueva vida el Cuco volvió a Sevilla para vivir con su madre y su pareja en el domicilio familiar. Actualmente tiene 30 años y tiene importantes problemas para encontrar trabajo. Hasta ahora, ha vivido del sueldo de su madre. Tras sus primeras rencillas lleva tiempo apartado del foco mediático.

La vida de Miguel Carcaño, el único condenado por el crimen


El único mayor de edad condenado por el crimen fue Miguel Carcaño, que recibió una pena de 21 años y 11 meses de prisión. Desde que entró en prisión, Carcaño ha mostrado buen comportamiento y no ha protagonizado incidentes con el resto de los reclusos del centro. Desde 2013 se encuentra en el Centro Penitenciario Herrera de la Mancha (Ciudad Real), pero antes pasó un tiempo interno en la cárcel de Morón de la Frontera, en Sevilla.

Allí vivía con todas las comodidades y disfrutaba de ciertos lujos, como ver sus programas favoritos en una tele de plasma o hacer deporte en la piscina del penal. Además, Carcaño recibía regalos y cartas de admiradoras. Sin embargo, la vida del preso cambió en esta nueva prisión.

Miguel Carcaño.

Actualmente, Carcaño trabaja como panadero en prisión, dado de alta en la Seguridad Social y con un sueldo de 430 euros mensuales, lo que ha hecho que cambie su estatus (y economía). Tal y como informaban fuentes penitenciarias, “tiene un comportamiento muy bueno” y se encuentra cumpliendo su pena en “el módulo 2 de la prisión”, denominado “de respeto”. Esto significa que los presos que se encuentran allí cumplen unas “normas de conducta, limpieza y convivencia” y siguen una organización “bastante rigurosa”.

Además, varios medios apuntan que Carcaño, que tiene novia, pretende formar una familia con ella en cuanto salga de prisión. Es su principal plan. Su salida de la cárcel está prevista para el próximo 8 de mayo de 2030 si no obtiene beneficios penitenciarios. Por el momento, tal y como apuntan diversos medios, no está consiguiéndolos. El asesino confeso de Marta del Castillo ha pedido al menos 30 veces salir de prisión, pero todas y cada una de ellas han sido denegadas.

Al formar parte del segundo grado penitenciario, Carcaño tendría derecho a pasar 36 o 48 días al año fuera de prisión “como preparación para la vida en libertad”. Sin embargo, el hecho de que el cuerpo de Marta no haya aparecido puede haber influido en los informes necesarios para conceder estos permisos, que han determinado que no reúne los requisitos para salir de prisión.