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Montaje en blanco y negro de varias personas mayores con expresiones serias y un fondo rojo
INVESTIGACIÓN

El retiro de Teresa Rivero, viuda Ruiz-Mateos: De presidir el Rayo a volver a su Jerez

La matriarca reside en la urbanización Vistahermosa con su hija Paloma y no aparece desde la boda de su nieto Joaquín Bohórquez

Durante décadas, el ruido mediático y los problemas judiciales marcaron la ruta de la familia Ruiz Mateos. Hoy, María Teresa Rivero (1935, Jerez de la Frontera), matriarca del clan familiar y viuda de José María Ruiz-Mateos (1931, Rota), ha optado por mantener un bajo perfil público.

Teresa Rivero reside entre Jérez de la Frontera y la urbanización Vistahermosa en Puerto de Santamaría, desde que abandonó Madrid a finales de 2019. A sus 90 años vive en la casa de su hija Paloma, como consecuencia del desmantelamiento del patrimonio familiar. Las propiedades de Somosaguas, el Puerto de Santamaría  y Aravaca fueron embargadas, simbolizando el fin de la opulencia del clan.

Dos mujeres mayores en blanco y negro con expresiones serias sobre un fondo rojo
María Teresa Rivero | Montaje propio

Según reportes de 2022, sus ocupaciones se reducen a ir a misa, jugar a las cartas y tomar el té. Alejada de cualquier actividad empresarial, su último cargo simbólico fue la vicepresidencia de Nueva Rumasa en 2010, cuando el grupo ya agonizaba. Además, su presidencia en el Rayo Vallecano concluyó con la venta del club en 2011.

Ahora, no percibe pensión y depende por completo del apoyo de sus hijas y nietos. Su “ocupación” es la de ser un referente emocional y un símbolo viviente de la fe y la resistencia familiar. Sin poder económico ni autoridad real. Su vida retirada constituye el testimonio tangible de la caída del imperio.

Respecto a su salud, Teresa Rivero enfrenta las vulnerabilidades propias de sus 90 años. En noviembre de 2020 sufrió un grave accidente que requirió cirugía de urgencia por una rotura de cadera tras una caída, complicándose con una neumonía derivada de COVID-19.

Dos mujeres están frente a un micrófono de Europa Press, una sonríe y la otra tiene expresión seria, al fondo hay más personas y una puerta de madera
María Teresa Rivero | Europa Press.tv

A pesar de la gravedad, su familia reportó una “evolución muy positiva” y destacó su reconocida “fortaleza”. Tras sendos problemas, depende de cuidados constantes debido a su edad avanzada.

Las apariciones públicas de  Teresa Rivero son excepcionales y limitadas al entorno familiar. La última confirmada tuvo lugar en abril de 2024, en la boda de su nieto Joaquín Bohórquez Ruiz-Mateos en Plasencia.

El estatus de la matriarca en un clan fracturado

En mayo de 2025, la Audiencia Nacional  condenó a los seis hijos varones de Teresa Rivero, Álvaro, Zoilo, José María, Pablo, Francisco Javier y Alfonso, a más de siete años de cárcel.

Todos ellos fueron considerados culpables de los delitos de estafa, blanqueo de capitales y alzamiento de bienes. La sentencia confirmó que el clan captó fraudulentamente más de 243 millones de euros de 4.100 inversores mediante la venta de pagarés de Nueva Rumasa, sellando el epílogo judicial del imperio.

Siete hombres vestidos de traje posan en una elegante sala con muebles antiguos y cuadros en las paredes
Familia Ruiz-Mateos | Europa Press

El  “poder”  de la matriarca, antaño rostro amable y autoridad moral del grupo, se ha desvanecido con el colapso familiar. Con sus hijos varones en prisión y sin capacidad de decisión, su rol se limita hoy a ser un referente emocional. No tiene influencia en los asuntos legales o financieros que han destrozado a la familia.

A las condenas se suman las tensiones internas, como la querella presentada por su hija Begoña contra sus hermanos por la herencia. La figura de Teresa Rivero es ahora el último punto de cohesión de un clan fragmentado, sostenido apenas por su fe.

Ya en 2020 expresó su temor de morir antes de ver a sus hijos fuera de la cárcel. Ese miedo se intensifica en 2025 con las nuevas sentencias, convirtiendo su vida en un testimonio doloroso de la caída definitiva.

La cuna social y el origen de la matriarca

María Teresa Rivero Sánchez-Romate nació el 19 de mayo de 1935 en Jerez de la Frontera, en el seno de una familia acomodada de la alta sociedad andaluza. Hija del abogado Salvador Rivero Pastor y de María Josefa Sánchez-Romate Pemartín, vinculada a históricas bodegas como  Rivero y Pemartín.

Dos personas sonríen y se abrazan en una fotografía en blanco y negro
María Teresa Rivero y José María Ruiz-Mateos | Europa Press

Creció como la menor de ocho hermanos en la plaza de San Marcos, con una educación y un estatus privilegiados. La familia mantenía estrecha relación con el Opus Dei, vínculo que Rivero compartiría después con su esposo y que cimentaría la ética del clan  Ruiz-Mateos.

Aunque su madre deseaba que sus hijas fueran amas de casa, Teresa mostró pronto independencia y ambición. A sus 21 años se trasladó a Madrid para estudiar Medicina, una decisión poco convencional para una mujer de su clase social.

Fue ahí, cuando conoció a José María Ruiz-Mateos, en casa de un amigo. El flechazo fue inmediato y dos años después contrajeron matrimonio. En 1967 se instalaron en la capital, donde él levantó el imperio de Rumasa, consolidando una unión marcada por la fe, los valores compartidos y la influencia del Opus Dei.

Matriarca de un clan: familia, poder y traición

La vida de  Teresa Rivero giró en torno a la familia. Junto a José María Ruiz-Mateos tuvo trece hijos: seis varones (Pablo, Álvaro, Alfonso, Javier, Zoilo y José María) y siete mujeres (Socorro †, Begoña, Patricia, Rocío, Nuria, Paloma y Almudena).

Posteriormente se confirmó la existencia de una hija extramatrimonial, Adela María, revelada tras la muerte del empresario. La pérdida de su hija Socorro marcó profundamente a la matriarca.

El clan se estructuró bajo un modelo patriarcal. Los varones fueron preparados para heredar y gestionar los negocios, mientras que las hijas fueron educadas en la tradición de ser amas de casa. Rivero se convirtió en el apoyo público incondicional de su marido, acompañándolo en sus mediáticas batallas.

Grupo de personas posando frente a un carruaje, algunos adultos vestidos de manera elegante y varias niñas con trajes típicos de flamenca.
María Teresa Rivero y José María Ruiz-Mateos | Europa Press

En 2010 asumió un papel institucional como vicepresidenta del consejo de administración de Nueva Rumasa. Sin embargo, no todo fue armonía. Algunos testimonios apuntan a que la matriarca llegó a sentirse  “defraudada” tras el resultado de una prueba de paternidad, lo que sugiere tensiones soterradas dentro de la familia.

La historia del clan terminó revelando la ironía del modelo patriarcal. Los seis hijos varones, llamados a perpetuar el imperio, acabaron en prisión por delitos de fraude y apropiación indebida, precipitando la caída de Rumasa.

De ama de casa a primera presidenta

El 12 de enero de 1994,  Teresa Rivero  pasó de ama de casa a convertirse en la primera mujer en presidir un club de fútbol de Primera División.

Fue su marido,  José María Ruiz-Mateos, máximo accionista del Rayo Vallecano, quien la nombró presidenta en una  “decisión estratégica” destinada a suavizar la imagen del clan con su figura maternal. Ella misma reconoció públicamente no tener conocimientos de fútbol.

Dos personas elegantemente vestidas sostienen una bandera en el centro de un estadio de fútbol vacío
María Teresa Rivero y José María Ruiz-Mateos | Redes sociales

Pese a su inexperiencia, su mandato coincidió con la etapa más exitosa del club.  El Rayo se clasificó para la  Copa de la UEFA  y alcanzó los cuartos de final. El equipo femenino conquistó la Copa de la Reina  en 2008, el primer título oficial de la entidad. En 2004, la afición refrendó su popularidad al aprobar en referéndum que el estadio llevase su nombre, Estadio Teresa Rivero, durante siete años.

Pero el auge deportivo se desplomó con la crisis del conglomerado familiar. En febrero de 2011, Nueva Rumasa entró en concurso de acreedores y el Rayo quedó arrastrado en la caída.

El 3 de marzo, la afición se rebeló con cánticos de “Teresa, vete ya”  y “Rayo sí, Rumasa no”, culminando con la retirada de su nombre de la fachada del estadio. Bajo presión, en mayo de 2011, el club fue vendido al empresario Raúl Martín Presa.

El peso de la justicia y la ruina financiera

Las últimas décadas de  Teresa Rivero han estado marcadas por los litigios judiciales que envolvieron al clan Ruiz-Mateos. Aunque en 2003 y 2013 fue absuelta de acusaciones de estafa, su nombre continuó ligado a causas pendientes.

El 22 de octubre de 2020, la Sala II del Tribunal Supremo confirmó su condena a siete años de prisión por cuatro delitos contra la Hacienda Pública.

Estaban relacionados con un fraude de 8,4 millones de euros en IVA e IRPF del Rayo Vallecano durante 2009 y 2010. La sentencia incluyó, además, una multa de 16,4 millones y la obligación de indemnizar a Hacienda por la cantidad defraudada.

Un hombre con bigote y gesto serio hace una señal ofensiva con la mano a otro hombre mayor vestido de traje elegante mientras varias personas los rodean
José María Ruiz-Mateos | Europa Press

Paralelamente, su ruina económica se hizo visible: fueron embargadas la mansión de Somosaguas, la casa del Puerto de Santa María y la vivienda de Aravaca.

En 2019, ante un desahucio, declaró: “No nos queda nada. Mis hijos no tienen nada y yo tampoco (...) Está todo embargado”. En otro momento añadió: “Sé que llegará el momento de que me echen de mi casa, a mi edad. Pero me queda la fe”.

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