26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El 21 de junio, el Juzgado de Cervera de Pisuerga decretó la reapertura de actuaciones y la práctica de diligencias en base a un nuevo testimonio

Caso niñas Aguilar de Campoo: Un Seat 127 blanco con matrícula de Valladolid y un hombre identificado

Manuela y Virginia, desaparecidas en 1992.
Manuela y Virginia, desaparecidas en 1992.
El pasado 21 de junio, el Juzgado de Cervera de Pisuerga decretó la reapertura de actuaciones y la práctica de diligencias en el caso de Manuela Torres y Virginia Guerrero, las niñas de Aguilar de Campoo desaparecidas en 1992. A pesar de la información contradictoria aportada por la Subdelegación de Gobierno de Palencia, que negaba la existencia de una investigación en curso, fuentes próximas al caso confirman a elcierredigital.com la identificación de un posible sospechoso.

La misteriosa desaparición de Virginia y Manuela, las dos niñas de Aguilar de Campoo cuyo rastro se esfumó en abril de 1992, podría estar más cerca de resolverse gracias al relato aportado por una nueva testigo, que arroja luz sobre un caso que lleva paralizado casi tres décadas. 

De este modo, y a pesar de las informaciones contradictorias que en los últimos días aportaba la propia Subdelegación del Gobierno en Palencia, que negaba la apertura de ningún tipo de investigación relativa a este caso, el Juzgado de Cervera de Pisuerga dictó el pasado 21 de junio un auto en el que decreta la reapertura de actuaciones y la práctica de diligencias.

La decisión del tribunal se basa en el testimonio que una espectadora del programa de televisión 'Viva la vida' prestó a la Guardia Civil al conocer la historia de Virginia y Manuela. Un año antes de que las niñas de Aguilar desaparecieran, esta mujer y una amiga, entonces menores de edad, también volvían de Reinosa haciendo autostop cuando un coche paró, un Seat 127 blanco, recogió a ambas chicas y pegó un volantazo para tomar la dirección opuesta. La única diferencia entre estas jóvenes y Manuela y Virginia es que las primeras consiguieron escapar tras un forcejeo con el agresor que provocó que el vehículo se saliera de la carretera, momento en que aprovecharon para salir y huir.

Fuentes próximas al caso confirman a elcierredigital.com que el conductor del vehículo ha sido identificado. Se trataría de un hombre residente en un pueblo del norte de España, apenas a 30 kilómetros de Reinosa, el lugar donde Manuela y Virginia fueron vistas por última vez subiéndose a un Seat 127, con matrícula de Valladolid.  

Seat 127. 

Aunque el hombre ya ha sido identificado, por el momento no se ha producido ninguna detención, por lo que ahora corresponde a las autoridades pertinentes seguir indagando para certificar si existe relación entre el sospechoso y la desaparición de ambas jóvenes. 

Emilio Guerrero, hermano de Virginia, indicaba en 'Viva la vida' que la nueva pista suponía un halo de esperanza: "Tengo una sensación de esperanza, alegría y miedo. Siempre conservas esperanza y hay que afrontar la situación para digerir ciertas cosas. Tengo miedo, por supuesto", al tiempo que indicaba que, en este momentos, lo más importante es ser realistas y tener prudencia. 

La desaparición 

Virginia, de 14 años, y Manuela, de 13, dos amigas inseparables de Aguilar de Campoo, en Palencia, desaparecieron bien entrada la noche del 23 al 24 de abril, como relató elcierredigital.com.

Ambas jóvenes habían ido a divertirse a una discoteca de Reinosa, en Cantabria, a unos 30 kilómetros de Aguilar de Campoo. No se sabe cómo llegaron hasta allí, porque a sus familias les dijeron que irían a una fiesta de cumpleaños en su pueblo. Sin embargo, varios testigos las identificaron en la discoteca Cocos y en una zona de bares de la citada localidad cántabra. Sí se sabe que las dos niñas decidieron volver a sus casas haciendo autoestop, una práctica más que habitual en la época, y algunas personas aseguraron entonces que las dos chicas se subieron a un coche blanco, un Seat 127, frente a la fábrica de galletas Cuétara de Reinosa.

Las líneas de investigación 

La investigación se realizó con los rudimentarios métodos de la época. No había móviles, ni cámaras, y en las comisarías y cuarteles de toda España se repetía aquel mantra de que había que esperar 24 o 48 horas para comenzar a buscar a alguien, un protocolo que, afortunadamente, ha cambiado con el paso de los años al considerarse las primeras horas como fundamentales para la búsqueda. 

Aún así, las fotos de Virginia y Manuela empapelaron la zona y las provincias limítrofes, y el programa de televisión '¿Quién sabe dónde?', recién estrenado, dedicó muchas de sus emisiones a analizar este caso. Comenzaron a llegar las llamadas, algunas aportando pistas, otras, de auténticos desalmados, intentando burlarse de una situación desgarradora. 

Aguilar de Campoo. 

Se investigaron todos y cada uno de los posibles rastros. Clubes de alterne en las provincias de Palencia y Burgos, donde algunas personas situaban a las niñas. También fueron supuestamente avistadas en Cádiz, Madrid o Asturias. Se hicieron gestiones en Málaga, donde el padre de Manuela tenía cierto arraigo, y en Francia, donde vivía cuando desapareció su hija, pero no se encontró nada. 

Tras estallar el caso de las niñas de Alcàsser, se alejó el foco de la desaparición de las jóvenes de Aguilar de Campoo. 

Restos cadavéricos 

En octubre de 1994, unos caminantes encontraron un saco con dos cráneos y algunos huesos bajo el puente de Pontinos, en el pantano de Requejada, cerca de Aguilar de Campoo. No obstante, y aunque un periódico de la zona se atrevió a afirmar que pertenecían a Manuela y Virginia, los resultados de los análisis descartaron esta posibilidad. 

En octubre de 2017, de nuevo el hallazgo de unos restos óseos, en esta ocasión  una mandíbula en la orilla del pantano del Ebro, en la población de Yuso, traía a la actualidad el caso. Las pruebas de ADN, otra vez, fueron negativas. 

Movimientos alternativos de Madrid 

La pista más fiable surgió en marzo de 1997, cuando una joven okupa declaró que había visto a las chicas de Palencia viviendo entre los grupos alternativos de Madrid. Con estos datos se elaboraron unos retratos robots, que mostraban a Manuela con el pelo corto y un mechón azul y a Virginia con un aspecto similar a cuando desapareció. La Guardia Civil abrió entonces la operación Cupido, para intentar dar con las jóvenes. 

Un mes más tarde, una mujer declaró haber visto a las jóvenes en un autobús, que llevaban estética okupa e iban acompañadas de un joven con estética similar, lo que coincidía con la pista aportada por la otra joven. A pesar de las investigaciones, no se obtuvieron resultados.

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