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Cuatro personas posan frente a una bandera olímpica ondeando bajo un cielo azul con nubes.
PIZARRA DEPORTIVA

La cara oculta del oro olímpico: Así 'sobreviven' varios campeones españoles olvidados

Mientras Romay y Bistuer no saben si cobrarán su pensión, medallistas como Beitia y Zabell están alejadas del deporte

Fernando Romay, leyenda del baloncesto español y medallista de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, se encuentra en una situación inesperada a sus 65 años: no tiene derecho a una pensión contributiva.

Durante gran parte de su carrera profesional, Romay no cotizó a la Seguridad Social. En sus años como jugador del Real Madrid y de la Selección Española, su actividad no estaba contemplada dentro de un marco laboral claro. “Tributábamos como artistas o toreros”, explicó recientemente en televisión.

Hasta 1993 no se regularizó su situación. A día de hoy, sigue trabajando porque, de no hacerlo, no tendría ingresos estables. Todo pese a haber sido símbolo del deporte nacional.

Hombre mayor de cabello canoso y camisa blanca sonríe mientras señala una fotografía antigua de un equipo deportivo con medallas
Fernando Romay. | Europapress

Coral Bistuer, campeona del mundo de taekwondo y figura clave del deporte español en los años 80 y 90, enfrenta una realidad similar. Representó a España en competiciones internacionales durante más de una década, pero sus años de esfuerzo y sacrificio no figuran en ningún registro de cotización.

Su trabajo como deportista de élite nunca fue reconocido como una actividad laboral formal. Como ella misma denuncia, “nos utilizaron como símbolos nacionales, pero después nos olvidaron”. Actualmente, Coral ocupa un cargo en la administración deportiva. Pero insiste en la necesidad de reformar el sistema para evitar que otros deportistas pasen por lo mismo.

Esta problemática afecta a toda una generación de olímpicos y campeones. Una generación que, por haber competido en una época sin regulación profesional del deporte, han quedado excluidos del sistema de pensiones.

Muchos de ellos iniciaron sus carreras siendo menores de edad y dedicaron su juventud entera a competir y representar al país. Sin obtener ningún tipo de cotización. Al llegar a la edad de jubilación, descubren que no tienen los años requeridos para recibir una pensión pública, o que la cuantía es ridícula.

Mujer de cabello corto y rubio vestida con traje claro hablando en un podio durante un evento del Día Internacional de la Mujer donde se le reconoce en la categoría Mujer Pionera
Coral Bistuer. | Europapress

El caso de Romay y Bistuer ha reabierto el debate sobre la necesidad de una ley de reconocimiento para los deportistas de élite de generaciones anteriores. Desde diferentes sectores se reclama una solución similar a la que se aplicó en Francia o Italia. Allí los años dedicados al alto rendimiento pueden computarse a efectos de pensión.

La propuesta más repetida es la creación de un convenio especial de cotización retroactiva o el diseño de una pensión no contributiva complementaria para quienes acrediten una trayectoria destacada al servicio del país.

Hasta ahora, ni el Consejo Superior de Deportes ni el Ministerio de Inclusión han dado pasos firmes. Muchos de estos exdeportistas viven en situaciones económicas precarias, lejos del foco mediático que tuvieron en sus años de gloria. La paradoja es que fueron aclamados como héroes cuando subían al podio y hoy se enfrentan al abandono institucional. “Nos han dejado en la cuneta”, resume Romay.

Aunque no todos los deportistas olímpicos han vivido la misma realidad. Otros atletas como Ruth Beitia han sabido abrirse camino en el mundo empresarial o político tras su retirada.

La otra cara de la moneda olímpica

Gracias a patrocinios, colaboraciones privadas y cargos institucionales, han conseguido asegurar su futuro económico. Esta dualidad refleja una brecha creciente entre quienes tuvieron oportunidades al finalizar su carrera deportiva y quienes, pese a sus logros, quedaron desprotegidos por el sistema.

Mujer con vestido negro posando sonriente en una alfombra roja con fondo de logotipos y letras doradas y rojas
Ruth Beitia | Europapress

Ruth Beitia alcanzó la cima del atletismo mundial en los Juegos Olímpicos de Río 2016, donde conquistó la medalla de oro en salto de altura. Convirtiéndose en la atleta española más veterana en conseguir un oro olímpico. Su exitosa trayectoria deportiva, que incluía múltiples títulos europeos y mundiales, culminó con este histórico triunfo que la consolidó como una leyenda del deporte español.

Al colgar las zapatillas, Beitia optó por volcarse en la política. Se afilió al Partido Popular  y ejerció como diputada en el Parlamento de Cantabria. Allí trabajó en comisiones relacionadas con el deporte y la igualdad.

Esta transición puso de manifiesto su compromiso con la sociedad y la gestión pública, trasladando la misma disciplina y determinación que la llevó al podio olímpico a la arena política.

Joven deportista sonriente muerde una medalla de oro mientras la sostiene con la mano
Joel González | Europapress

Joel González Bonilla, nacido en Figueras en 1989, se proclamó campeónolímpico de taekwondo en Londres 2012, en la categoría de 58 kilos. Posteriormente logró la medalla de bronce en Río 2016. Su dominio del tatami lo convirtió en uno de los grandes referentes del taekwondo español.

Paralelamente a su carrera deportiva, González se graduó en Criminología por la Universidad Autónoma de Barcelona. Una formación que le ha permitido desarrollar una segunda carrera centrada en la prevención del fraude en el deporte.

Actualmente colabora con instituciones como  LaLiga y la UEFA para combatir el amaño de partidos y otras formas de corrupción deportiva. Uno de los mayores desafíos que enfrenta el deporte profesional contemporáneo.

Isabel Fernández: De campeona olímpica a vicepresidenta del COE y empresaria

Isabel Fernández Gutiérrez, nacida en Alicante en 1972, es una de las judocas más exitosas de la historia del deporte español. Conquistó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 y el bronce en Atlanta 1996. Convirtiéndose en una de las pocas deportistas que ostenta la triple corona: oro olímpico, mundial y europeo.

Tras su retirada de la competición, Fernández ha desarrollado una exitosa carrera en la gestión deportiva y empresarial. Actualmente ejerce como vicepresidenta primera del Comité Olímpico Español (COE). Cargo desde el que trabaja en la promoción y desarrollo del deporte español a nivel institucional.

Paralelamente, junto a su marido y entrenador Javier Alonso, adquirió y dirige el Judo Club Alicante. Demostrando su faceta empresarial en el ámbito deportivo. Su doble perfil como gestora institucional y empresaria la ha convertido en una figura clave del panorama deportivo español.

Mujer de cabello rubio y vestido negro sonríe en una alfombra roja frente a un fondo con logotipos de premios y patrocinadores
Theresa Zabell | Europapress

Theresa Zabell es una de las deportistas más laureadas de la vela española. Consiguió dos medallas de oro olímpicas, cinco campeonatos del Mundo y tres Europeos. Convirtiendo su palmarés en el más brillante de la historia de este deporte en nuestro país.

Tras ganar todo lo posible en vela olímpica, rechazó ofertas para competir en clases superiores y decidió apostar por su carrera profesional y su familia. Actualmente preside la fundación Ecomar, dedicada a la protección del medio ambiente marino. Demostrando que su pasión por el mar trasciende el ámbito competitivo para convertirse en un compromiso con la conservación de los océanos.

Una segunda carrera como continuación del éxito

Las habilidades desarrolladas durante años de alta competición resultan altamente transferibles a otros sectores profesionales. La disciplina, la capacidad de sacrificio, el trabajo en equipo y la orientación a objetivos se convierten en herramientas valiosas para construir nuevas trayectorias.

Ruth Beitia, Joel González, Isabel Fernández y Theresa Zabell han marcado una época en el deporte español. Su verdadero legado trasciende las medallas. Su capacidad de reinventarse demuestra que el valor de un campeón olímpico no se mide únicamente en metales preciosos.

La otra cara del oro revela que el talento deportivo puede ser el punto de partida de una trayectoria profesional rica y diversa. Donde el éxito se redefine en términos de impacto social, crecimiento personal y capacidad de adaptación a nuevos desafíos.

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