De falta de información a la violencia: El precio de una educación sexual deficiente
Uno de cada diez delitos de violación denunciados en 2022 fue cometido por un menor de entre 14 y 17 años
Recientemente, el Ministerio del Interior presentó el "Informe sobre delitos contra la libertad sexual en España". Y, francamente, los datos son escalofriantes: más de mil menores de entre 14 y 17 años fueron detenidos o investigados por delitos sexuales en 2022. Esto supone un 18% más que el año anterior.
Esta tendencia preocupa profundamente a muchos sex coach y defensores de una educación sexual integral. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí y, más importante aún, cómo podemos revertir esta tendencia?
Un problema que nos afecta a todos
Los datos del informe no dejan lugar a dudas: la falta de educación sexual está teniendo un impacto devastador. Que uno de cada diez delitos de violación denunciados en 2022 fuera cometido por un menor es algo que debería hacernos reflexionar a todos.
No se trata de demonizar a los adolescentes. Sí de entender que están creciendo en un entorno donde la desinformación y la falta de orientación adecuada les están llevando a actuar de maneras destructivas. Y eso es responsabilidad de todos: padres, educadores, instituciones y la sociedad en su conjunto.
¿Dónde estamos fallando?
Diversos estudios indican que el problema radica en que la educación sexual que se imparte en España sigue siendo insuficiente y demasiado limitada. Nos centramos en evitar embarazos no deseados y en prevenir enfermedades de transmisión sexual, lo cual es necesario, pero no suficiente. ¿Qué hay de enseñarles a nuestros jóvenes sobre el respeto, el consentimiento, el placer compartido y las relaciones sanas?
La catedrática María Lameiras Fernández, experta en sexualidad y género, ha señalado que la educación sexual en nuestro país se ha quedado estancada. Las resistencias de algunas familias, la falta de formación específica para los docentes y la ausencia de programas integrales en el currículo escolar están perpetuando este problema. Al final, los jóvenes acaban recurriendo a la pornografía como su principal fuente de información sobre sexo. Esto distorsiona por completo su visión de las relaciones y del cuerpo de la mujer.
¿Qué podemos hacer al respecto?
Es fácil sentirnos impotentes ante este panorama, pero la buena noticia es que sabemos qué hacer. Necesitamos implementar de una vez por todas programas de educación sexual integral en todas las escuelas, y que estos sean impartidos por profesionales capacitados. No podemos seguir dejando en manos de la buena voluntad de unos pocos un tema tan crucial para la formación de nuestros hijos.
La Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA) y la Asociación de Familias para la Salud Sexual (AFSS) han sido claras en este punto. La educación sexual integral debe ser obligatoria en el currículo escolar. Esto incluye hablar de igualdad, de respeto, de consentimiento, pero también de placer y de cómo construir relaciones sanas y satisfactorias. No podemos limitarnos a un enfoque biologicista; necesitamos hablar de emociones, de empatía y de cómo gestionar el deseo de manera responsable y respetuosa.
Como alguien que ha trabajado en el campo de la educación sexual durante años, puedo decir que los cambios no ocurren de la noche a la mañana, pero tampoco son imposibles.
Adolescentes que recibieron una educación sexual integral son capaces de mantener relaciones más sanas. También de tomar decisiones más conscientes sobre su sexualidad. Necesitamos más historias de éxito como estas, y para ello debemos cambiar nuestra mentalidad y, sobre todo, nuestras políticas educativas.
El informe sobre delitos sexuales en menores es un llamado de atención que no podemos ignorar. Estamos fallando a nuestros jóvenes al no ofrecerles las herramientas que necesitan para desarrollarse en un entorno sano y respetuoso. El cambio comienza con cada uno de nosotros: desde las conversaciones en casa hasta las políticas educativas en las escuelas. No podemos permitirnos seguir mirando hacia otro lado.
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