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INVESTIGACIÓN

La leonesa Ana María Quiñones: posible Reina de Libia

Descendiente de los marqueses de Montevirgen, señores de Riolago de Babia, puede ser la nueva reina de Libia.

El país gobernado y controlado por Mohamed Gadafi durante muchos años afronta un cambio sustancial en el que algunos sectores admiten la llegada de la monarquía, donde podría entrar esta española como futura Reina. Casada en 1987 con el príncipe aspirante al reino de Libia, Idris bin Abdullah al-Senussi, la española Ana María podría engendrar la llegada de la monarquía a Libia y conformar una pieza clave en el futuro de este país del Magreb en la era post Gadafi.

Esta española es conocida fuera de nuestras fronteras como la princesa Ana María Al-Senussi. La historia que relaciona a Ana María Quiñones con el heredero al trono de Libia, Idris al-Senussi comienza en la Roma de 1985. Ambos se conocieron a través de una amiga en común cuando asistieron a una cena de Navidad en la capital italiana. Ese diciembre marcó el comienzo de una historia de amor que en 1987 desembocó en matrimonio en la mezquita de Roma. La unión con este musulmán cambió por entero su vida y la de su familia, que no asimiló de entrada este enlace.

Fuertes prejuicios

La unión de esta joven, educada en el marco de una familia de la antigua nobleza leonesa, con un padre militar muy católico, creó ciertos prejuicios respecto al futuro marido de su hija. “Pero a medida que lo fueron conociendo, les iba encantando” llegó a comentar ella. “Se dieron cuenta de que es un hombre bueno, cariñoso, serio y muy humano”, para añadir que sus cuatro hermanas le suelen decir que su marido es ‘menos moro’, en el sentido estereotípico de la palabra, que sus respectivos maridos españoles.

Ana María Quiñones describe a Idris al-Senussi como un “musulmán moderno”.  Un personaje que tras haber sido desterrado de su país natal a los 13 años de edad ha vivido en numerosos lugares del mundo, entrando en contacto con diversas culturas.

El matrimonio tiene un hijo, llamado Khaled, de 30 años, que estudió en la Libanese American University  en Beirut, una de las más prestigiosas escuelas de negocios en el mundo árabe y que en la actualidad trabaja como asesor de defensa y proyectos de seguridad. 

Una vida en constante viaje

La princesa Ana María Al-Senussi nació en León y se educó en un colegio de monjas hasta los 14 años, después marchó a Madrid para, pocos años después, salir al mundo con un trabajo en la compañía de vuelos chárter Air Spain, con sede en Palma de Mallorca. «Luego conocí a mi primer marido, el marqués Kustermann de Konski, de origen polaco, y me casé en Roma con 21 años».

Aquella historia terminó en divorcio, y ella continuó viviendo en Roma. Un año más tarde su situación cambiaría drásticamente al conocer al príncipe Idris. Tras su boda con el príncipe libio, su vida se convirtió en un constante viaje de un lugar a otro del mundo.

Aunque la mayor parte de su vida residió en Roma, una ciudad a la que guarda un gran cariño y que admira por su historia, su arquitectura y su gente. También estuvo viviendo en otros lugares como Washington, Londres, Abudabi y Dubai. Actualmente el matrimonio vive en Madrid desde hace ya un par de años.

La primera vez que Ana María Quiñones pudo visitar la tierra de su marido fue en noviembre de 2011, tras finalizar la dictadura de Gadafi. Un país sacudido por numerosas guerras civiles durante los últimos años, y cuya primera toma de contacto resultó ‘increíble’ para la princesa de Libia. Lo que más le sorprendió de este territorio impregnado por preciosas ruinas griegas y romanas fue la gran similitud que tenía con la cultura española. “Cuando recorría las calles de Bengasi parecía que estaba paseando por una ciudad del sur de España”, ha afirmado.

Mezcla de religiones y culturas

Este exótico matrimonio conforma una particular mezcla de religiones y culturas. Ella afirma ser católica 100% y aclara que para casarse con un musulmán no es obligatorio convertirse a la religión, lo que le permitió conservar sus creencias y su apellido. Explica que lo importante es que la descendencia herede la fe del padre, por lo que, tras casarse prometió criar a sus hijos en el islam. Señala además la importancia que cobra en su familia el respeto por las creencias de los demás. De hecho, en su hogar hay cabida para el festejo de ambos cultos.

«En casa se celebran las fiestas musulmanas y las católicas. El Ramadán y la Pascua, la Navidad... Mi marido incluso me acompaña cada año a la Misa del Gallo. Sabe que la iglesia es un lugar para rezar, cada uno al que crea el dios verdadero.  Él respeta mucho mi religión y yo la suya»,  afirma.

Ana María se declara «fiel a la Semana Santa leonesa». Comenta que lleva dos años saliendo en la procesión detrás del Nazareno y que su hijo, el príncipe Khaled, musulmán, también le acompañará en futuras ocasiones.

Relación con don Juan Carlos y doña Sofía

Quiñones, como cualquier miembro de la realeza, ha estado rodeada de cientos de embajadores y numerosas familias notables, sin embargo, a quien más aprecio tiene es a los reyes eméritos de España, don Juan Carlos y doña Sofía. Ambos le guiaron, apoyaron y aconsejaron durante el exilio en su cargo como princesa.

Como buena amante de su ciudad natal, suele visitar León para ver a sus familiares y disfrutar de algunos de sus restaurantes favoritos como Nimú, Casa Mando y LAV, cuyas cartas califica de ‘impecables y sofisticadas’. Ana María siempre ha tenido una agenda muy apretada con numerosos actos benéficos o eventos relacionados con la moda. Entiende muy bien el lenguaje de la moda, el italiano, pues en esa lengua conoció al príncipe libio y es como actualmente suele entenderse con él. Sin embargo, Ana María habla siempre con su hijo Khaled en castellano. Quizá para que en un tiempo próximo, el que pudiera ser futuro Rey de Libia domine perfectamente el español.

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