
La otra cara del CEO de Ryanair: Estas son las polémicas de Michael O’Leary
El dueño de la aerolínea británica lowcost ha sufrido en un restaurante las mismas restricciones que pone en sus aviones
Un restaurante de la ciudad de Navan, Irlanda, ha gastado una broma al director ejecutivo de Ryanair, Michael O’Leary (Mullingar, Irlanda, 1961). El CEO ha tenido que pagar unos cargos parecidos a los que aplica su aerolínea por la reserva de asiento.
Su cena del pasado 21 de marzo le salió por 142’30 euros. Desgranados del total, 7’95 euros eran por el espacio “extra para las piernas”, 9’95 por “asiento prioritario" y 19'95 por la “reserva en un área tranquila”. En el post que subió el restaurante a Facebook se podía leer: “Espero que no le importe que agreguemos algunos cargos adicionales”.
O’Leary, una de las personas más ricas de Irlanda, ha encumbrado a la aerolínea con sus declaraciones incendiarias contra los clientes, la competencia y activistas. De hecho, Ryanair se ha ganado la fama de aplicar cargos a sus clientes por una infinidad de aspectos relacionados con la venta de billetes.
La última polémica ocurrió cuando el ministro de Consumo español, Pablo Bustinduy, impuso a la aerolínea una sanción de 10,7 millones por “prácticas abusivas”. La reacción del CEO de Ryanair, posando con dos imágenes de payasos con la cara del ministro en rueda de prensa, deja entrever la personalidad excéntrica del empresario.
Los primeros años
El referente europeo de las aerolíneas lowcost nació en el seno de una familia adinerada de agricultores, en la localidad de Mullingar. Se graduó en el Trinity College de Estudios de Negocios, y comenzó sus andadas como contable de Tony Ryan, fundador de Ryanair en 1985. Esta decisión le ha llevado a tener una fortuna de 1.100 millones de euros en 2018.
Michael O’Leary, fanático de los caballos, comenzó como vocal de Ryanair entre los años 1991 y 1994, y ese mismo año ascendió a consejero delegado. En sus inicios, la aerolínea tenía unos 50 trabajadores y transportaba a 5.000 viajeros entre Reino Unido e Irlanda. Acorde a Statista, con el liderazgo de O’Leary la aerolínea irlandesa en 2023 tenía una plantilla de 22.261 personas, y en 2024 embarcó a 197 millones de pasajeros, según Forbes.
El magnate se inspiró en la compañía estadounidense Southwest Airlines y sus precios minúsculos para traer el modelo lowcost a Europa. A cambio, cobraba a los clientes por cualquier aspecto del viaje: equipaje, bebida, facturación, etc. Las campañas de publicidad también eran baratas porque tan solo necesitaba realizar declaraciones polémicas para situar el foco mediático en Ryanair.

Las polémicas de O'Leary
El empresario, que ha afirmado varias veces que no le interesa pilotar aviones, prefiere centrarse en su familia de cuatro hijos y sus establos. Sin embargo, es en los hipódromos donde suele hablar con la prensa e incendiar los micrófonos. Se ha disfrazado de los superhéroes Batman y Robin, incluso de Papa, para promocionar los productos de la compañía.
Una vez llegó a decir sobre su industria: “Está dirigida por un puñado de bobos pusilánimes que no se atreven a enfrentarse a los ecologistas”. A lo que terminó concluyendo con que los activistas eran unos “gilipollas mentirosos”.
La polémica más reciente fue el choque tuvo con el ministerio de Consumo español por el intento de este de imponer unas sanciones millonarias a la empresa. El pasado febrero, O’Leary calificó como “loco comunista” a Bustinduy, seguido de otros calificativos como “populista” o “ministro ridículo”. Además, apareció en la rueda de prensa con carteles del ministro disfrazado de payaso.
El magnate irlandés amasó en 2018 una riqueza de 1.100 millones de euros, según Forbes. En la actualidad, vive con su esposa Anita Farrell y sus cuatro hijos en una finca de 400 hectáreas en Mullingar. Sus aficiones son los caballos, que cuida en sus propios establos.
Para moverse por la capital de Dublín utiliza su propia línea de taxi, aprovechando de esta manera los carriles bus de la ciudad. Por cada viaje paga 86 euros, lo que son unos beneficios de 583.000 euros en 20 años. La empresa ahora se denomina Tillingdale Unlimited.
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