
El plan de Nacho Abia para 'resucitar' Grifols: La compañía suma ya 18 meses de caos
Empresarios afines a la familia Grifols invierten casi 8 millones en acciones para inyectar a la farmacéutica catalana
Grifols, la farmacéutica catalana especializada en hemoderivados, ha vivido uno de los años más turbulentos de su historia reciente. La compañía, que llegó a estar al borde del colapso financiero a inicios de 2024, intenta ahora dar un giro de timón.
Lo hace de la mano de su nuevo CEO, Nacho Abia, que ha puesto en marcha un plan estratégico más claro. Y ha realizado una serie de operaciones que buscan restaurar la credibilidad ante el mercado. Pero los nubarrones no han desaparecido. Entre compras simbólicas de acciones por parte de directivos y la persistencia de escándalos contables no resueltos, el futuro de Grifols sigue siendo incierto.
Compras internas en Grifols
La publicación de los resultados del primer trimestre, el pasado 12 de mayo, fue acompañada por un gesto que suele interpretarse como una señal positiva. Y es que varios altos cargos de Grifols compraron acciones de la empresa. El director financiero, Rahul Srinivasan, adquirió 10.000 títulos por 86.400 euros. Y el propio Nacho Abia compró otras 10.000 acciones por un importe cercano a los 86.800 euros.

Tomás Dagà, exconsejero de la compañía y figura rodeada de controversia, realizó una compra mucho más significativa. El empresario ha adquirido 735.923 acciones por 7,75 millones de euros.
Estas operaciones han sido presentadas como un gesto de confianza hacia la compañía. Y aunque pueden tener un efecto simbólico alentador para algunos accionistas, el volumen de inversión, salvo en el caso de Dagà, no resulta lo suficientemente contundente como para revertir el profundo escepticismo que aún domina al mercado.
Recuperación operativa… ¿y contable?
Los números comienzan a dar señales de vida. Grifols ha registrado beneficios de 157 millones de euros en 2024, un 271% más que en 2023. Este repunte se apoya en el segmento Biopharma. Y en un esfuerzo de reducción del apalancamiento. El impulso también proviene del nuevo plan estratégico liderado por Nacho Abia, exdirectivo de Olympus que el pasado año se embolsó 4,2 millones de euros.

Sin embargo, pese al optimismo de puertas adentro, el mercado continúa escéptico. El colapso de la OPA de Brookfield fue un golpe duro que evidenció la falta de transparencia de la compañía. Especialmente en lo relacionado con el vehículo de inversión Scranton, ligado a la familia Grífols. La negativa a abrir sus libros para una revisión a fondo generó un ruido que sigue sin disiparse.
Cambios en la cúpula y legado de controversias
La salida de Thomas H. Glanzmann de sus funciones ejecutivas y su salida de la presidencia es otro intento por renovar la imagen de la compañía. Glanzmann, consejero desde 2006, ha estado en el centro de la tormenta por haber facturado 7,4 millones de euros a través de su consultora.
La entrada de Anne-Catherine Berner como nueva presidenta pretende aportar algo de estabilidad. Su perfil independiente y su experiencia como ministra en Finlandia podrían contribuir a fortalecer el gobierno corporativo. Aun así, las heridas del pasado siguen abiertas.

El fondo Mason Capital señala directamente a Dagà por su presunta implicación en maniobras de ingeniería fiscal. Las mismas habrían costado a Grifols 4.000 millones de euros en descapitalización bursátil.
Contratos, acuerdos y la búsqueda de oxígeno
En paralelo, Grifols ha cerrado contratos relevantes que podrían apuntalar su recuperación. Destaca el acuerdo con el Ministerio de Sanidad español, valorado en 281 millones de euros. Y el convenio con la Fundación Michael J. Fox para investigar biomarcadores del Parkinson, que le aportará 20,5 millones de euros. También ha adquirido 14 centros de plasma en EE. UU. por 135 millones.
Estas iniciativas, junto con la renegociación de deuda por parte de Scranton Enterprises, son pasos en la dirección correcta. Pero no eliminan la necesidad urgente de reforzar la transparencia. Sobre todo en lo que respecta a sus vínculos empresariales y su contabilidad pasada.
¿Un punto de inflexión?
La acción de Grifols, que cotizaba a unos 15 euros a principios de 2024, ronda los 10,5 euros. A pesar de la mejora operativa, el mercado sigue penalizando la falta de claridad. Las compras de acciones por parte de directivos pueden ser leídas como un intento de alinear intereses. Pero en un contexto de dudas.
Mientras tanto, la vigilancia por parte de fondos como Mason Capital y la presión mediática seguirán condicionando su rumbo.
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