02 de mayo de 2024
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FIN DE SEMANA

Su empresa Lazarus Tecnologhy descubrió un borrado que según ha podido saber Elcierredigital.com fue "digno de profesionales"

Novedades caso Déborah Fernández: Peritos informáticos declaran sobre el borrado del disco duro de su ordenador

Deborah Fernández.
Deborah Fernández.
El caso Débora Fernández lleva casi dos décadas siendo uno de los principales misterios de la crónica negra española. Sin embargo, la familia de la joven asesinada en 2002 nunca ha cejado en su empeño de buscar al culpable. Ahora, nuevos datos pueden aportar luz al asunto. Empezando por las declaraciones de nuevos testigos. La más esperada, la de los peritos de la empresa Lazarus Tecnologhy que descubrió el borrado del disco duro del ordenador de la joven.

El caso de Déborah Fernández sigue generando nuevas informaciones. La familia continúa con su lucha para frenar los tiempos y que no prescriba un crimen aún sin resolver y cuya investigación presenta, cuanto menos, algunas irregularidades. 

Ahora se ha sabido que habrá nuevas declaraciones de testigos ante el Juzgado de Instrucción número 2 de Tui (Pontevedra). La que más expectación genera es la de los peritos del laboratorio Lazarus Tecnologhy. Ellos fueron los que descubrieron que del disco duro del ordenador de Déborah se borró información y, según ha podido saber Elcierredigital.com, se "hizo a conciencia", un trabajo "digno de profesionales". Descubrir quién hizo esto y con qué intención puede ser clave para resolver este crimen. 

No es la única novedad de un caso tan enmarañado. Ya en noviembre, la Audiencia Provincial de Pontevedra ratificó el 'Informe Pericial suscrito de Carmen Balfagón y Ramón Chpirrás" en el caso de Déborah Fernández. La investigación de Balfagón y Chippirrás puso el dedo en un aspecto importantísimo: en su momento no se realizó la correspondiente inspección de las uñas de las manos de la joven. 

Un examen de vital importancia que se realizó el pasado mes de mayo en base al informe que en abril aportó el criminólogo Óscar Tarruella y que propició la exhumación del cadáver de Déborah. Con el análisis de las uñas, se confirmó la aparición de pelos y fibras que podrían ayudar a resolver este caso. Las fibras halladas, según fuentes consultadas por Elcierredigital.com, podrían pertenecer a ropa de cama que, en su día, el principal sospechoso del crimen habría entregado a una tercera persona. 

Un crimen cometido en 2002

El 30 de abril de 2002 era un día normal para Déborah Fernández, fue a clase de Diseño Gráfico pero salió antes porque se sentía mal. Déborah, viguesa de 22 años, se fue desde clase a su casa en la avenida Atlántida de Alcabre y a mediodía acudió a la peluquería. Después de comer, por la tarde, salió a correr por la playa de Samil, se encontró con su prima e hicieron juntas parte del recorrido. A la altura del puente de Langares se despidió de ella y le dijo que no iba a salir aquella noche, que iba a alquilar "Amelie" en el videoclub.

A las nueve menos cuarto de la noche fue vista por última vez en la zona de Alcabre cuando un conocido, supuestamente, se cruzó con ella a 500 metros de su casa. Diez días más tarde, el 10 de mayo, una vecina, Adelaida, que paseaba a su perro por O Rosal, encontró su cuerpo a más de 40 kilómetros de Vigo. La joven estaba a tres metros del arcén de la carretera, desnuda y medio tapada con ramas de acacia, acostada de lado, con piernas y brazos flexionados. Depositaron el cuerpo con cuidado, con mimo, porque no había señales de arrastre del cadáver sobre el suelo.

La criminóloga Carmen Balfagón. 

La autopsia desveló que la joven había muerto entre seis y nueve días antes, pudiendo incluso haber ocurrido el mismo día de su desaparición. Cuando murió estaba vestida y así estuvo al menos durante las doce horas siguientes a su muerte. Luego desnudaron su cuerpo y lo lavaron. Los informes también arrojaron que Déborah permaneció en un lugar frío y oscuro, quizás una cámara frigorífica o un sótano, hasta que fue depositada en la cuneta por su presunto asesino o un cómplice.

El cuerpo no tenía signos de violencia ni de agresión sexual. La hipótesis más fiable fue la muerte por sofocación con un objeto blando, que no habría dejado signos violentos. Junto al cadáver se dejaron pistas falsas, como un preservativo usado, un pañuelo de papel y un cordón verde bajo el cuerpo. También se hallaron restos de semen y ADN, que parecían pruebas fiables para encontrar al autor. Durante años los investigadores siguieron estas pistas que luego resultaron ser falsas, se hicieron cientos de pruebas, entre ellos al principal sospechoso, un joven que había sido novio de la chica. Pero no se consiguieron resultados positivos.

Los investigadores finalmente descubrieron que la escena era ficticia, un escenario montado para hacer creer en el móvil sexual. El autor incluso introdujo semen artificialmente en la vagina de la joven, ya muerta. Los forenses determinaron que esa es la única explicación a que se conservara ese fluido diez días después del fallecimiento. Hasta cinco grupos policiales de trabajo pasaron por el caso sin poder llevar al asesino ante la Justicia. Diecinueve años más tarde la familia, los investigadores contratados y el Juzgado tratarán de arrojar luz sobre un crimen sin resolver.

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