25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El asesinato de los aristócratas el 1 de agosto 1980 forma parte de la crónica negra y sigue con serias dudas por los fallos en la investigación

Sigue el misterio del crimen de los Marqueses de Urquijo 39 años después: Quién lo hizo y por qué

Boda de Rafi Escobedo y Miryam de la Sierra
Boda de Rafi Escobedo y Miryam de la Sierra
En el verano de 1980 se cometió uno de los asesinatos más famosos de la historia reciente de España, el de los Marqueses de Urquijo. Sexo, dinero y traiciones en el seno de alta sociedad se entremezclaban en un caso lleno de errores tanto en la investigación como en la instrucción. Todo se remató con un único condenado, Rafi Escobedo, y una sentencia con una de las frases más desafortunadas de la historia judicial española: "el acusado cometió el asesinato sólo o compañía de otros".

Si hay un crimen que ha excitado la curiosidad de los españoles ese ha sido el de los Marqueses de Urquijo. La historia lo tenía todo. Ricos, líos de faldas, dos asesinatos con demasiadas dudas y una investigación que vista desde hoy fue el colmo de las chapuzas y los errores, cometidos de forma involuntaria o no.

A la fascinación por lo ocurrido en 1980 ayudaron varias circunstancias: era verano, época de escasez de noticias y estábamos en plena Transición. Por primera vez los ciudadanos españoles podían asistir a como se rastreaba en las miserias de alta sociedad, algo que cinco años antes, con el dictador Francisco Franco vivo, hubiera sido impensable. En esos años triunfaban los culebrones como Falcon Crest o Dinastía. El país asistió a uno real en vivo y en directo.

La madrugada del 1 de agosto de 1980 los Marqueses dormían en camas separadas en su mansión de Somosaguas, una lujosa urbanización de Madrid. Él, Manuel de la Sierra de 55 años dormía en la habitación matrimonial. Ella, Lourdes Urquijo, quien verdaderamente ostentaba el título hacía lo propio en una austera habitación contigua. Supuestamente, junto a ellos pernoctaba en la mansión su criada dominicana. Más tarde se sabría que durante la noche se había ausentado para mantener un encuentro sexual con el mayordomo de un vecino, el banquero Claudio Boada.

Los Urquijo y los Escobedo en la boda de Miryam y Rafi. 

En plena noche una o varias personas (es una de las dudas que todavía persisten) saltaron la valla de un metro y medio y se dirigieron a la mansión en la que penetraron por la puerta de la piscina. Usaron un soplete para romper la puerta que separaba la piscina del resto de la casa. Subieron a la primera planta y se dirigieron a la habitación del Marqués. Le dispararon un tiro en la nuca, justo detrás de la oreja que acabó con su vida enseguida. Alguien tropezó y la pistola, una Star 22, se disparó impactando contra un armario.

Este ruido despertó a la Marquesa que preguntó en alto “¿Quién es?” Fue su sentencia de muerte. Siempre se creyó que la muerte de Lourdes no fue buscada. Alguien penetró en su habitación y le disparó en la boca. Luego le dió un tiro de gracia en la vena carótida.

Los cuerpos de los aristócratas fueron descubiertos a las 9 de la mañana por la criada. Desde el principio empezaron a suceder cosas raras. La primera es la llegada del administrador de la familia, Diego Martínez Herrera, que lo hizo completamente vestido de negro. Algo sorprendente un primero de agosto en Madrid. La primera decisión que tomó antes de que llegaran los forenses fue ordenar lavar los cuerpos. Esta acción no tuvo ninguna consecuencia judicial.

Desde el principio se descartó el robo como móvil, pero dada la inestabilidad política de la época y el hecho de que el Marqués se encargara del poderoso Banco Urquijo hizo pensar que el crimen pudo haber sido cometido por ETA o el GRAPO.

Rafi Escobedo, el único condenado por el asesinato

El inspector de policía José Romero Tamaral dio un giro inesperado al caso. Ya tenía en el punto de mira a Rafi Escobedo, yerno de los Marqueses. Este era íntimo del hijo de los aristócratas, Juan de la Sierra, y se había casado con la hija Miryam. Sin embargo, en el momento del crimen el matrimonio estaba roto. La hija de los marqueses había iniciado una relación sentimental con Richard Dennis Rew, conocido como ‘Dick el americano’ que el día del crimen estaba en Oviedo. Años después sería vinculado a un caso de estafa piramidal, mediante la empresa Golden Paradise.

Juan de la Sierra y Miryam, hijos de los Marqueses de Urquijo. 

Romero Tamaral se reunió con Rafi en el finca de su padre Miguel en la provincia de Toledo. Miguel Escobedo era coleccionista de armas y le gustaba practicar el tiro. En dicha finca Rafi estaba disparando cuando se encontró con el inspector. Este recogió unos casquillos que coincidía con el de las balas usadas para matar a los Marqueses. Miguel Escobedo había puesto a la venta la pistola Star 22 que se usó en el doble crimen meses atrás.

Rafi fue detenido el 8 de abril de 1981 e interrogado en la Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol, hoy sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Según contaría el propio Rafi años después la policía le sometió a varias torturas físicas y psicológicas, algo habitual en pleno posfranquismo, y consiguieron arrancarle una confesión. Sobre una cuartilla que firmó aseguró haber matado a sus suegros. Esta cuartilla, al igual que los casquillos, desaparecieron misteriosamente en el momento del juicio. En el caso de la confesión escrita podría haber sido una prueba fundamental ya que un grafólogo podría haber certificado el estado en el que Rafi escribió la confesión.

En octubre de 1983, Rafael Escobedo Arnay, fue condenado, a pesar de la falta de pruebas objetivas, solo hubo indicios, a 53 años de prisión. La sentencia ha pasado a la historia por una frase que deja en mal lugar a la justicia: “Rafi Escobedo asesinó a los Marqueses de Urquijo sólo o en compañía de otros”. El Fiscal Zarzalejos soltó otra frase para la historia: “Puede que ahora mismo otros implicados se estén riendo por haberse librado de la acción de la Justicia”.

Otra muerte poco clara y un segundo juicio

Escobedo sólo cumplió siete de cárcel, ya que en julio de 1988 fue hallado muerto en su celda del penal del Dueso en Cantabria. La versión oficial es que se suicidó ahorcándose con una sábana. Sin embargo, su abogado Marcos García Montes encargó una segunda autopsia al forense José Antonio García Andrade. Este determinó que los pulmones de Escobedo tenían restos de cianuro. Tampoco había nota de suicidio. Algo sorprendente en alguien que gastaba su tiempo entre rejas escribiendo. De hecho, García Marcos conserva las memorias manuscritas del único condenado por el asesinato y que nunca han visto la luz.

Rafi Escobedo entre rejas. 

Sin embargo, el periplo judicial del famoso crimen no acabó aquí. Hubo más detenidos y se celebró un segundo juicio. Se detuvo a Javier Anastasio y a Mauricio López Roberts. Al primero se le acusaba de haber participado en el asesinato y al segundo de haber actuado de encubridor llegado a prestar 25.000 pesetas a Anastasio para que el 1 de agosto de 1980 viajara a Londres para visitar a su novia Patricia, azafata de Iberia. Curiosamente, en esa misma fecha se encontraba en la capital británica el hijo de los Urquijo, Juan de la Sierra.

Anastasio nunca fue condenado, porque tras cumplir tres años de prisión provisional, se dio a la fuga. Durante años vivió en varios países de Latinoamerica y en 2010, tras prescribir el caso, volvió a España. En 2017 publicó junto a Melchor Miralles sus memorias. Aseguró que la noche del crimen llevó a Rafi a Somosaguas y que lanzó al pantano de San Juan el arma usada. Son muchos los que piensan. y algunos los que temen, que Anastasio es el único que puede resolver lo que pasó aquel 1 de agosto de 1980.

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