
Alerta ante la oleada de móviles incautados en cárceles: Así los introducen los presos
Funcionarios de prisiones aseguran que los reclusos siguen con sus actividades delictivas en ellas mediante los móviles
En los últimos cinco años se ha llevado a cabo la incautación de 12.882 teléfonos móviles en centros penitenciarios dependientes de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. Esto pone en jaque la seguridad de las cárceles y dificulta el trabajo de los cuerpos de seguridad.
Madrid III, Málaga I y Almería son los centros que encabezan la lista de las prisiones con este problema. Se han introducido alrededor de 700 móviles en cada una. Solo el año pasado ya se incautaron 2884 dispositivos móviles, destacando 195 en Almería, 180 en Madrid VII y 161 en Málaga I.
La peligrosidad de los teléfonos en prisión
Que los presos puedan tener acceso a dispositivos móviles en prisión es un problema para la seguridad nacional. Esto se debe a que los reclusos pueden seguir con sus actividades delictivas desde dentro de la cárcel. Además de continuar con los delitos puede generar la desestabilización del funcionamiento normal dentro de las prisiones.
Ante el desarrollo de los nuevos terminales, los funcionarios no pueden hacer frente a esta amenaza, debido a que no disponen de la tecnología adecuada. Los dispositivos fabricados con materiales plásticos pueden saltarse el control de metales y su reducido tamaño provoca que puedan esconderse fácilmente.

Además han surgido nuevas formas de introducir los terminales, como drones que pueden sobrevolar los centros y depositar los teléfonos con una precisión, burlando los sistemas de defensa de las cárceles. Los inhibidores hasta ahora implantados están basados en tecnología 3G, algo que se ha quedado obsoleto. Los trabajadores de los centros penitenciarios reclaman una mejora de sus tecnologías para poder poner fin a esta grave amenaza.
Las denuncias de los funcionarios de prisiones
Joaquín Leyva, portavoz de ACAIP-UGT (Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias), ha atendido a El Cierre Digital para exponer este problema.
Sobre las medidas que se están implementando para evitar que los reclusos sigan ingresando teléfonos móviles en las prisiones Joaquín comenta: “Lo único que ha cambiado en los últimos años es que se ha implementado en algunos centros lo que se denomina unidades caninas. Estos están pensados más para la detección de drogas, pero que pueden servir también para la detección de estos dispositivos. Es un programa piloto instalado en pocas prisiones y su incidencia en ese campo de terminales móviles es más complicado su funcionamiento”.

Leyva ha hablado de la necesidad de inhibidores para poder acabar con el problema. “La medida necesaria e imprescindible es la necesidad de inhibidores para que al impedir el uso dentro del centro, evitaremos la introducción. Estos inutilizan la frecuencia, con lo que no se podría usar. Los trabajadores también lo tenemos prohibido, nuestra comunicación se hace por vía interna a través de terminales fijos”.
Sobre la continuidad de los delitos, el portavoz de ACAIP puntualiza que “hay distintas situaciones. Por una parte los delitos de cara al exterior, la continuidad delictiva de bandas organizadas, poder seguir con el control de la banda o con el tráfico de estupefacientes desde dentro. También la continuación delictiva de casos de violencia de género, saltarse la privación de comunicaciones con la víctima. Luego están los que se pueden producir en el interior. Dentro del centro penitenciario están el comercio ilícito del móvil o deudas por el uso. Además de los problemas de convivencia por las pugnas por el control de estos terminales por parte de algunos reclusos. También la pequeña mafia que se puede producir dentro del centro penitenciario”.
Sobre los perfiles de reclusos que introducen los móviles, Joaquín asegura que “hay de todo. No hay uno determinado. Depende del uso que le quieran dar. Unos quieren hacer un uso que, aunque no sea permitido dentro de la prisión, no tiene un uso ilícito de cara al exterior. Luego están los internos que sí lo hacen con este uso ilícito y siguen con la continuidad delictiva. Hay otros problemas que se pueden producir con terminales que es la captación de imágenes del interior del centro y el uso que se puede hacer de estas imágenes desde el exterior”.
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