Radiografía ultras del fútbol: "Son muy emocionales, creen que la violencia logra su fin"

Los grupos ultras han estado muy presentes en la sociedad, prácticamente desde que existe el fútbol. Lo cierto es que desde la llegada de los hooligans en Inglaterra se estableció un patrón de aficionados agresivos que buscan pelearse con los contrarios para ‘defender’ a su equipo. El problema es que muchos individuos violentos han visto en esto una oportunidad para liberar su ira y luchar por defender una ideología, sin ningún tipo de afición al fútbol ni sentimiento por el club al que supuestamente representan. 

La semana pasada mostrábamos en elcierredigital.com el mapa de los principales grupos ultras que habitan la sociedad del fútbol español. Para poder entender esta situación de violencia desmedida y representación ideológica exacerbada es importante analizar la tendencia psicológica y social de las personas que componen estas agrupaciones de ‘aficionados’ violentos. 

Para conocer qué ocurre en la mente de estas personas que deciden pertenecer a un grupo ultra elcierredigital.com ha contactado con el psicólogo Javier Urra Portillo.

"Los fanatismos son la principal motivación de estos grupos" 

Para comprender la violencia de los individuos en este caso concreto Javier Urra señala que “es importante saber que el ser humano es agresivo por naturaleza, ya que es una especie animal en evolución. El ser humano es agresivo, posesivo y territorial, pero existen sistemas sociales para que esa agresividad no salga a la luz. Aparentemente, con esos sistemas el individuo ha aprendido a reprimir esa agresividad y evitar que se desborde en violencia. El problema es que cuando la violencia es grupal es muy difícil reconducir la situación”.

Para el psicólogo una de las principales motivaciones para llegar a ser ultra es “el fanatismo tanto ideológico como político, es decir, el sentirse parte de un grupo y buscar al otro como contrario. El ser humano tiende muchas veces al blanco y al negro, no le gustan muchos los grises. La mente de los individuos suele razonar 'conmigo o contra mí y nosotros contra los otros'. En el ámbito de la pertenencia a grupos, los ultras son los más excesivos, es decir los que miden menos”. 

Ultras del Frente Atlético.

Es importante recalcar que muchos miembros de grupos ultras ni siquiera son aficionados al fútbol, sino que aprovechan ese grupo para emprender una lucha ideológica. Javier Urra observa que “la tendencia de los últimos tiempos es que hay personas muy violentas que aprovechan los grupos ultras para tener un motivo por el que agredir al otro. Esto perjudica seriamente a los que verdaderamente son hinchas de su equipo y lo apoyan sin ejercer ningún tipo de violencia física. Aunque no todos sean violentos, la sumativa de unos cuantos hace que la situación sea delicada”.

El perfil de un ultra 

“Ultra viene a decir sin límite, y en los ultras se forman agrupaciones de personas que comparten diferentes rasgos sociales. Estas personas están muy convencidas y fanatizadas de su ideología, pero la clave es que necesitan a otros para llevar a cabo esa lucha grupal. Es importante remarcar que los grupos ultras se caracterizan por unas características y circunstancias individuales. El grupo potencia esas características individuales. Hay grupos ultras que en defensa de su equipo toman posiciones que desde la razón no tiene ninguna lógica, pero desde la emoción sí, y el ser humano es muy emocional”, añade Javier Urra. 

Es común creer que el individuo puede ser más agresivo que el grupo, pero eso no suele ser cierto. Urra explica que “el grupo es mucho más violento porque incentiva y hace que los individuos se sientan respaldados y protegidos. En los grupos la responsabilidad individual se diluye porque se genera un ‘alma’ común a los miembros”. 

Miembros de los Casuals, el grupo más violento de los Boixos Nois.

“Quien se hace ultra suele tener el perfil de una persona violenta que ve en lo opuesto una motivación para reprimirlo. El perfil de un ultra suele ir caracterizado por la poca flexibilidad y la escasez de elementos para dialogar y argumentar. También es importante remarcar la dificultad que suelen tener para ponerse en el lugar del otro. Aparte de estas características, está la necesidad de la confirmación que hace sentir a la persona válida y respetada en cierto contexto social. Por último, son muy emocionales y están convencidos de que la violencia consigue su fin. Sin embargo, fuera del grupo son personas muy distintas”, concluye Javier Urra Portillo.