El 4 de julio de 1917, hace 105 años, nacía en Córdoba Manuel Laureano Rodríguez Sánchez. Más conocido con el seudónimo de ‘Manolete’, se convirtió unos años más tarde en una de las figuras más relevantes del mundo del toreo. En una época en la que el país estaba envuelto en la devastación a causa de la Guerra Civil, Manolete llegó para convertirse en un héroe de la disciplina.

‘Manolete’ era también el nombre por el que se conocía a su padre, un matador de toros. Su madre, doña Angustias Sánchez, era originaria de Albacete pero acabó viviendo en Córdoba, donde nació el torero. La familia en la que creció era de carácter humilde, y acabó huyendo de ella para dedicarse completamente al toro. Comenzó a formarse en la escuela de toreo de Montilla, en Córdoba, y con tan solo doce años ya estaba dando sus primeros capotazos.

Manolete toreando.

Su formación le llevó a recorrer España con Los Califas, un espectáculo itinerante de toreo. En 1935 recibió la alternativa de Rafael Jiménez ‘Chicuelo’ en Sevilla y ese mismo año se la confirmó Marcial Lalanda. Pronto empezó a tener una enorme popularidad gracias a su peculiar estilo, que alcanzó la perfección en la suerte de matar, de ahí que se le atribuya el término “manoletina”. Desde 1940 hasta su fallecimiento —el 28 de agosto de 1947—, llegó a lidiar 71 corridas por temporada, visitando todas las plazas de España y América. Se sabe que mantuvo una larga rivalidad con el torero español Luis Miguel Dominguín y el mexicano Carlos Arruza.

Manolete profundizó en el estilo de Juan Belmonte, ganándole terreno al toro, acercándose demasiado y poniendo en juego su vida. El crítico taurino Giradillo, consideraba que, a partir de Manolete, el toreo había adquirido una nueva estética. Al propio torero le gustaba decir que en este “arte” no existían terrenos determinados y que todo dependía de la improvisación y del momento.

El Manolete más íntimo

No era un hombre agraciado físicamente, aunque era bastante espigado, pero como tenía una leyenda torera a sus espaldas era más que suficiente para que las mujeres se fijaran en él. Sin embargo, su personalidad dentro y fuera de las plazas era muy diferente. Mientras que era muy valiente ante el toro, con las mujeres tenía una timidez que no podía dominar. Solo con sus amigos más íntimos y sus conocidos se podía librar de ella.

Manolete.

Con sus más allegados algún tablao de flamenco pisaba. Le gustaba tomarse alguna copa de vino, aunque lo que más le gustaba era el whisky, su bebida predilecta, pese a ser un destilado poco frecuente entre los españoles por ser más caro que el coñac o el anís.

Dijo su paisano Rafael Sánchez ‘Pipo’, el mismo que quince años después descubrió a Manuel Benítez ‘El Cordobés’, que en alguna ocasión vio a Manolete consumir cocaína pese a que no era uno de los hábitos del torero.

Quizá por su timidez, nunca se le conoció un trato excesivo con las mujeres. De hecho, solo se tiene noticia de que en Córdoba se enamoró de una señorita de clase alta, de una familia con ascendencia vasca apellidada Eraso, a la cual le costaba acercarse.

Romance con Lupe Sino

En una tarde de 1943, cuando Manolete ya gozaba de una gran notoriedad, estando en el bar Chicote de la Gran Vía de Madrid, conoció a una bella actriz conocida como Lupe Sino, aunque su nombre y apellidos verdaderos eran los de Antonia Bronchalo Lopesino. Era originaria de Sayatón, una localidad de Guadalajara.

Lupe Sino y Manolete.

La bailaora Pastora Imperio, ya retirada del mundo del flamenco, fue la encargada de presentarlos. En realidad, el diestro ya se había fijado en ella durante una corrida que tuvo lugar en la plaza de Las Ventas. Pero fue desde aquel día cuando comenzó su andadura hacia la conquista de Lupe Sino.

La actriz vivía en la calle capitalina de Hilarión Eslava, por el distrito de Moncloa, en un piso situado en la zona de la llamada Casa de las Flores (donde habitaba temporalmente Pablo Neruda) que ya pagaba ella antes de conocer al torero. Ese fue su nido de amor y donde Manolete pasó muchos días de su vida desde 1943 hasta el trágico mes de agosto de 1947.

En la temporada de 1947, Manolete había toreado en 22 corridas y estaba decidido a retirarse cuando, el 28 de agosto de ese mismo año, en la plaza de toros de Linares (Jaén), sufre una brutal embestida de un toro de la ganadería de Miura, de nombre Islero.

Manolete tuvo que ser retirado y trasladado al hospital de Linares donde fallecería. La España de aquel entonces enmudecía, ya que uno de sus grandes toreros había muerto de forma inesperada. Terminaba su historia, pero comenzaba su leyenda. Tenía 30 años.