
Alerta mortal por el fentanilo contaminado: 'Es una bacteria frecuente en hospitales'
Hasta 87 personas han fallecido en Argentina por el uso del fentanilo clínico contaminado en centros hospitalarios
El escándalo por el uso de fentanilo clínico contaminado en centros hospitalarios de Argentina sigue en aumento. Dos bacterias encontradas en el fármaco han producido la muerte de hasta 87 personas, a las que se les había suministrado para aliviar sus dolencias. Esta cifra, dada por la Justicia en su investigación, podría ascender en los próximos días, a pesar de que el fármaco infectado ya no está en uso.
De hecho, según Radio Francia Internacional, el número de fallecidos ya habría alcanzado el centenar. Este escándalo ha dividido una vez más a la esfera política: la oposición ha señalado al Gobierno de Milei por errores en los controles estatales. Mientras, el presidente argentino culpa al kirchnerismo por una supuesta vinculación con uno de los empresarios sospechosos.
Todo comenzó el pasado mes de mayo, cuando se dio a conocer que 14 pacientes habían fallecido por el uso clínico de fentanilo. En dos lotes de este opiáceo sintético se encontraron dos bacterias que producen neumonía: Klebsiella pneumoniae y Ralstonia pickettii. El fármaco había sido elaborado a finales de 2024 por la farmacéutica HLB Pharma Group y el Laboratorio Ramallo.

La primera de estas bacterias es “relativamente frecuente cogerla en el hospital”, explica el doctor Darío Fernández a elcierredigital.com. Sin embargo, el médico asegura que “una infección por esta bacteria no tiene por qué ser mortal”. “Cuando se produce una infección tan grave, se llama bacteriemia, que es una inundación de bacterias en el torrente sanguíneo”, añade.
Esta concentración de bacterias causaría lo que se conoce como ‘shock séptico’: “Esto anula a muchos órganos, como el riñón, el pulmón o el cerebro”. Esto derivaría en un fallo multiorgánico. “Las klebsiellas sobre todo pueden llevar a un fallo multiorgánico, que tiene una mortalidad más allá del 50 por ciento”, afirma el doctor Fernández.
Además, el médico sostiene que con este tipo de bacteria el tratamiento puede llegar a ser “muy difícil”. “Produce una enzima llamada carbapenemasa que le hace muy resistente a los antibióticos”, explica.

Se estima que más de 300.000 ampollas fueron infectadas, de las cuales unas 45.000 se llegaron a emplear en pacientes. Estas ampollas contaminadas fueron distribuidas en al menos 118 centros de salud argentinos.
Sobre el uso clínico del fentanilo
El uso clínico del fentanilo se reserva a personas “con un dolor que no se calma con analgésicos normales”, describe Darío Fernández. “Tiene su uso médico para dolores multirresistentes y crónicos, en los que los analgésicos habituales han fallado. Es normal que se recete en los hospitales, incluso los médicos de familia pueden hacerlo”, añade.
Preguntado sobre la existencia de riesgos por el uso de este fármaco, el doctor Fernández explica que tiene los mismos “que cualquier medicamento”. “Si el fentanilo se usa bajo una prescripción médica y un seguimiento, tiene unos riesgos mínimos”, prosigue.
El experto sitúa el riesgo de este opiáceo en su uso: “El peligro del fentanilo llega con el uso recreativo o por droga”. “Puede producir adicción muy fácilmente, pues es muy potente, es 100 veces más potente que la morfina”, añade.
Los controles en la cadena de producción
Por el momento, no hay imputados en la investigación judicial liderada por el juez federal Ernesto Kreplak. El magistrado trata de averiguar quiénes fueron los responsables del escándalo y ahora se encuentra a la espera de dos peritajes técnicos. Uno de ellos trata de relacionar el tratamiento con la causa de fallecimiento de las víctimas a través de su historial clínico. El otro aborda el proceso de producción del fentanilo con la documentación recogida de los laboratorios investigados.

El cerco se estrecha sobre 24 personas que tenían alguna vinculación con los laboratorios implicados. De hecho, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) ya alertó sobre “deficiencias” en uno de estos. La institución las clasificó como “críticas y mayores”, pues afectaban “la calidad, seguridad y eficacia de los productos”.
Sin embargo, en febrero fue cuando decretó que el Laboratorio Ramallo “no podrá continuar con su actividad productiva”. En ese momento ya se había distribuido el fentanilo infectado.
“En el proceso de fabricación de medicamentos tiene que haber una asepsia total para que no haya contaminación. También en su conservación, con condiciones adecuadas de luz, temperatura y humedad; además de en el almacenamiento y en el manejo”, explica Fernández.
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