Seis años del caso del descuartizador de Cartagena: Una condena, aún sin cadáver

María Dolores Sandoval Ruiz, conocida como Lola Sandoval, desapareció en el barrio de Peral en Cartagena el 25 de diciembre de 2018. Tras varios días sin contactar con sus tres hijos y seis hermanos, estos comenzaron a preocuparse.

En enero de 2019 uno de los hermanos de Lola interpuso una denuncia por desaparición. Cabe recalcar que hoy día esta denuncia sigue activa al no haber aparecido el cadáver. 

A raíz de esta denuncia arrancó una investigación para tratar de averiguar lo sucedido a María Dolores. En octubre de 2019 se detuvo a Agustín S.M., el novio con el que Lola llevaba varios años viviendo.

En sus primeras declaraciones señaló que Lola se había ido de viaje, pero finalmente confesó lo ocurrido. Al principio aseguró que cuando llegó a la vivienda que ambos compartían Lola estaba muerta, por lo que decidió desmembrar su cuerpo y deshacerse del mismo.

Sin embargo, los investigadores tenían indicios de que Agustín podría haber matado a Lola. Finalmente, se celebró un juicio contra Agustín ante un jurado popular en la Audiencia Provincial de Murcia en marzo de 2022.

Hay que subrayar que en un arcón congelador de la vivienda que ambos compartían se hallaron restos de sangre de Lola. La evidencia demostraba que lo declarado por Agustín era cierto, pero no permitía conocer si fue él quien mató a su novia o si ya estaba muerta cuando llegó a casa. 

Un juicio sin cadáver

En el juicio Agustín relató que descuartizó a Lola, pero que no la mató, sino que ya estaba muerta cuando llegó a casa. Los investigadores destacaron el desinterés y la frialdad de Agustín. De hecho, en los primeros meses de desaparición dio diferentes versiones, como que se había ido de viaje. 

Sin embargo, según el relato de los agentes, Agustín S.M. llegó a declarar que “nunca diría dónde está el cuerpo”. 

Agustín señaló que tras desmembrar a su pareja metió las partes del cuerpo en diferentes bolsas de basura. Después de congelarlas en un arcón congelador las fue repartiendo en distintos contenedores.

No obstante, esta teoría no se sostenía. En el vertedero donde van a parar estas bolsas de basura se realiza una separación de residuos, lo que imposibilita que no se descubriera que había un cadáver desmembrado.

Para declarar culpable a Agustín, el jurado se basó en la prueba circunstancial basada en seis hechos indiciarios. Se le consideró culpable de los delitos de homicidio con la agravante de parentesco y profanación de cadáver. 

Se le condenó a 15 años y 5 meses de prisión. Un veredicto que fue confirmado por el TSJMU y el Tribunal Supremo. También se le condenó a indemnizar con 105.000 euros a cada uno de los tres hijos y 17.000 a cada uno de los seis hermanos de la víctima. 

Una relación tormentosa

Lola Sandoval era natural de Cieza, pero decidió acudir a un centro de desintoxicación para rehabilitarse de su alcoholismo. Allí coincidió con Agustín y ambos comenzaron a forjar una relación. En diciembre de 2016 abandonaron el centro y comenzaron a vivir juntos en el barrio Peral en Cartagena. 

Tras comenzar la relación y según quedó probado en el juicio, Agustín S.M. fue aislando a Lola del resto de personas. De hecho, amigos y familiares de Lola relataron que “tenía miedo a Agustín y no se atrevía a salir de casa”. Se les solía ver discutiendo en público.

Uno de los hermanos de Lola escribió a Agustín al sorprenderse de que su hermana no le cogiera el teléfono. El homicida le dijo que Lola “estaba muy bien” y que se había comprado un móvil nuevo.

Una de las claves en el caso fue que Lola estuvo mucho tiempo sin usar su tarjeta sanitaria pese a ser diabética. Desde este descubrimiento se puso el foco sobre su pareja.