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Una multitud de personas caminando por una calle comercial en China, con banderas chinas colgadas a lo largo de la vía.
SALUD

Crisis demográfica en China: Del aumento de la mortalidad al fracaso de los incentivos

Las medidas fallidas de Xi Jinping para aumentar la natalidad incluyen viviendas económica, beneficios fiscales y dinero

China sigue sin encontrar la forma de promover la natalidad en el país y solucionar la crisis demográfica que se avecina, que se espera que a largo plazo tenga graves repercusiones en el crecimiento de la segunda economía del mundo. Según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), la población china disminuyó en 2023 por segundo año consecutivo debido a la combinación de dos factores: una caída drástica en la tasa de natalidad, que según explican fuentes recogidas por medios internacionales es la más baja desde la creación de la República Popular en 1949, y un incremento en la tasa de mortalidad, que alcanzó su punto más alto desde 1969, en plena Revolución Cultural.

China, que perdió el título de la nación más poblada del mundo frente a India en la primavera pasada, cerró el año 2023 con 1.409,67 millones de habitantes, lo que representa una reducción de 2,08 millones en comparación con el año anterior. Esta cifra es significativamente mayor a la disminución de 850.000 personas experimentada en 2022, la primera desde la época de las hambrunas a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, pues desde entonces la población china no hizo más que aumentar.

Una calle concurrida en un mercado asiático, decorada con faroles rojos y llena de personas caminando y comprando.
Ciudadanos chinos en una calle comercial. | El Cierre Digital

Aunque en un principio China estuvo preocupada por el alarmante crecimiento de su población, que se especuló sería insostenible, también ha tomado medidas en sentido contrario para  tratar de favorecer la natalidad entre su población. Aunque el país lleva años intentando revertir la tendencia, la disminución en los nacimientos ya representa un grave problema para el país asiático.

En un intento por alentar a las mujeres a tener más hijos, China ha ofrecido  incentivos como viviendas más económicas, beneficios fiscales y dinero en efectivo. Sin embargo, estas medidas no sólo no han logrado revertir la tendencia, sino que la disminución en el número de nacimientos se sigue agravando: en 2023, los nuevos  nacimientos cayeron un 5,7%, llegando a los 9,02 millones, y la tasa de natalidad alcanzó un mínimo histórico de 6,39 nacimientos por cada 1.000 personas, en comparación con los 6,77 en 2022. De esta manera, la cifra se ha reducido por séptimo año consecutivo.

En 1980, el científico Song Jian y el economista Tian Xueyuan predijeron que la población china llegaría a más de 4.200 millones de habitantes en 2080, lo que generó preocupación entre las autoridades chinas y llevó a la implementación de la famosa política de un solo hijo —que obligaba a los matrimonios a no tener más de un descendiente—. Sin embargo, incluso sin ninguna restricción oficial, la población china habría alcanzado un máximo de 1.600 millones y después habría comenzado a disminuir gradualmente, según señalan diversos medios de comunicación.

China se convirtió a fines de la década de 1970 en  el modelo de las políticas antinatalistas  con su famosa política de un solo hijo. Esta política, que utilizaba persuasión, disuasión y, a menudo, coerción, obligaba a la mayoría de las familias a no tener más de un hijo.

La política de un solo hijo se mantuvo vigente hasta 2015 y contribuyó a reducir la tasa de fertilidad de 2,7 hijos por mujer en 1979 a 1,7 hijos por mujer en 2015, según datos del Banco Mundial. Aunque fue una política costosa en términos humanos, algunos podrían considerar sus resultados modestos, ya que las tasas de natalidad han descendido en todo el mundo en ese mismo periodo de tiempo, y en India, país vecino y actualmente el más poblado del mundo, han pasado de 4,8 a 2,3 hijos por mujer.

Las medidas del Gobierno chino no frenan el descenso de la natalidad

Aunque las medidas impulsadas por el Gobierno chino no hayan funcionado en su afán por revertir esta peligrosa tendencia, es importante considerar que la demografía es un proceso que se mantiene en movimiento y resulta difícil de detener una vez iniciado. A pesar de haber terminado con la política del hijo único, la tasa de fertilidad en China no ha dejado de disminuir.

Tampoco ha dado resultado la implementación gubernamental de la política de los tres hijos, que incluye medidas fiscales, incentivos económicos y promoción del natalismo, lo que está generando una preocupación en China sobre su demografía.

Por su parte, las comunidades católicas chinas también se enfrentan al fenómeno del descenso en la natalidad, implementando iniciativas pastorales que consideran la situación y tratan de abordar las nuevas necesidades, ofreciendo así una contribución original al desarrollo equilibrado de la sociedad china.

Tres mujeres mayores interactúan en una calle empedrada, dos de ellas sentadas y una de pie sosteniendo una bandeja rosa.
La población china envejece a causa de la baja natalidad. | El Cierre Digital

En la diócesis de Baoding —situada en la provincia de Hebei— se llevó a cabo lo que los medios de comunicación chinos han denominado "matrimonio sin dote". En China, especialmente en las áreas rurales más aisladas y menos desarrolladas, sigue existiendo la práctica de que la familia de la novia debe proporcionar una dote económico-patrimonial —ya sea dinero, cuentas bancarias, oro, joyas, etc.— antes de celebrar un nuevo matrimonio. Esta costumbre, vinculada a contextos sociales pasados, a menudo se convierte en una carga para las familias y un obstáculo para la celebración de nuevos matrimonios.

La cantidad de la dote también varía dependiendo de las costumbres locales, existiendo un "mínimo" establecido. La dote promedio ronda los 180.000 yuanes —equivalentes a 23.000 euros—, aunque puede alcanzar los 300.000 yuanes. Para romper con esta barrera económica, en Baoding dos jóvenes católicos decidieron contraer matrimonio "sin dote", haciendo pública su intención de romper esta costumbre antigua. Su decisión, aplaudida por todos, fue recibida por la comunidad local como un testimonio de cómo la fe puede liberar de las limitaciones impuestas por la cultura secular.

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