19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

EL PERIODISTA Y ESCRITOR MARIANO SÁNCHEZ SOLER REPASA EN UN LIBRO LOS GRANDES SUCESOS DE LOS AÑOS 80 Y 90 QUE CONMOVIERON A NUESTRO PAÍS

Los crímenes más famosos de la democracia: de los Urquijo a 'el Nani' a la Dulce Neus o Lucrecia Pérez

De izda a derecha: los Urquijo, la Dulce Neus y Rodríguez Menéndez, Santi Corella 'el Nani' y Lucrecia Pérez.
De izda a derecha: los Urquijo, la Dulce Neus y Rodríguez Menéndez, Santi Corella 'el Nani' y Lucrecia Pérez. / Montaje El Cierre Digital
La historia reciente de España está marcada por una serie de casos que constituyeron un hito en la crónica negra: los Marqueses de Urquijo, la Dulce Neus, Santiago Corella 'el Nani' o el de la secta Edelweis. El periodista Mariano Sánchez Soler en su libro 'Una hojarasca de cadáveres' (Editorial Alrevés) repasa los sucesos más mediáticos de los años 80 y 90 en nuestro país.

La historia de un país también es la de sus muertos, la de sus crímenes. La crónica negra dice mucho de lo que somos cómo sociedad y cómo esta evoluciona. Un espejo que nos devuelve reflejos que, a veces, no nos gustan pero que siempre despierta ganas de asomarse. 

Bajo estas premisa se puede leer Una hojarasca de cadáveres (Editorial Alrevés) el nuevo libro de Mariano Sánchez Soler en el que el veterano periodista y escritor repasa 'sus' crímenes. Algunos casos que han marcado la crónica negra española de las últimas décadas pero también su trayectoria como periodista. 

"Lo elegidos son los importantes en el terreno personal. Los que he cubierto cuando ocurrieron y me han perseguido durante años. A través de estos crímenes estás analizando cómo era la sociedad española en el momento. Son una foto del momento en el que se producen", explica Sánchez Soler a Elcierredigital.com

Los marqueses de Urquijo

El doble asesinato de Manuel de la Sierra y Lourdes Urquijo, marqueses de Urquijo, en la madrugrada del 1 de agosto de 1980 es el gran hito de la crónica de sucesos en España. 

Portada del libro. 

Sexo, dinero y traiciones en el seno de alta sociedad se entremezclaban en un caso lleno de errores tanto en la investigación como en la instrucción. Todo se remató con un único condenado, Rafi Escobedo, y una sentencia con una de las frases más desafortunadas de la historia judicial española: "El acusado cometió el asesinato sólo o compañía de otros".

Todo un punto de inflexión en el tratamiento de los sucesos en la prensa española. "Fu un hecho sociológico impresionante, ese año ETA mató a más de 90 personas, pero la sociedad se convulsionó con este caso. Surgió antes de las televisiones, fue un boom. En el juicio en la Audiencia Provincial de Madrid había cola para entrar".

Para Sánchez Soler, "el principal problema del caso es la seguridad de la autoría". "Que Rafi Escobedo participó está claro, pero no que apretara el gatillo", explica. "La investigación fue un desastre. Había poca Policía científica. Hoy en día se habría resuelto enseguida, gracias al ADN", remata. 

Dulce Neus

Otro de los casos que se rescatan en el libro fue este que tuvo lugar a principios de los ochenta. El 28 de junio de 1981 se cometió un asesinato que convirtió a Nieves Capdevila en un personaje público. ¿Puede ser un asesino o asesina calificada de dulce? Ella lo consiguió y su peculiar forma de hablar hizo que se la bautizase con la Dulce Neus.

La Dulce Neus estaba casada con un rico empresario inmobiliario, Juan Vila Carbonell, militante de Fuerza Nueva con el que tenía seis hijos. Según contó la propia Nieves Capdevila, desde el principio el matrimonio estuvo marcado por los malos tratos físicos y psíquicos tanto hacía ella como a los hijos.

Neus Capdevila. 

"Fue un caso de un mujer maltrata que se hartó. No se la estaba proceseando a ella, sino a la mujer capaz de organizar un complot para matar al marido. Para sobrevivir, para salir de ese agujero. Lo que pasa después es secundario con las exclusivas y las telvisiones. Decide elminar a su marido junto a sus hijos, en esa sociedad. Era un proceso a la familia tradicional", rememora Sánchez Soler. 

Los crímenes de odio 

Dos nombres de mujer. Dos víctimas y un mismo motivo: aniquilar al distinto. En Una hojarasca de crímenes se repasan los casos de Yolanda González y Lucrecia Pérez, víctimas de la ultraderecha. 

"Estos casos demuestran que el tiempo no va tan rápido. Yolanda es el caso más bestial de la Transición, una chica de 19 años de Bilbao que vive en Madrid, que trabaja por la mañana y por la tarde hace FP. Como es vasca y del movimiento estudiantil contra las leyes de UCD, la secuestran se la llevan y la matan en una cuneta. Eran dirigentes de Fuerza Nueva. El condenado Hellín era Jefe de Seguridad de Arganzuela y tenían un comando del Batallón Vasco Español", cuenta Sánchez Soler sobre este asesinato perpretado por la ultraderecha el 1 de febrero de 1980. 

Doce años después grupos ultras acababan con la vida de Lucrecia Pérez, una inmigrante dominicada. Un crimen por motivos racistas que, en plenos años 90, devolvía a la extrema derecha a la actualidad.

"Entraron en una antigua discoteca donde dormían unos inmigrantes y los frieron a tiros. Con un comando muy parecido a la Transición, en el que, además, había un funcionario. Eso se produce en un contexto muy concreto, en mitad de campañas que decían 'Los españoles primero', contra la inmigración, que no era tan numerosa en aquella época. Ni siquiera era masiva. El móvil era acabar con los diferentes. Los personajes se repetían de una época a otra. Blas Piñar, como dirigente del Frente Nacional, volvió a aparecer en escena para opinar del asunto", asegura Sánchez Soler. 

El olor de las cloacas

Algunos casos de la crónica negra vinieron a desvelar los cuerpos la parte más oscura de los Servicios de Seguridad del Estado. Santiago Corella 'El Nani' es uno caso paradigmático.

Santiago Corella 'el Nani'. 

Nani tenía 29 años el día que desapareció. Fue el 12 de noviembre de 1983. Santiago Corella fue uno de los muchos chicos de provincia que llegó a la capital con el fin de sobrevivir y, aunque trabajó en un pub y en un quiosco, finalmente se decantó por la delincuencia como modo de supervivencia para sacar adelante a su mujer y dos hijos. Entre las autoridades era conocido como un delincuente de poca monta y ya había sido detenido en varias ocasiones por hurtos.

Un caso que se encontró con muchas trabas a la hora de realizar la investigación: "Se reían del Juez Instructor. Cuando pidió un informe, los propios policías implicados rellenaban con las respuetas. El Juez Arrieta puso las pruebas en manos de la Guardia Civil y tuvo que buscar cómo procesarles. Era un grupo de delincuentes dentro de la élite de la policía. Algunos periodistas decidimos tirar del hilo porque nos hacíamos una pregunta tremenda '¿Cuántos Nanis ha habido?'. Al año de su desaparición, publiqué en Tiempo un reportaje en el que hablé con sus hermanas y me contaron la historia y escribí un texto titulado El primer desaparecido de la democracia y El País con Javier Valenzuela siguió tirando del hilo. Actuaban en la impunidad más absoluta", rememora Sánchez Soler. 

El periodista recuerda en su libro dos casos que trascendieron la crónica de sucesos por la relación que tenían con dos los grandes escándalos de la democracia: el 23-F y la Colza

En el primer caso se trata de la muerte del comisario Antonio Cortina, padre del coronel José Luis Cortina Prieto, implicado en la intentona golpista siendo "un fleco alejado y parcial del 23-F, donde muerte Cortina en una casa donde se reunieron Tejero y Cortina Prieto". "Su muerte fue accidental pero se convirtió una versión distinta con un implicado que era un confite (confidente) de la Policía. Lo interesante de esta historia estaba detrás. No siempre el delito es lo más importante", añade. 

En el segundo caso, se trata de la muerte de María Teresa Mestre, esposa de un condenado por el asunto del aceite envenenado, el empresario Enrique Salomó. En un principio se vio la sombre del caso Colza detrás pero todo resultó ser un crimen común. El asesino era "un amigo de los hijos que hizo el paripé de mandar en un anónimo en nombre de una asociación de damnificados de la Colza. Usó este asunto". Lo cierto es que fue un caso que "no investigaron bien y que registraron la casa del asesino y encontraron que no había tirado el bolso de ella con la documentación, de lo impune que se creía". 

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