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Mano sosteniendo pinzas cerca de cogollos de cannabis sobre una superficie negra.
SUCESOS

Los narcos cambian de táctica, ahora producen la droga en España

Desde la asociación ARP explican que los traficantes "la elaboran aquí para evitar perder así la carga que traían"

La producción y comercialización de marihuana es uno de los productos más habituales dentro del mercado de drogas. En la actualidad, el mercado general de drogas se caracteriza por la disponibilidad relativamente generalizada de una gama más amplia de fármacos, que a menudo están disponibles con una alta potencia o pureza, según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías.

Además, se han seguido detectando grandes incautaciones de drogas que se trafican a Europa en contenedores intermodales, y las cadenas de suministro comerciales son un objetivo clave para la infiltración de grupos de delincuencia organizada. Europa también sigue siendo una importante zona de producción de algunas estupefacientes, especialmente las drogas sintéticas y el cannabis.

La marihuana es una de las drogas más usadas en el mundo, abriendo una brecha cada vez mayor entre los últimos descubrimientos científicos sobre esta y los mitos que la rodean.

El cannabis es la sustancia ilegal con mayor prevalencia de consumo en España entre la población de 15 a 64 años. Según el último Informe del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA) 2023: Alcohol, tabaco y drogas ilegales en España, en 2022 el 40,9 por ciento ha consumido cannabis alguna vez en la vida, el 10,6 por ciento en los últimos 12 meses, el 8,6 por ciento en los últimos 30 días y el 2,8 por ciento a diario en el último mes.

Primer plano de una planta de cannabis con hojas verdes y tricomas visibles.
La marihuana es una mezcla de hojas y flores que contienen la sustancia psicotrópica. | El Cierre Digital

Así mismo, en los últimos años el consumo ocasional parece estable, pero el consumo diario se ha incrementado a un 2,8 por ciento en 2022 desde un 1,7 por ciento en 2007, al igual que ocurre con el consumo esporádico alguna vez en la vida, pasando de 30,4 por ciento en 2013 a 40,9 por ciento en 2022 (10,5 por ciento). Esta demanda se materializa en un mercado de cultivo y tráfico de marihuana creciente.

Más beneficios con menos riesgos de transporte

Al igual que ocurre en cualquier sector económico o industrial, la economía y las industria van evolucionando hacía un escenario que persigue conseguir una mayor rentabilidad con un menor esfuerzo. Como indican desde la Agrupación Reformista de Policías (ARP) para elcierredigital.com, “en el caso de la delincuencia sucede lo mismo, se intenta obtener un mayor enriquecimiento  de una actividad, aunque sea ilícita, corriendo los menores riesgos posibles".

Es por ello que están surgiendo nuevas alternativas para cubrir la demanda de manera segura. “Traer la sustancia desde, por ejemplo, Marruecos conlleva una gran puesta en peligro, el transportar la mercancía hasta aquí en lanchas”, explican desde el sindicato. La presión que la Policía y aduanas está ejerciendo por toda la costa está “provocando que aparezcan alternativas a esa demanda, ya no solo en territorio nacional, sino también en gran parte de Europa”.

En este contexto, el  cultivo en territorio nacional se convierte en el eslabón decisivo para llevar a cabo una comercialización que salve los riesgos de transporte. En los últimos años, en España la producción de esta sustancia ilícita se ha llevado a cabo habitualmente por medio de cultivos en invernaderos, pisos completos, en muchos casos deshabitados, e instalaciones a gran escala. “Los delincuentes pinchan la luz, dicho en términos delictivos, para no pagar y obtener un mayor enriquecimiento”, explica ARP.

Campo de plantas de cannabis iluminado por la luz del sol.
Plantaciones de plantas de marihuana a gran escala. | El Cierre Digital

Sin embargo, esta clase de cultivo presenta algunos inconvenientes como su fuerte olor, lo llamativo que resulta por su naturaleza masiva y la reciente corriente de detenciones y condenas por tráfico de droga y cultivo de marihuana que han tenido lugar en España. Como explica el sindicato, todo ello “ha obligado a las organizaciones a evolucionar” y adaptarse a un nuevo entorno.

Actualmente se ha percibido la implementación de una nueva técnica que deriva del complicado contexto socioeconómico en el que se encuentra España. Son muchas las “personas mayores que no llegan a fin de mes y los sectores en los que el índice del paro es muy alto, además de que existe una dejadez por parte de los gobiernos para poner en marcha un plan activo de empleo que sea eficiente”. Esta compleja realidad es aprovechada por los delincuentes, que “lo utilicen para embaucar a personas engañándolas para que intenten obtener un dinero extra a través de la actividad de marihuana”, explican ARP.

“Están utilizando a abuelos para ocupar una habitación de sus casas con pequeñas plantaciones de marihuana. Así, otro piso, otra habitación, otro piso, otra habitación más...”. A cambio de su espacio, “a esas familias se les ofrece una buena cantidad de dinero para que les sea rentable”. Este modelo de cultivo permite que se desvíe la acción judicial y policial, pues a simple vista no se están generando grandes concentraciones como antes sí ocurría.

En definitiva, “están captando a personas que no se dedican a la delincuencia, totalmente insertadas en la sociedad, que no son capaces de salir adelante con los recursos que tienen”. De este modo, las organizaciones hacen uso de la desesperación y las carencias económicas de personas corrientes de un determinado sector social más vulnerable.

La problemática que se genera a raíz de esta metodología es preocupante, pues ralentiza e imposibilita la persecución de los delincuentes y “depura de responsabilidades a los mismos”. Además, “si sumas muchas habitaciones al final consigues grandes cantidades de marihuana y dinero” sobre las que la acción policial y de la justicia se ven mermadas.

Manos con guantes morados manipulando hojas de una planta de cannabis.
Los nuevos modelos de cultivo de marihuana ralentizan e imposibilitan la persecución de los delincuentes. | El Cierre Digital

A nivel penal la situación no complica demasiado el ejercicio de esta actividad ilícita, pues, “las penas son mínimas en comparación con las grandes ganancias que genera, por ejemplo, un invernadero de marihuana”. De todo el total de mercancía que se produce, parte se consume en España, pero otra buena parte se importa a toda Europa, aumentando aún más los beneficios: “Cuanto más al norte vayas, el valor de la sustancia es más alto”, indica ARP.

Como en toda organización criminal, el vendedor último presenta un perfil muy variado. Sin embargo, sí es cierto que existen “zonas o barrios despoblados y marginales en los que se sabe que hay venta de marihuana y otras drogas”, explica ARP. El rango de edad también es amplio, desde  jóvenes que en algunos  casos  “son  captados de institutos cercanos”, hasta “perfiles adultos de personas en situación irregular que lo hacen sin ser realmente conscientes del delito que están cometiendo”.

A nivel institucional

En un nivel policial, esta clase de actividades ilícitas está generando un problema añadido. Como explican desde la Agrupación Reformista de Policías, “para cultivar la marihuana, se necesita la semilla de la planta, pero también un gran entramado de logística para que la planta crezca”. Se trata de unas lámparas de aluminio que permiten que se cultive adecuadamente.

En el momento en el que sucede una intervención policial y se incautan los recursos que en él se utilizaban, como las lámparas,  “no existe un protocolo establecido de destrucción de ese material”, explica ARP. Por ello, “estamos viendo como hay comisarías, grupos o unidades determinadas que en algunos casos hacen un acta en la que aparece que lo han destruido en un desguace, pero en realidad lo están vendiendo”, añade el sindicato.

Cogollos de marihuana sobre una superficie blanca
Los beneficios generados por medio del cultivo de marihuana se acaban introduciendo por conductos legales. | El Cierre Digital

“Si no hay un control y unos buenos protocolos establecidos a la hora de incautar, custodiar y destruir la logística de los invernaderos de marihuana, como sí existe con el hachís y la cocaína, ocurre a veces que hay arbitrariedad en la manera de actuar y esta puede terminar corrompiendo a personas que trabajan en la Policía”, explican desde ARP.

La gran estructura lucrativa que supone el cultivo y venta de marihuana por parte de organizaciones “deja ver otro elemento: las carencias que el sistema económico actualmente tiene para que dinero que se obtiene de manera ilícita se revierta y se vaya introduciendo en conductos legales como la compra de vehículos de alta gama. “Como es posible que un joven de 19 años en un barrio marginal tenga un coche que vale 200.000 euros”, indica ARP. Si no existen canales de control exhaustivo los beneficios se acaba introduciendo por otros agentes económicos.

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