Operan con éxito a Teresa Rivero de su fractura de cadera
Teresa Rivero, de 85 años, se encuentra ingresada en estado crítico en el hospital madrileño Puerta de Hierro.
Teresa Rivero, matriarca del clan Ruiz Mateos, ha sido operada con éxito este mediodía de la fractura sufrida ayer en su cadera cuando se cayó en casa de su hija Almudena, en la localidad madrileña de Boadilla del Monte, donde estaba viviendo desde hace unos meses.
Almudena Ruiz Mateos es la quinta de los hijos de la familia, es enfermera y está casada con el empresario y economista Alberto Wicke. Ahora mismo Teresa Rivero vivía con ella desde hace unos meses, cuando se trasladó desde Cádiz a Madrid con su hija. La matriarca del clan Ruiz Mateos tiene 85 años y la caída y rotura de cadera le ha llegado en su peor momento. Fue ingresada por la mañana en el Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda. Desde el centro sanitario aseguran a elcierredigital.com que "la familia no se ha puesto en contacto para ofrecer ningun parte medico, por lo que ellos no pueden dar información sin el consentimiento de la familia".
Fuentes cercanas a la familia aseguraron a elcierredigital.com que este viernes a las doce de la mañana recibirán más información sobre el estado de salud de Teresa Rivero que espera a ser operada de la cadera. No se sabe si primero Teresa Rivero se rompió la cadera y por tanto se cayó o primero se cayó y después se fracturó la cadera. El resultado es el mismo, doña Teresa será intervenida este viernes para tratar de recomponer ese hueso roto, según indicaron fuentes familiares.
El penúltimo disgusto de Teresa Rivero llegó en forma de sentencia del Tribunal Supremo que confimaba otra de la Audiencia Provincial del Madrid, en la que se condenó a Teresa Rivero a siete años de prisión y al club franjirrojo el 16 de julio de 2018 por cuatro delitos contra la Hacienda Pública en relación al IVA y el Impuesto de Sociedades de la entidad de los años 2009 y 2010, al considerar que en ambos ejercicios y por dichos impuestos defraudaron un total de 8,4 millones de euros.
“Esto es el resultado de las decisiones nefastas y temerarias de los seis hijos varones de Ruiz Mateos que no supieron gestionar un imperio empresarial que su padre le regaló en el año 2004. Teresa Rivero es víctima de la decisiones y gestiones kamicaze de sus seis hijos varones”, aseguran a Elcierredigital.com fuentes cercanas a la familia, en clara alusión a Javier Ruiz-Mateos, uno de los hijos del patriarca encargado de las riendas económicas del club de Vallecas.
Una vida apartada
Este complejo de viviendas fue creado por Eduardo y Felipe Osborne en un terreno heredado de su padre, Roberto Osborne, fundador junto a su hermano Tomás de las empresas Cruz del Campo y Conservas del Sur. En la actualidad, Teresa Rivero vivía con su hija Almudena, quinta de los trece hijos del matrimonio Ruz Mateos-Rivero.
La matriarca de un clan
La jerezana María Teresa Rivero y Sánchez Romate nació en 1932 en Jerez de la Frontera, en el seno de una familia acomodada. Su padre era abogado y ella es la menor de ocho hermanos. En 1958 se casaba con José María Ruiz-Mateos Jiménez de Tejada, nacido el 11 de abril de 1931 en Rota, Cádiz, durante la II República, marqués de Olivara, marqués de Montemayor y marqués de Campo Nublo. Aún se recuerda por Jerez la anécdota acaecida en 1958 cuando se realizó la primera operación empresarial de la vieja Rumasa. Por entonces, Ruiz Mateos, que acababa de comenzar su viaje de novios, hizo regresar a su reciente mujer Teresa Rivero para firmar un contrato con los ingleses de Harvey y pasar a ser los suministradores en España de estas bodegas británicas.
Se firmaba el mayor contrato de la historia del vino de Jerez, bajo la atenta supervisión de su padre, Zolio Ruiz Mateos. Tanta era la vigilancia del “abuelo” que una vez firmado el contrato, volvieron al viaje de novios, pero esta vez por Inglaterra, por tierras de Bristol, con los ingleses y con don Zoilo, de escopeta. A pesar de todo este cúmulo de excentricidades, grandes compras societarias y apariciones celestiales de la familia, “nunca”, insisten todos, “Teresa nunca perdió la cabeza”.
Trece son los hijos que tuvo el matrimonio, seis varones y siete chicas: Socorro, Zoilo, Begoña, Patricia, Almudena, Rocío, José María, Paloma, Alfonso, Pablo, Francisco Javier, Nuria y Álvaro. Desde que se casara con el empresario tuvo un niño por año y cuatro abortos. La mayor, Socorro, falleció hace unos años de una enfermedad.
La casi totalidad de sus descendientes, a medida que iban terminando sus carreras universitarias, entraron a trabajar con su padre en la expansión de la Nueva Rumasa, el nuevo holding que fueron amasando paso a paso y que llegóa tener bajo su control más de 100 empresas en casi todos los sectores de la vida económica española.
Fue tras la expropiación de Rumasa por el Gobierno socialista en 1983, cuando los Ruiz-Mateos vivieron sus peores años. Con el paso del tiempo, el empresario comenzó a delegar en sus hijos y Teresa Rivero tomó un papel mucho más activo precisamente gracias al Rayo Vallecano.
Fue a comienzos del año 1991 cuando los Ruiz Mateos se adentraron en el mundo del balompié, un campo farragoso y minado que desconocían. Fue por esas fechas cuando uno de los múltiples teléfonos que los Ruiz Mateos tienen repartidos por los tres pisos de su casa madrileña de Somosaguas recibía la llamada de Pedro Ruiz Campos. El empresario de publicidad, que por entonces controlaba al Rayo Vallecano, necesitaba la imperiosa ayuda de la familia de la abeja. "José María, Vallecas te necesita. Harías una importante labor social. Además, se acerca el proceso de conversión del club en sociedad anónima y te puedes hacer con él", le dijo. "Me lo pensaré, pero antes tengo que consultarlo con varias personas", le contestó.
El empresario jerezano, ajeno al circo del fútbol, pidió ayuda a dos populares personajes por entonces de este mundillo: El periodista José María García y al propietario del Atlético de Madrid, el ya fallecido Jesús Gil y Gil. El que fuera alcalde de Marbella y Ruiz-Mateos se conocían desde 1977, cuando el constructor soriano visitaba con asiduidad la sede de Rumasa, en el entonces Paseo de Calvo Sotelo de Madrid, en busca de ayuda por parte de una de los buques insignias del holding de la abeja, Hispano Alemana de Construcciones, para levantar edificios en el complejo residencial de Los Ángeles de San Rafael.
Desde entonces, Gil y Ruiz-Mateos mantenían una amistad intermitente. "Qué quieres que te diga, Vallecas es una barriada muy querida que te puede dar relieve social", le aconsejo Gil, "pero ándate con cuidado porque en el fútbol se pierde mucho dinero. Que te lo digo yo. Te calculo que perderás unos 200 millones (de pesetas) al año". Y así sucedió, año tras año al principio de su aventura. Y casi desde ese momento, María Teresa Rivero Sánchez Romate se convertía en la nueva marca pública de la familia Ruiz Mateos, además de seguir ejerciendo el control del hogar familiar de Somosaguas y de El Puerto de Santa María, “su tierra”.
“En mi familia no se conoce lo que es tener un yate, ni las vacaciones, ni los sábados ni los domingos. No hay hobbys raros, ni se juega al golf...”, afirmaba la jefa de la saga, Teresa Rivero.
Hoy Teresa Rivero vive una situación dramática, una época muy alejada de los años de unidad en la familia. A la muerte del empresario, en 2015, la expresidenta del Rayo vio cómo se desató una guerra entre sus hijos e hijas y cómo los problemas judiciales de Nueva Rumasa llevaban a sus descendientes varones a prisión. Un destino que, ahora ella podría compartir también, aunque por lo avanzado de su edad y su complicado estado de salud difícilmente esté más de unas horas ingresada en la cárcel si llega a ir.
De momento intenta recuperarse en el hospital Puerta de Hierro de Majadonda de su último problema de salud.
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