Crimenes sin resolver (II): El brutal asesinato de Susana Ruiz en Madrid hace 30 años
La joven de 16 años fue golpeada y estrangulada cuando volvía a su casa en San Blas después de una fiesta en Vicálvaro
En esta nueva entrega de la serie de elcierredigital.com sobre crímenes que siguen sin un culpable abordaremos el caso de Susana Ruiz. Este caso vino precedido por el caso Alcasser, que desviaba del foco mediático todo hecho criminal que aparecía en escena. Después de 31 años, el caso de Susana sigue sin resolverse.
El 9 de enero de 1993 Susana Ruiz decidió acudir a un concierto en una sala del barrio madrileño de San Blas. En ese mismo barrio la joven vivía junto a su familia en el instituto de Las Musas, del que su padre era conserje.
Sus padres le dejaron ir al concierto, pero debía avisarles al acabar para que le fueran a recoger. No obstante, de camino al concierto se encontró con un grupo de conocidos. Estos la convencieron para que les acompañase a una fiesta de cumpleaños en un edificio abandonado en un descampado de Vicálvaro.
La adolescente de 16 años estuvo bebiendo y fumando y alrededor de las 03.00 horas de la madrugada decidió irse a casa caminando. Sin embargo, Susana nunca llegó a su casa y al día siguiente se denunció la desaparición. Su padre fue a recogerla al concierto, pero ni rastro de Susana.
Tras mes y medio de batidas e incógnitas, el cadáver de la joven apareció semidesnudo en un descampado de Vicálvaro, a escasos metros de donde fue la fiesta. La cara estaba desfigurada y el cadáver boca abajo.
Los trabajadores de este descampado aseguraron que no se habían depositado escombros desde hace años, pero Susana estaba bajo los mismos. El primer informe forense concluyó que no había signos de violencia y que murió de un paro cardíaco debido al consumo de alcohol y drogas.
No obstante, Susana presentaba un fuerte golpe en la cabeza, le faltaba un diente y tenía la laringe rota. Pese a esto, la juez que llevaba el caso rechazó realizar otro informe forense y archivó el caso validando la muerte natural.
En 1995 Ángel, padre de Susana, afirmaba, “mi hija ha sido cobardemente asesinada. Había muchas contradicciones en las versiones de los amigos, yo siempre he dicho que las personas que estuvieron con ella saben mucho más de lo que dicen”.
Por su parte, Justina, madre de la joven, indicaba, “mi hija estaba bien de salud, no nos hemos creído nunca lo de la muerte natural. Si hubiese sido muerte natural se hubiese quedado donde le dio el paro cardíaco, pero al día siguiente no estaba allí”.
Varias pistas, ninguna conclusión
Los años posteriores estuvieron plagados de incógnitas, contradicciones y presuntas “irregularidades” durante la investigación. Los testimonios de las personas que estuvieron presentes en la fiesta de la casa abandonada no arrojaron nada de luz, es más eran contradictorios.
El caso se reabrió en cuatro ocasiones, pero ninguna de ellas permitió arrojar la luz necesaria para dar con el culpable. En 1994 aparecería la primera pista.
Un neonazi que formaba parte del grupo de extrema derecha Bases Autónomas huyó de su casa y dejó grabada una cinta. En esta grabación el autor de la cinta, José Alberto Z.O, dijo que la joven había sido golpeada con una piedra, violada y estrangulada por miembros del grupo Bases Autónomas.
Concretamente, señala a Ramón R., Fernando P., Javier M. y Carlos Rodrigo R. Les acusa de haber torturado a Susana y señaló que el diente roto de la joven fue debido a la paliza que recibió. Esto era revelador, ya que el dato no era público.
También recalcó que los amigos que estuvieron con la joven aquella noche sabían lo que había pasado y callaban por miedo. Sin embargo, la juez consideró que la cinta carecía de credibilidad y optó por cerrar el caso. La Audiencia Provincial de Madrid ordenó que se practicaran diligencias, pero al año el hombre dijo que se había inventado todo.
En 1996 llegaría una nueva confesión de otro exmiembro de Bases Autónomas. Antonio M. se encontraba cumpliendo condena en la prisión de Guadalajara. Señaló que Susana fue torturada, golpeada con una piedra y estrangulada por dos miembros del grupo que eran hijos de personas importantes.
Llegó a afirmar que había sido testigo del crimen, pero estaba bajo amenazas y tenía miedo. Fue llamado a declarar, pero no se atrevió a revelar los nombres. Ambos testigos cambiaron sus afirmaciones, quizás invadidos por el miedo y las amenazas.
Los padres de Susana también recibieron amenazas telefónicas que les recomendaban dejar en paz el caso. Tras una larga lucha por parte de los padres de Susana, en 1996 se exhumó el cadáver de Susana para realizar un segundo informe forense.
Este segundo informe reveló que Susana recibió un fuerte golpe en la cabeza, fue estrangulada y había restos de otras agresiones. Sin embargo, no se dio credibilidad a este segundo informe.
El caso se reabrió por última vez en 2001, cuando una mujer afirmó que su marido, encarcelado, había asesinado a Susana Ruiz. Sin embargo, estas afirmaciones no pudieron acreditarse y se archivó el caso por cuarta vez.
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