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Carrito de compras vacío en un pasillo de supermercado con estantes llenos de productos en el fondo.
SALUD

'El efecto downtrading', el modo de llenar la cesta de la compra con marcas blancas

El efecto downtrading: en los periodos de crisis las personas tendemos a regular nuestro consumo del día a día

Con la fluctuación de la economía y, sobre todo, en periodos de crisis, las personas tendemos a regular nuestro consumo cotidiano, ajustándonos a un presupuesto o intentando ahorrar en determinados productos y servicios del día a día. Estos hábitos de compra son determinantes en lo relacionado con la alimentación.

Surge así un concepto conocido como downtrading, un término inglés que se traduce como ‘negociación a la baja’ y define un procedimiento muy habitual y, a simple vista, obvio. Y es que a la hora de llenar la cesta de la compra, en muchos casos los consumidores escogen la opción más barata, sin prestar demasiada atención al producto.

Por tanto, el downtrading es “la búsqueda de alternativas más económicas y asequibles a la hora de comprar durante períodos de inflación o encarecimiento de los precios”, tal y como indica VidaCaixa. Este comercio a la baja es “una respuesta de los consumidores ante la subida de los precios”.

Esta práctica puede llevarse a cabo de múltiples formas: desde comprar marcas genéricas o la conocida ‘marca blanca’ en lugar de otras reconocidas, hasta renunciar a ciertos productos o servicios por completo. Esta limitación en la compra de alimentos de primera necesidad puede producir algunas consecuencias.

El downtrading se puede llevar a cabo renunciando a algunos productos.
El downtrading se puede llevar a cabo renunciando a algunos productos. | El Cierre Digital

El aceite, la leche, la pasta, las patatas o el arroz son algunos de los productos que se ven más afectados ante la subida de precios, por lo que son frente a los cuales los consumidores buscan alternativas más baratas. Aunque “en algunos casos, la calidad sigue siendo la misma, en otras muchas ocasiones el downtrading implica disminuir la calidad en pos de lograr un ahorro en la factura”, como explica, en el blog de Simple Finance, Santander Consumer.

Como indica la entidad, el downtrading también puede manifestarse en la sustitución de algunos productos por otros de diferente tipo pero más baratos. Por ejemplo, comprar pollo en lugar de ternera, o un tipo de aceite por otro. Como indica la entidad, “el beneficio más obvio de esta práctica es para los consumidores que, al cubrir sus consumos con opciones más asequibles, ven un ahorro inmediato”.

Sin embargo, también se debe tener en cuenta que consumir productos más baratos puede significar disminuir calidad, aunque no necesariamente siempre sea así.

Para las marcas de alta gama, el downtrading puede afectar a su rentabilidad y, en cuanto a los supermercados, estos se suelen adaptar “ampliando la oferta de productos de marca propia para sostener las ventas”, como indica Santander. A su vez, esto es perjudicial para las marcas de fabricante, que deben encontrar “estrategias innovadoras para mantener la calidad y la rentabilidad pero con productos más económicos”.

El crecimiento de la marca blanca

Según los datos de la consultora Kantar Worldpanel,  en 2023 el 43,7% del gasto en gran consumo fue de marca blanca. Esta cifra bate el récord existente, a pesar de que estos productos se encarecieron más que los del fabricante. Esta manera de consumo engloba al conjunto de los productos, entre los que se encuentra la alimentación, con frescos perecederos, la droguería y perfumería familiar, los productos para bebés y la comida para animales.

En el actual contexto de inflación, la marca blanca ha servido de motor de ahorro en el país, por lo que ha ganado casi cinco puntos de cuota de mercado en dos años. Este fenómeno se explica, en gran medida, por el incremento en los volúmenes comercializados, y en segunda instancia, por la subida de los precios superior al de las marcas de fabricante.

Es por ello que Kantar explica que el crecimiento de la marca blanca no se detendrá, sino que continuará su expansión de manera más estable en el año 2024, que se contempla como de transición. Un periodo en el que se intentará recobrar la normalidad después de una situación de crisis. 

Huelga de agricultores

Por otra parte, en un contexto de inestabilidad es el sector primario el que reclama unas medidas justas de trabajo y de venta de sus productos. Así, la creciente ola de protestas en toda Europa de los agricultores, iniciada por los franceses hace dos semanas, ha comenzado en España, donde arrancó este 6 de febrero con una huelga generalizada en todo el territorio nacional.

En el marco de esta huelga, varias tractoradas cortaron las carreteras de muchos puntos del país, lo que provocó importantes retenciones a lo largo del territorio nacional. El 7 de febrero tuvo lugar una jornada masiva e histórica de reivindicaciones donde han resultado detenidos cinco agricultores en Granada.

También se han llevado a cabo ‘tractoradas’ que han cortado carreteras en Extremadura, Barcelona, Navarra, Murcia, Castilla y León, La Rioja, Andalucía y Aragón. Asimismo, la policía ha desalojado a cerca de 250 agricultores concentrados en el puerto de Castellón.

** Tres tractores están estacionados en una calle urbana. Los tractores son de diferentes colores
Tractorada en la diagonal de Barcelona. | El Cierre Digital

Mediante estas protestas se exige un cambio en las políticas agrícolas de la Unión Europea y una serie de medidas que permitan la supervivencia del sector agrícola. Los agricultores de España manifiestan que la Política Agrícola Común de la UE les pone impedimentos para operar de manera sostenible y añade una carga excesiva de medidas. Los agricultores necesitan soluciones inmediatas que eliminen burocracia y que regulen precios justos para sus productos.  

También se reivindica la modificación de la Ley de la Cadena Agroalimentaria para prohibir las prácticas desleales, de modo que puedan cubrir los costes de producción con los precios. Respecto a la competencia desleal se reclama que se establezca un control fitosanitario a terceros países, como Marruecos, y la paralización de las negociaciones de acuerdo con MERCOSUR (alianza económica de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay).

Además, también se reclama que se regulen las diferencias entre el precio de los alimentos desde el campo a la cesta de la compra. Así, plantean la necesidad de que existan unos precios justos para sus productos, para conseguir que los precios agrícolas siempre sean superiores a los costes de producción, que han ido aumentado en gran medida durante los últimos años.

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