Los pagarés de Ruiz-Mateos: 'Los responsables son sus hijos, él quería pagar a todos'
Jesús Urdiciáin, que fuera su asesor, dice: 'la deuda se pagará con la indemnización que le debe el Estado por Rumasa'
Como viene informando elcierredigital.com, la figura de José María Ruiz-Mateos vuelve al foco. Esta vez en el programa ‘Dinastías’, producido por Tesseo y que se emitirá en Telecinco. Este medio ya charló hace unos días con uno de los hombres más cercanos al empresario, Jesús Urdiciáin.
En aquella ocasión trajimos las cartas que Ruiz-Mateos dirigió a presidentes como Felipe González y banqueros como Luis Valls.Taberner. Esta ocasión tiene un espacio reservado para los pagarés de Nueva Rumasa. Por ello, elcierredigital.com ha vuelto a contactar al que fuera uno de los asesores de Ruiz-Mateos, Jesús Urdiciáin.
Años después de la expropiación de Rumasa en 1983, Ruiz Mateos lanzó Nueva Rumasa. En otras palabras, una nueva versión de su conglomerado original. Esta empresa también enfrentó dificultades, especialmente tras la crisis económica de 2008.
Con el agravamiento de la enfermedad de Parkinson que padecía Ruiz Mateos desde 2006, la gestión de Nueva Rumasa quedó en manos de sus hijos. Estos, según diversas fuentes -incluido Urdiciáin-, no lograron mantener la solvencia y el éxito que había caracterizado a su padre.
La creación de pagarés por parte de Nueva Rumasa, una idea concebida por Ruiz Mateos para obtener financiación privada, vino impulsada por la falta de liquidez en las empresas del conglomerado. Los bancos ya no daban créditos debido a la delicada situación de la banca durante la crisis.
Los pagarés se quedaron sin pagar y esto llevó a un gran número de inversores a perder sus ahorros. Este evento empañó aún más la reputación de la familia Ruiz Mateos. José María, consciente del fracaso de sus hijos, delegó en un tercero la misión de reparar el daño causado a los inversores. Ese ‘tercero’ es Jesús Urdiciáin.
Él mismo explica que “todavía sigo pendiente de cobrar el dinero que se le debe a Ruiz-Mateos por la expropiación de Rumasa. Este dinero será destinado a satisfacer las deudas de los pagarés de Nueva Rumasa”.
El caso de los pagarés de Nueva Rumasa se ha convertido en uno de los mayores escándalos financieros de España en las últimas décadas. Lo que comenzó como una atractiva oportunidad de inversión en 2009 se transformó rápidamente en una pesadilla financiera para miles de inversores.
A más de una década del estallido de la crisis, el caso sigue generando controversia. Las secuelas continúan afectando tanto a las víctimas como al sistema judicial y financiero del país.
La caída de Nueva Rumasa
A finales de los años 2000, en plena crisis económica global, Nueva Rumasa comenzó a emitir pagarés con la promesa de altos rendimientos. Bastante superiores a los que ofrecían las entidades financieras tradicionales.
Estos pagarés, dirigidos principalmente a pequeños ahorradores, fueron promocionados como una inversión segura respaldada por los activos del grupo. Sin embargo, la realidad detrás de estas emisiones era muy distinta.
En 2011, Nueva Rumasa solicitó el concurso de acreedores para varias de sus empresas, dejando a la luz la grave situación financiera en la que se encontraba el grupo. Miles de inversores, que habían confiado en los pagarés emitidos por la compañía, se encontraron con que sus inversiones estaban en riesgo de perderse por completo.
El estallido del escándalo reveló que Nueva Rumasa había estado operando al borde de la insolvencia durante años. Los pagarés, en lugar de estar respaldados por activos tangibles y generadores de ingresos, dependían de la constante emisión de nueva deuda para mantenerse a flote.
Las responsabilidades de los pagarés
La familia Ruiz-Mateos, y en particular el patriarca José María Ruiz-Mateos, fue objeto de múltiples investigaciones y procedimientos judiciales. José María Ruiz-Mateos, conocido por su carácter excéntrico y polémico, se convirtió en una figura central en el escándalo.
Acusado de estafa, insolvencia punible y administración desleal, Ruiz-Mateos mantuvo su inocencia hasta su fallecimiento en 2015.
Sin embargo, las acusaciones contra él y sus hijos, quienes también ocuparon puestos directivos en Nueva Rumasa, continuaron su curso.
En este sentido, Jesús Urdiciáin explica que “Ruiz Mateos padre no intervino para nada en los pagarés de Rumasa. Solamente intervino en televisión para avalar la inversión de cara a los inversores. Y él fue consciente de que la inmensa mayoría, por no decir todos los inversores que invirtieron en pagarés, lo hicieron confiando en él más que en sus hijos.”
“La gran estafa no la hizo José María Ruiz Mateos, la hicieron sus hijos. En un primer momento, la intención no era estafar. La emisión de pagarés en principio estaba bien planteada porque lo que perseguían era captar dinero para hacer liquidez. Así sanearían las empresas de Nueva Rumasa. Los bancos les habían retirado los créditos y demás y claro, eso junto con la crisis que venía del año 2007, pues había que hacer algo”.
Se lanzaron los pagarés, y, tal y como explica Jesús Urdiciáin, “se empezó a coger dinero y demás. Lo que ocurre es que no captaron el dinero suficiente para tapar el agujero que tenían. Además, la mala gestión que hicieron los hijos de esos pagarés hizo daño. Lógicamente redundó en lo que ya se consumó como estafa cuando no se pagaron”.
Sobre esto, Urdiciáin puntualiza: “Es decir, la estafa en un principio no era tal estafa, era una operación financiera perfectamente legal. No existen pagarés falsos, existen pagarés impagados. Lo que ocurre es que al no hacer frente a los pagarés se consuma el delito de estafa. Pero la estafa la consuman los hijos, no el padre”.
El pago pendiente a los inversores
Una de las claves para entender el posible futuro de los pagarés de Nueva Rumasa proviene de la propia Rumasa. La expropiada en 1983 por el PSOE de Felipe González.
El Estado español debía a José María Ruiz-Mateos una indemnización por la expropiación. La cantidad inicialmente fijada en concepto de indemnización fue de 18.000 millones de pesetas, que equivalen aproximadamente a unos 108 millones de euros.
Sin embargo, este importe fue objeto de diversas disputas legales durante muchos años, y la familia Ruiz-Mateos siempre alegó que el valor real de la indemnización debía ser mucho mayor. Llegando a reclamar cantidades que en algunos casos se estimaban en más de 2.000 millones de euros.
A lo largo de los años, las reclamaciones de la familia Ruiz-Mateos se convirtieron en un prolongado litigio con el Estado español. Pero el importe exacto de la indemnización que se llegó a pagar o que se reconoció oficialmente ha sido difícil de precisar.
El pago de esta indemnización es clave, porque de él dependería el pago de los pagarés de Nueva Rumasa. Así lo expresa Jesús Urdiciáin: “ Ruiz-Mateos siempre puso por delante el compromiso de hacer frente a los pagos a los inversores. Entendió perfectamente la importancia de esto. Por eso en 2015 decidió cederme los derechos, transfiriéndome todos sus derechos, aunque con condiciones”.
“No fue una herencia ni nada por el estilo, sino un mandato expreso que, desde un punto de vista jurídico, se cataloga como un fideicomiso. Es decir, cualquier ciudadano español puede disponer de su patrimonio en vida como considere oportuno”.
“En este caso, él me cedió una parte de su patrimonio, específicamente los derechos de indemnización de Rumasa, pero con una condición muy clara. No me los cedió simplemente para que los tuviera, sino para que los administrara con un propósito específico”
“Primero, cobrar esa indemnización del Estado. Segundo, indemnizar a los inversores por los pagarés y cualquier otro daño que haya podido causar. Y, finalmente, realizar algún tipo de proyecto audiovisual o vídeo que mejorara la imagen de Ruiz-Mateos”.
“Quería que no se le recordara como un estafador o un ladrón. Una imagen que, según él, fue injustamente creada por sus hijos, su entorno, y cierta parte de la sociedad y la prensa. Especialmente aquellos cercanos al Partido Socialista, que han contribuido a esa percepción."
“El propio Ruiz-Mateos quería pagar los pagarés, sus hijos no. Tuvimos reuniones con sus hijos y demás, el padre quería que se pagara y los hijos no estaban por la labor. Ellos no querían pagar a pesar de ser responsables. Pretendían echar la culpa al padre”.
Es al pasar los años cuando Ruiz-Mateos “se da cuenta de que efectivamente los hijos le están engañando”. Entre otras cosas, el hijo con el que tenía más afinidad, que es José María Ruiz-Mateos Rivero, “renunció al apellido de su padre”. Ahora se llama José María Rivero Romate, “cogió el segundo apellido de su madre”, puntualiza Urdiciáin.
Todo esto enfadó muchísimo a José María Ruiz-Mateos, tal y como explica Jesús Urdiciáin: “Viendo como estaba todo, que tenía hasta amenazas de muerte, le dije, vamos a salvar primero tu vida y en segundo lugar el dinero. Es por eso que ahora es mi responsabilidad pagar esa deuda cuando el Estado abone la indemnización de Rumasa”.
Más noticias: