26 de abril de 2024
|
Buscar
FIN DE SEMANA

Se cumple el plazo máximo penal y no podrá investigarse a nadie más, se pone fin a un suceso en el que los familiares han denunciado irregularidades

Veinte años del crimen de Déborah Fernández: Prescribe el caso salvo para el único investigado, su exnovio

El Cierre Digital en Déborah Fernández.
Déborah Fernández. / La joven fue asesinada el 30 de abril de 2002.
El crimen de Déborah Fernández no es sólo un cúmulo de misterios a lo largo de dos décadas sino también la historia de la lucha de su familia para poder resolver el asesinato de la joven que tuvo lugar el 30 de abril de 2002. Se cumplen veinte años del suceso, el plazo máximo penal en nuestro país, por lo que solo podrá investigarse al exnovio de la joven gallega. Su futuro judicial es la única vía para resolver el crimen de Déborah.

El crimen de Déborah Fernández cumple el plazo máximo penal en nuestro país, veinte años, salvo para las acciones que afecten al único investigado del caso, P.P.S., exnovio de Déborah y cuyo futuro judicial tiene que determinar el Juzgado de Instrucción nº 2 de Tui (Pontevedra). 

El 30 de abril de 2002 era un día normal para Déborah Fernández. Aunque fue a clase de Diseño Gráfico salió antes porque se sentía mal. Déborah, viguesa de 22 años, se fue desde clase a su casa, en la avenida Atlántida de Alcabre, y a mediodía acudió a la peluquería. Después de comer, por la tarde, salió a correr por la playa de Samil, donde se encontró con su prima e hicieron juntas parte del recorrido. A la altura del puente de Langares se despidió de ella y le dijo que no iba a salir aquella noche, que iba a alquilar "Amelie" en el videoclub.

A las nueve menos cuarto de la noche fue vista por última vez en la zona de Alcabre cuando un conocido, supuestamente, se cruzó con ella a 500 metros de su casa. Diez días más tarde, el 10 de mayo, una vecina, Adelaida, que paseaba a su perro por O Rosal, encontró su cuerpo a más de 40 kilómetros de Vigo. La joven estaba a tres metros del arcén de la carretera, desnuda y medio tapada con ramas de acacia, acostada de lado, con piernas y brazos flexionados. Depositaron el cuerpo con cuidado, con mimo, porque no había señales de arrastre del cadáver sobre el suelo.

La autopsia desveló que la joven había muerto entre seis y nueve días antes, pudiendo incluso haber ocurrido el mismo día de su desaparición. Cuando murió estaba vestida y así estuvo al menos durante las doce horas siguientes a su muerte. Luego desnudaron su cuerpo y lo lavaron. Los informes también arrojaron que Déborah permaneció en un lugar frío y oscuro, quizás una cámara frigorífica o un sótano, hasta que fue depositada en la cuneta por su presunto asesino o un cómplice.

Juzgados de Tui. 

El cuerpo no tenía signos de violencia ni de agresión sexual. La hipótesis más fiable fue la muerte por sofocación con un objeto blando, que no habría dejado signos violentos. Junto al cadáver se dejaron pistas falsas, como un preservativo usado, un pañuelo de papel y un cordón verde bajo el cuerpo. También se hallaron restos de semen y ADN, que parecían pruebas fiables para encontrar al autor. Durante años los investigadores siguieron estas pistas que luego resultaron ser falsas. Se hicieron cientos de pruebas, entre ellas, algunas al principal sospechoso, un joven que había sido novio de la chica. Pero no se consiguieron resultados positivos.

Los investigadores finalmente descubrieron que la escena era ficticia, un escenario montado para hacer creer en el móvil sexual. El autor incluso introdujo semen artificialmente en la vagina de la joven, ya muerta. Los forenses determinaron que esa es la única explicación de que se conservara ese fluido diez días después del fallecimiento. Hasta cinco grupos policiales de trabajo pasaron por el caso sin poder llevar al asesino ante la Justicia. Diecinueve años más tarde, la familia, los investigadores contratados y el Juzgado tratarán de arrojar luz sobre un crimen sin resolver.

La reapertura del caso

En noviembre de 2021, la Audiencia Provincial de Pontevedra ratificó el 'Informe Pericial suscrito de Carmen Balfagón y Ramón Chpirrás" en el caso de Déborah Fernández. La investigación de Balfagón y Chippirrás puso el dedo en un aspecto importantísimo: en su momento no se realizó la correspondiente inspección de las uñas de las manos de la joven. 

Un examen de vital importancia que se realizó en el mes de mayo de 2021 en base al informe que en abril aportó el criminólogo Óscar Tarruella y que propició la exhumación del cadáver de Déborah. Con el análisis de las uñas, se confirmó la aparición de pelos y fibras que podrían ayudar a resolver este caso. Las fibras halladas, según fuentes consultadas en su momento por Elcierredigital.com, podrían pertenecer a ropa de cama que, en su día, el principal sospechoso del crimen habría entregado a una tercera persona. 

Por otro lado, el viernes 11 de febrero por el Juzgado de Instrucción número 2 de Tui pasaron siete testigos claves para el caso de la muerte de Deborah Fernández. Entre ellos, los peritos del laboratorio Lazarus Tecnologhy que fueron los que descubrieron que del disco duro del ordenador de Déborah se borró información y, según fuentes a las que accedió en su momento Elcierredigital.com, se "hizo a conciencia", un trabajo "digno de profesionales". Descubrir quién hizo esto y con qué intención puede ser clave para resolver el crimen. 

El único investigado, el exnovio de Déborah

Unas semanas más tarde, el 11 de marzo, declaraba el hoy investigado P.P.S., exnovio de Déborah. Una declaración en la que el investigado, ahora un empresario muy conocido en Vigo por los negocios de su familia, ha defendido con uñas y dientes su inocencia. Durante su testimonio volvió a caer en contradicciones que, según el letrado de la acusación, “ya no nos sorprende, porque si comparamos esta declaración con la media docena de veces que ha declarado anteriormente en la Policía, no dijo lo mismo nunca”.

Déborah Fernández. 

Entre otras cosas, el investigado ha negado que el día de la desaparición de Déborah se hubiera citado con la joven o que hubiera llamado a sus familiares para hablar de ello.

Su declaración chocó frontalmente con la de los testigos del caso que escucharon esas conversaciones, incluso la de la peluquera que atendió esa tarde a Déborah y que en su día declaró que la escuchó hablar con alguien por teléfono, tras lo que le dijo que había quedado con esa persona. En declaraciones ante la policía, efectuadas anteriormente, el exnovio de Déborah sí admitió haber hablado con ella y con familiares la misma tarde de la desaparición de la chica.

El investigado también negó que la policía le preguntara por el fuerte olor a podrido que emanaba del maletero de su coche en los días posteriores a la desaparición de Déborah, justo antes de que hallaran el cuerpo de la joven a las afueras del pueblo de O Rosal.

Estas afirmaciones son contrarias a lo que declaró en su día la Policía. No era un detalle inocente. Déborah desapareció el 30 de abril de 2020 pero su cadáver se halló diez días después en una cuneta cercana. Alguien transportó allí su cuerpo, recién lavado y envuelto en plástico, junto a dos preservativos usados que nada tenían que ver con el caso, todo para despistar a los investigadores.

Otra parte del interrogatorio basculó alrededor de la posibilidad de que el investigado hubiera podido tener acceso a un arcón congelador donde guardar durante días el cuerpo de la víctima. Mientras el investigado lo negaba, los que conocían el caso recordaban cómo hizo lo mismo ante la Policía hace años, aunque en otra de las declaraciones del caso salió a relucir un arcón congelador en una vivienda de su familia muy cercana al apartamento que entonces tenía el ahora investigado. Durante toda la declaración, P.P.S. ha negado cualquier desfase en las horas de su coartada, incluso introduciendo a una antigua expareja de Déborah en su relato.

El abogado que representa a la familia de Déborah lo resumía de esta forma al término del interrogatorio: “a su abogado no le ha quedado mucho que preguntar, pero yo le hubiera preguntado durante horas para que explicara tantas dudas que tenemos”. 

Sólo el empeño de la familia de Déborah, con su hermana Rosa a la cabeza, consiguió desatascar el caso una y otra vez, hasta el punto de conseguir exhumar el cadáver de su hermana recientemente y que los forenses detectaran que la joven pudo ser asesinada y que no sufrió “una muerte súbita”, como dijo la primera autopsia de hace 20 años.

Ahora sólo existe una única vía para resolverse un crimen que tuvo lugar hace dos décadas, el máximo plazo penal en nuestro país para un delito. 

COMPARTIR: