22 años de muerte de Déborah Fernández: Crimen sin resolver y con solo un investigado
LA FAMILIA SOLICITÓ QUE EL CASO NO FUESE ARCHIVADO Y LA JUEZA AMPLIÓ LA INSTRUCCIÓN PARA REALIZAR DILIGENCIAS A SU EX
El asesinato de Déborah Fernández ha sido uno de los crímenes que ha contado con más complicaciones para dar con el responsable. 22 años después sigue sin haber un culpable por el asesinato de la joven el 30 de abril de 2002 en Vigo. Debido al tiempo que ha pasado desde que ocurrió el crimen y la falta de pruebas concluyentes que arrojen luz al caso, la familia de Déborah ha solicitado en varias ocasiones que no se archive el caso, aunque en 2021 perdió toda esperanza de encontrar al culpable del asesinato de Déborah. Por su parte, la jueza encargada del caso lo prorrogó en enero hasta junio de 2024.
El pasado mes de marzo se realizó la extracción de una muestra de ADN del exnovio y único investigado por la muerte de Deborah. Se trató de la tercera prueba de ADN realizada a P.P.S., sin embargo, la primera extracción, realizada el 9 de mayo de 2002, no estaba documentada y la segunda, realizada en 2010, no se envió a analizar. El objetivo es que se compare la evidencia genética del exnovio con vestigios hallados en el cadáver de la víctima, especialmente con un pelo del que se logró extraer material genético.
Cabe recordar que en enero la jueza instructora del caso del Juzgado de Instrucción nº 2 de Tui acordó ampliar por 6 meses la instrucción a fin de que se practicasen las pruebas pendientes, que entonces eran esta recogida de muestras de ADN y una pericial sobre el teléfono móvil de la joven.
Concretamente, los resultados de esto último llegaron al juzgado en enero, donde en un escueto informe los agentes de la Policía Nacional concluyen que no se encontró ningún tipo de información sobre contactos, llamadas o SMS. Nada, ni el más mínimo indicio o pista en la memoria del dispositivo que permita avanzar en esta causa judicial reabierta en 2019.
Los hechos acontecidos
El 30 de abril de 2002 era un día normal para Déborah Fernández. Aunque fue a clase de Diseño Gráfico salió antes porque se sentía mal. Déborah, viguesa de 22 años, se fue desde clase a su casa, en la avenida Atlántida de Alcabre, y a mediodía acudió a la peluquería. Después de comer, por la tarde, salió a correr por la playa de Samil, donde se encontró con su prima e hicieron juntas parte del recorrido. A la altura del puente de Langares se despidió de ella y le dijo que no iba a salir aquella noche, que iba a alquilar "Amelie" en el videoclub.
A las nueve menos cuarto de la noche fue vista por última vez en la zona de Alcabre cuando un conocido, supuestamente, se cruzó con ella a 500 metros de su casa. Diez días más tarde, el 10 de mayo, su vecina Adelaida, que paseaba a su perro por O Rosal, encontró su cuerpo a más de 40 kilómetros de Vigo. La joven estaba a tres metros del arcén de la carretera, desnuda y medio tapada con ramas de acacia, acostada de lado, con piernas y brazos flexionados. Depositaron el cuerpo con cuidado, con mimo, porque no había señales de arrastre del cadáver sobre el suelo.
La autopsia desveló que la joven había muerto entre seis y nueve días antes, pudiendo incluso haber ocurrido el mismo día de su desaparición. Cuando murió estaba vestida y así estuvo al menos durante las doce horas siguientes a su muerte. Luego desnudaron su cuerpo y lo lavaron. Los informes también arrojaron que Déborah permaneció en un lugar frío y oscuro, quizás una cámara frigorífica o un sótano, hasta que fue depositada en la cuneta por su presunto asesino o un cómplice.
El cuerpo no tenía signos de violencia ni de agresión sexual. La hipótesis más fiable fue la muerte por sofocación con un objeto blando, que no habría dejado signos violentos. Junto al cadáver se dejaron pistas falsas, como un preservativo usado, un pañuelo de papel y un cordón verde bajo el cuerpo. También se hallaron restos de semen y ADN, que parecían pruebas fiables para encontrar al autor.
Durante años los investigadores siguieron estas pistas que luego resultaron ser falsas. Se hicieron cientos de pruebas, entre ellas, algunas al principal sospechoso, un joven que había sido novio de la chica. Pero no se consiguieron resultados positivos.
Los investigadores finalmente descubrieron que la escena era ficticia, un escenario montado para hacer creer en el móvil sexual. El autor incluso introdujo semen artificialmente en la vagina de la joven, ya muerta. Los forenses determinaron que esa es la única explicación de que se conservara ese fluido diez días después del fallecimiento. Hasta cinco grupos policiales de trabajo pasaron por el caso sin poder llevar al asesino ante la Justicia.
El único investigado, el exnovio de Déborah
En el mes de mayo de 2021 se realizó un estudio de vital importancia para el caso en base al informe que en abril aportó el criminólogo Óscar Tarruella y que propició la exhumación del cadáver de Déborah. Con el análisis de las uñas, se confirmó la aparición de pelos y fibras que podrían ayudar a resolver este caso. Las fibras halladas, según fuentes consultadas en su momento por elcierredigital.com, podrían pertenecer a ropa de cama que, en su día, el único sospechoso del crimen habría entregado a una tercera persona.
Por otro lado, el viernes 11 de febrero pasaron por el Juzgado de Instrucción número 2 de Tui siete testigos claves para el caso de la muerte de Deborah Fernández. Entre ellos, los peritos del laboratorio Lazarus Tecnologhy, que fueron los que descubrieron que del disco duro del ordenador de Déborah se borró información y, según fuentes a las que accedió en su momento Elcierredigital.com, se "hizo a conciencia", un trabajo "digno de profesionales". Descubrir quién hizo esto y con qué intención puede ser clave para resolver el crimen.
Unas semanas más tarde, el 11 de marzo, declaraba el hoy investigado P.P.S., exnovio de Déborah. Una declaración en la que el investigado, ahora un empresario muy conocido en Vigo por los negocios de su familia, ha defendido con uñas y dientes su inocencia. Durante su testimonio volvió a caer en contradicciones que, según el letrado de la acusación, “ya no nos sorprende, porque si comparamos esta declaración con la media docena de veces que ha declarado anteriormente en la Policía, no dijo lo mismo nunca”.
Entre otras cosas, el investigado ha negado que el día de la desaparición de Déborah se hubiera citado con la joven o que hubiera llamado a sus familiares para hablar de ello. Su declaración chocó frontalmente con la de los testigos del caso que escucharon esas conversaciones, incluso la de la peluquera que atendió esa tarde a Déborah y que en su día declaró que la escuchó hablar con alguien por teléfono, tras lo que le dijo que había quedado con esa persona. En declaraciones ante la policía, efectuadas anteriormente, el exnovio de Déborah sí admitió haber hablado con ella y con familiares la misma tarde de la desaparición de la chica.
El investigado también negó que la policía le preguntara por el fuerte olor a podrido que emanaba del maletero de su coche en los días posteriores a la desaparición de Déborah, justo antes de que hallaran el cuerpo de la joven a las afueras del pueblo de O Rosal. Otra parte del interrogatorio basculó alrededor de la posibilidad de que el investigado hubiera podido tener acceso a un arcón congelador donde guardar durante días el cuerpo de la víctima.
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