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Un exguardia civil confiesa que mató a su mujer, desaparecida en 2020: Qué hay detrás
María Dolores Illan desapareció hace 5 años y ahora su marido Miguel Gallego ha confesado el crimen en Gran Canaria
El caso de la desaparición de María Dolores Illan Méndez en marzo de 2020, en San Bartolomé de Tirajana, Gran Canaria, ha dado un giro escalofriante. Su marido, Miguel Gallego Pausada, un guardia civil jubilado de 70 años, ha confesado haberla matado. Tras haber acabado con su vida, Pausada la descuartizó y dispersó sus restos en diferentes puntos del sur de la isla.
La jueza ha decretado este jueves su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza mientras avanza la investigación.
Miguel Gallego y María Dolores Illan llegaron a Gran Canaria en 2014 procedentes de Vilassar de Mar, un municipio de Barcelona. Miguel, destinado al destacamento de Tráfico de la Guardia Civil, había construido una vida en la isla con su esposa. Sin embargo, el 18 de marzo de 2020 María Dolores desapareció sin dejar rastro.
![Vista panorámica de un complejo turístico con edificios y palmeras cerca de una playa y dunas de arena junto al mar. Vista panorámica de un complejo turístico con edificios y palmeras cerca de una playa y dunas de arena junto al mar.](/filesedc/uploads/image/post/fotonoticia-20161212165118-690_1200_800.webp)
Miguel no denunció la desaparición de su mujer hasta casi un año después, el 11 de marzo de 2021. Esta dilación generó sospechas entre los investigadores. En su denuncia, alegó que tras una discusión, ella se había marchado de casa por voluntad propia y que solía tener comportamientos similares.
También afirmó que encontró una carta en la que su esposa le pedía que no la buscara. Sin embargo, las autoridades determinaron que la letra no coincidía con la de María Dolores. Además, no existía registro de su salida de la isla por vía aérea o marítima. Estas inconsistencias llevaron a la Policía Nacional a considerarlo el principal sospechoso.
Confesión tras cinco años
El martes pasado, Miguel Gallego fue citado en la comisaría de la Policía Nacional en calidad de testigo. Supuestamente para aportar información sobre el caso. No obstante, el interrogatorio tomó un rumbo inesperado cuando terminó confesando el crimen.
Según su declaración, la noche de la desaparición, en plena pandemia, ambos tuvieron una fuerte discusión que escaló a un forcejeo. Miguel aseguró que María Dolores le había abofeteado y que él la empujó, provocando que cayera y se desnucara.
![Un agente de la Policía Nacional de pie entre dos vehículos policiales en una plaza bajo un cielo parcialmente nublado. Un agente de la Policía Nacional de pie entre dos vehículos policiales en una plaza bajo un cielo parcialmente nublado.](/filesedc/uploads/image/post/fotonoticia-20231102224250-690_1200_800.webp)
Al ver que su esposa no reaccionaba, decidió deshacerse del cuerpo. Utilizando herramientas que tenía en casa, como un cuchillo, un martillo y una sierra, descuartizó el cadáver en trozos pequeños, de aproximadamente cinco centímetros.
Durante los dos días siguientes, escondió los restos en una mochila y los dispersó en distintos puntos del sur de la isla. Incluyendo parterres, zonas de monte y los alrededores del centro comercial Tropical, en Playa del Inglés.
Dudas sobre su versión
La Policía Nacional mantiene reservas sobre la veracidad total de la confesión del acusado. Uno de los puntos clave que genera dudas es cómo pudo haber realizado estos movimientos en pleno confinamiento por la pandemia. Debemos recordar que las restricciones de circulación eran extremadamente severas.
Además, la rapidez con la que supuestamente logró deshacerse del cuerpo en solo dos días también es motivo de investigación.
![Vista de una playa con dunas de arena y vegetación dispersa frente a un mar tranquilo bajo un cielo parcialmente nublado. Vista de una playa con dunas de arena y vegetación dispersa frente a un mar tranquilo bajo un cielo parcialmente nublado.](/filesedc/uploads/image/post/fotonoticia-20241210140150-690_1200_800.webp)
Otra línea de pesquisa se centra en las reformas que Miguel Gallego realizó en el baño de la vivienda poco después del crimen. Según fuentes policiales, el acusado cambió los azulejos de las paredes, las baldosas del suelo y la ducha. Algo que sugiere un intento de eliminar posibles rastros de sangre o material biológico.
Ahora, los investigadores están realizando análisis forenses en la vivienda para determinar si allí hay restos de María Dolores.
Hallazgos y prisión provisional
Este miércoles, la Policía Nacional llevó a cabo un operativo en las zonas señaladas por el acusado. Allí encontraron restos en avanzado estado de descomposición y fragmentos óseos. Estos serán sometidos a análisis para confirmar su origen y determinar si pertenecen a la víctima.
Este jueves, Miguel Gallego ha sido presentado ante la magistrada del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de San Bartolomé de Tirajana. “Se ha acogido a su derecho a no declarar”, explican fuentes cercanas al caso para elcierredigital.com.
La jueza dictaminó su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza. “La investigación se va a centrar en un presunto delito de homicidio o asesinato”, indican las fuentes consultadas.
El impacto del caso
El caso de María Dolores Illan Méndez ha conmocionado a la sociedad canaria y española. Y ha recordado una vez más la cruda realidad de la violencia de género. Desde que se iniciaron los registros oficiales en 2003, más de 1.000 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en España.
Organizaciones de derechos humanos y colectivos feministas han expresado su indignación por lo sucedido. También han insistido en la necesidad de seguir trabajando en la detección temprana de casos de maltrato.
La detención y confesión de Miguel Gallego ponen fin a cinco años de incertidumbre sobre el paradero de María Dolores. Pero abren nuevos interrogantes sobre el desarrollo de los hechos.
Mientras avanza el proceso judicial y se analizan las pruebas halladas, la justicia determinará la responsabilidad del acusado y la posible condena a la que podría enfrentarse. Lo que queda claro es que este caso ha dejado una marca imborrable en la memoria de Gran Canaria.
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