Las mujeres en la vida de Ruiz-Mateos: De su esposa Teresa Rivero a Patricia Montes
El fundador de Rumasa y de Nueva Rumasa tuvo 13 hijos dentro de su matrimonio con Teresa Rivero.
La dinastía de los Ruiz-Mateos ha vuelto a la palestra mediática. En última instancia, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) ha dado el beneplácito, de manera definitiva, a la realización de una recalculación del valor de la Vieja Rumasa cuatra décadas después de sus expropiación. Un hecho que ha coincidido con el hallazgo de un supuesto testamento privado firmado por el empresario José María Ruiz-Mateos en enero de 2015 en el que es José Urdiciáin, hombre de confianza del empresario jerezano, quien debe recibir la cantidad de 14.000 millones de euros que exige la familia y no sus hijos. No obstante, existe otro documento anterior a este, como reveló en exclusiva elcierredigital.com, en el que el dueño de Rumasa cedía la cantidad indemnizatoria por la expropiación del holding de la abeja a los acreedores de Nueva Rumasa.
Preecisamente estos documentos han salido a la luz cuando la Justicia ha seguido adelante con la causa de otra empresa del clan, Nueva Rumasa: la relativa a la presunta estafa de los pagarés emeitos entre 2009 y 2011, cuyo juicio se verá el próximo enero de 2024 en la Audiencia Nacional.
Cuarenta años después de la expropiación de Rumasa, la dinastía continúa dando que hablar, concretamente, una semana después de la muerte de Patricia Montes de Oca, la madre de la hija número catorce del empresario fundador de Rumasa y Nueva Rumasa, José María Ruiz-Mateos. Su muerte fue provocada a causa de un “tumor cerebral con metástasis en el hígado” según se lo comunicaba su hija Adela Montes de Oca — llamada ahora Adela Ruiz-Mateos— a su abogada Teresa Bueyes. La vida sentimental de Ruiz-Mateos ha sido casi tan sonada como sus negocios. Casado con Teresa Rivero, la madre de sus trece hijos dentro del matrimonio, tuvo diversas aventuras extramatrimoniales. Una de ellas, la que tuvo con Patricia Montes de Oca. Esta le llevó a tener una hija (Adela) fuera del matrimonio a la que no reconoció en vida, pero que la Justicia si que la consideró como tal.
Teresa Rivero, la mujer de Ruiz-Mateos
María Teresa Rivero y Sánchez Romate nació el 19 de mayo de 1935 en Jerez de la Frontera (Cádiz) en el seno de una familia acomodada. Su padre era abogado y su madre, como era habitual en esa época, no trabajaba. Ella es la menor de ocho hermanos. Su adolescencia fue la de una chica normal, sin lujos ni excesos.
Aunque le hubiese gustado estudiar medicina, el peso de su educación familiar la llevó a prepararse para ser una buena esposa. En su biografía actualizada figura como actividad profesional: “labores caseras”. Tuvo un novio marino mercante y otro militar, pero a los 21 años conoció al que se convertiría en el hombre de su vida.
"Yo solía ir a estudiar a casa de una amiga y esta chica tenía un hermano —José María— que de vez en cuando nos venía a ver. Lo típico, vamos. Él me piropeaba mucho y a mí al principio no me gustaba. He sido muy práctica en todos los aspectos de mi vida; no soy idealista ni fantasiosa, y cuando José María me decía alguna cosa bonita yo pensaba ‘menuda tontería'. Pero poco a poco me fue ganando. Es una persona con un gran sentido del humor y, sobre todo, un galán, un perfecto caballero”, contaría en una entrevista la propia Rivero.
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Tras dos años de noviazgo, en 1958 contraía matrimonio con el empresario jerezano José María Ruiz-Mateos Jiménez de Tejada. Desde ese señalado día se convirtió en una fiel ama de casa y en supernumeraria del Opus Dei.
Los Ruiz-Mateos y su familia numerosa
Tuvo un niño por año y cuatro abortos naturales. Trece son los hijos fruto de este matrimonio, seis varones y siete chicas: Socorro, Zoilo, Begoña, José María, Rocío, Patricia, Almudena, Alfonso, Paloma, Pablo, Javier, Nuria y Álvaro. La casi totalidad de sus descendientes, a medida que iban terminando sus carreras universitarias, entraron a trabajar con su padre en la expansión de Nueva Rumasa, el holding que construyeron paso a paso tras la expropiación de Rumasa y que tuvo bajo su control más de 100 empresas radicadas en los más diversos campos de la vida social, económica y deportiva española.
La tenacidad, perseverancia, capacidad de resistencia y espíritu de sacrificio fueron los factores que Teresa Rivero y José María Ruiz-Mateos inculcaron en sus descendientes. Fue un 23 de febrero de 1983 cuando el PSOE de Felipe González, con Miguel Boyer al frente de la cartera de Economía, expropió el holding estrella de los Ruiz-Mateos, conocido por Rumasa, que aglutinaba a más de 700 empresas.
La expropiación de Rumasa tambalea el matrimonio
La fidelidad del empresario jerezano hacia la figura de Teresa Rivero fue algo notorio en el periodo 1958-1983. Así lo indicaba en una carta-confesión que dirigió —como es obligación en los miembros supernumerarios del Opus Dei— al padre superior Álvaro del Portillo. En esta carta, no sujeta al secreto de confesión, venía a decir que se acusaba de “mirar a las mujeres”, pero solo eso.
Sin embargo, el año 1983, fecha de la expropiación del holding de la abeja, fue el revulsivo del cambio total. A partir de ahí, quizá por el golpe tan duro recibido, rompió con el Opus Dei. Huyó primero a Londres y posteriormente a Alemania, en concreto a Frankfurt. A partir de ahí, las mujeres se convirtieron en una 'obsesión' para José María Ruiz-Mateos. Un hecho que ocasionaba los constantes celos de Teresa Rivero.
Los rumores sobre la posible separación matrimonial de Teresa Rivero y José María Ruiz-Mateos no tardaron en aflorar. El matrimonio apenas se veía. Se hablaba de los nuevos amoríos del empresario jerezano, quien siempre iba acompañado por su entonces secretaria personal, Pino Riesco Manrique de Lara, que no se separaba de él ni un solo instante. Las revistas de esa época así lo atestiguan.
Por ejemplo, el ya desaparecido semanario Panorama en su número 134 de diciembre de 1989 afirmaba: “Pino le despierta, le cuelga la ropa y decide con quién va el empresario, cada vez más alejado de su mujer, de la que es posible que se separe en breve. El alejamiento del matrimonio comenzó en el mes de agosto, tras el presunto envenenamiento que le tuvo ingresado en la madrileña clínica La Luz durante el comienzo del verano. Desde entonces, la separación es un hecho. Primero, las elecciones legislativas; luego, las autonómicas. Los viajes y las estancias fuera del domicilio conyugal, junto a su secretaria, han sido constantes”.
Pino Riesco Manrique de Lara conoció a Ruiz-Mateos en un viaje que realizó el empresario a la Costa del Sol. En Marbella, en una célebre discoteca, esta guapa canaria de nacimiento ejercía de relaciones públicas. El colaborador de Ruiz-Mateos, Carlos Manzano, fue el celestino.
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Posteriormente, un viaje que realizó el empresario a Las Palmas de Gran Canaria en el otoño de 1986, poco después de hacer efectiva la fianza de trescientos millones de pesetas que le puso el juez Luis Lerga, hizo el resto. Pino Riesco pasó a formar parte del equipo femenino de Ruiz-Mateos. Desde entonces comenzó una lucha a muerte por sacar de la pista a las que consideraba sus competidoras. Algunas de ellas fueron Concha Marina García-Varona, Lucrecia King-Hedinger, la escritora Carmen Posadas y Cuca García de Vinuesa, la que fuera relaciones públicas del hotel Miguel Ángel.
Una hija secreta para Ruiz-Mateos
Sin embargo, la ascensión de Pino Riesco llegó a su fin. Y en la década de los noventa José María Ruiz-Mateos conoció a Patricia Montes de Oca en Chicago, ciudad estadounidense donde la mujer falleció la pasada semana. Meses después, ella visitó Madrid junto a varias amigas. Según el testimonio de la mujer, ambos comenzarían una relación sentimental que duró meses, con viajes por toda España, desde Madrid a Valencia. Aunque también se veían en Miami, donde Ruiz-Mateos acudía a menudo ya que tenía negocios hoteleros.
De esta relación sentimental, nació la hija número catorce del empresario, la única que se conoce fuera de su matrimonio con Teresa Rivero.
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Cuando Patricia se dio cuenta de que estaba embarazada decidió regresar a Estados Unidos para recibir los cuidados de su familia. Durante muchos años el empresario mantuvo relación telefónica con su hija y se hizo cargo de su manutención. Según la denuncia aportada en los juzgados, Ruiz-Mateos enviaba mensualmente unos 4.000 euros, pero padre e hija no se conocieron personalmente hasta que ella cumplió 17 años. Y sería en el año 2010 cuando ambos se verían por última vez, en unos apartamentos de la madrileña calle Jorge Juan. Allí Patricia grabó un vídeo como prueba del encuentro.
Con el tiempo, la relación de Ruiz-Mateos y Teresa Rivero volvió a su cauce, pero a la muerte del empresario en 2015, la infidelidad hacia su mujer volvió a salir a la luz. Su hija secreta, Adela, pedía una prueba de ADN a sus hermanos para demostrar que era descendiente del empresario. Estos se negaron y el 7 de abril de 2017 el cadáver del empresario jerezano tuvo que ser exhumado debido a la negativa de estos.
Aunque José María Ruiz-Mateos nunca reconoció en vida a su hija secreta, Adela Montes de Oca terminó consiguiendo ser reconocida como la hija número catorce del empresario y ya usa su apellido.
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