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Dos mujeres posando para la cámara, una con cabello rubio y la otra con cabello castaño.
SUCESOS

Crímenes casi cerrados por la Ley: 'Los nuevos métodos de investigación'

Son varios los crímenes que, aunque no se pudieron resolver en el momento de ser cometidos, se han conseguido resolver

Gracias al avance de la ciencia y su consecuente evolución tecnológica, la resolución de delitos ha aumentado y se han logrado  resolver crímenes que se consideraban perfectos pero que han resultado ser imperfectos. Son muchos los factores que han ayudado a la precisión y la localización del autor del crimen, aunque el principal es el avance de la tecnología. Esto ha permitido realizar pruebas de ADN con mayor exactitud, reconstruir escenas del crimen y conocer la geolocalización del presunto autor del crimen. 

La realidad es que entre 1990 y 2015 la Policía acumuló un total de 472 asesinatos sin resolver, o lo que es lo mismo, ocho de cada diez crímenes cometidos en esos años no fueron resueltos. De ellos, algunos han sido aclarados varios años después gracias a la aparición de nuevas pruebas o el uso de nuevas tecnologías. Es el caso de la  desaparición de Juana Canal, que tuvo lugar en 2003, que fue asesinada por su pareja y cuyos restos se encontraron casi 20 años después, o la de Jesús González Borrajo, desaparecido en 2019 y cuyo cadáver fue encontrado en 2023. 

En el segundo caso aún faltaban varios años para que prescribiera el crimen, sin embargo, en el caso de Juana Canal quedaba menos de un año para que prescribiera. La justicia española establece un margen de 20 años para que los investigadores encuentren al posible autor de un crimen. 

"La ciencia ha permitido realizar mejores pruebas de ADN"


En una conversación del criminólogo Eduardo Navasquillo con elcierredigital.com, este señala que “la mayoría de crímenes son resueltos en un breve periodo de tiempo y los que no se consigue resolver suele deberse a múltiples factores. Uno de estos factores puede ser que las pruebas técnico-científicas que había que hacer en su momento no se pudieron recoger. Otro motivo podría ser la escasez de evidencias o de información que proporciona un cadáver concreto. Por otro lado, hay veces que el culpable del crimen pasa desapercibido o no se le tiene en cuenta”.

Para Navasquillo, “la clave está en la evolución de la ciencia, se ha mejorado mucho a la hora de realizar pruebas de ADN. Antes solo se podía coger el ADN nuclear de la célula y luego se consiguió coger el ADN exterior. Este avance fue esencial, aumentando considerablemente la posibilidad de identificación positiva del posible autor de un crimen”.

Un hombre con barba y cabello canoso, vistiendo una sudadera azul, sonríe mientras está de pie en un jardín con árboles y una pared de ladrillo al fondo.
Eduardo Navasquillo. | El Cierre Digital

Respecto a las claves para resolver un crimen, el criminólogo señala que “desde un punto de vista técnico lo fundamental es obtener pruebas científicas y realizar una inspección ocular muy meticulosa. Por otro lado, también es muy importante dar medios y recursos a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para que puedan trazar lazos y resolver los casos. Hay crímenes que son muy complicados de resolver y exigen un esfuerzo enorme y usar todos los sentidos para dar con el culpable”.

El caso de Juana Canal


Lo innegable para todos es que cuanto más tiempo pasa, más complicado es resolver un crimen. Sin embargo, hay casos en los que el paso del tiempo ha sido el determinante de la resolución. Un claro ejemplo de esto es el caso de Juana Canal, que desapareció en Madrid en febrero de 2023. El caso estaba lleno de incógnitas. 

Su pareja, Jesús Pradales, la denunció dos días después de enterrar su cuerpo descuartizado. Fue en 2019 cuando un senderista que paseaba por un camino de Ávila avisó a las autoridades de que había encontrado un fémur en medio del paraje.

Una mujer sonriente con cabello rubio y rizado en un ambiente interior.
Juana Canal. | El Cierre Digital

Jesús Pradales fue arrestado en octubre de 2022 en la localidad madrileña de Fuente el Saz de Jarama, acusado de la muerte de su expareja, Juana Canal, que desapareció hacía 19 años en Madrid. El sospechoso era detenido después de que el pasado junio de 2022 se confirmara que los restos humanos descubiertos de forma fortuita en Navalacruz, Ávila, pertenecían a la desaparecida. Tras ser conducido al lugar donde estos restos fueron encontrados, el acusado confesó el crimen ante los investigadores.

El asesino confeso afirmó en su declaración que tras una discusión golpeó a Juana y esta cayó al suelo. También aseguró que no se golpeó con nada al caer pero que murió, aunque él no quería matarla. Un año después de esa confesión la defens de Pradales ha solicitado al juez que instruye el caso que se declare la nulaidad de la investigaciñon y se exima a Pradales del delito de homicidio al considerar inválidas las diligencias practicadas desde noviembre de 2020, al no prorrogarse entonces las actuaciones. El acusado se encuentra en prisión provisional desde el 28 de octubre de 2022.

El crimen de Elisa Abruñedo


El crimen de  Elisa Abruñedo llevaba algo más de 10 años sin resolverse hasta que en octubre de este año se conocieron los hechos. Elisa salió a pasear la tarde del 1 de septiembre de 2013 por el municipio coruñés de Cabanas y nunca volvió. En los días siguientes se encontró su cadáver acuchillado y con claros signos de violación a 200 metros de su casa. El asesino de Elisa había dejado restos de ADN pero no coincidían con ninguna persona registrada por la Guardia Civil.

Diez años después del crimen y gracias a un trabajo minucioso y artesano, la Guardia Civil detuvo a Roger Serafín Rodríguez Vázquez, un vecino de Narón de 49 años, gran aficionado a la caza, con raíces en las localidades coruñesas de Cabanas y Vilarmaior, como presunto autor de la muerte a cuchilladas de la mujer de 46 años. 

Un hombre con ropa de camuflaje y gorra sostiene una escopeta mientras posa con dos perros en un campo de hierba.
Asesino confeso de Elisa Abruñedo. | El Cierre Digital

Fue hace dos años cuando se empezó a estrechar el cerco, buscando a un individuo de piel clara y cabello anaranjado. Entonces se barajó la posibilidad de que el autor se hallase en aquel concreto lugar por ser cazador. Tras pasar a dependencias policiales el detenido confesó ser culpable del crimen y la jueza instructora del caso decretó prisión provisional comunicada y sin fianza. 

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