La infanta Margarita y Carlos Zurita, pilares del Emérito en Portugal: Sus relaciones

La infanta Margarita de Borbón (86 años) y su marido, el doctor Carlos Zurita (81 años), son figuras poco visibles en la Familia Real española. Sin embargo, desde su residencia en Portugal, cobran un papel muy importante en la vida de Juan Carlos I, hermano de Margarita.

Como venimos informando en elcierredigital.com, en agosto de 2020 salió a la luz la existencia de una supuesta “Operación Cascais”. Su objetivo era facilitar un refugio en Portugal al rey Emérito Juan Carlos I. Un grupo luso de empresarios y aristócratas intentaba encontrarle una residencia discreta en el área de Estoril-Cascais. El lugar no era casual, pues se trata de la ciudad costera donde el monarca pasó su infancia durante el exilio de sus padres. 

En el verano de 2020, los medios españoles especularon con que el Emérito había estado en hoteles de lujo del Algarve. Y según estos, lo hizo antes de volar a Abu Dabi, la residencia oficial confirmada por la Casa Real el 3 de agosto de 2020.

La celeridad de su marcha, los numerosos destinos de los que se hablaba (desde Portugal hasta la República Dominicana) y las evasivas iniciales alimentaron la hipótesis de que Cascais se perfilaba como un destino ideal. De hecho, las crónicas posteriores subrayaron la fuerza de los vínculos históricos del Emérito con el país vecino. El alcalde de Cascais llegó a declarar que recibirían al rey "con los brazos abiertos", recordando su juventud allí.

En este contexto, cobró relevancia el papel de la infanta Margarita de Borbón y su marido Carlos Zurita. Ambos son las personas del círculo real con mayor arraigo portugués. La hermana menor de Juan Carlos I (87 años) mantiene con él una relación muy estrecha y “vínculos firmes” con Portugal. País donde ambos compartieron la infancia en Estoril. 

Margarita visitó a su hermano en su última visita a Sanxenxo por las regatas. También lo hizo en 2024, esta vez acompañada de su marido. Con él se desplazó desde su palacete en el barrio Salamanca de Madrid, donde hoy residen. Estos encuentros siempre se han interpretado como una muestra de apoyo incondicional.

Y parecen confirmarlo algunos hechos. Por ejemplo, que el matrimonio viajara hasta la casa del armador Pedro Campos para cenar en familia con el Emérito en plena controversia por los audios publicados con Bárbara Rey. Aquel gesto reforzó la imagen de Margarita y Zurita como pilares de confianza para Juan Carlos I en momentos críticos. En aquella ocasión, los periodistas destacaron que la infanta y el doctor Zurita estuvieron “en todo momento junto al rey”.

Margarita de Borbón: El pilar del Emérito en Portugal

La infanta Margarita de Borbón y Borbón (Roma, 1939) es hija del conde de Barcelona y hermana pequeña de Juan Carlos I. Ciega desde su nacimiento, sobrellevó la discapacidad con gran autonomía, desarrollando una viva curiosidad intelectual. La prensa la define con una "personalidad fuerte, directa y campechana" que habla varios idiomas. 

Creció en el exilio junto a sus hermanos en la residencia familiar ‘Villa Giralda’ de Estoril, en Portugal. Allí se formó en instituciones religiosas para invidentes antes de retornar a España con la recuperación democrática. A diferencia de sus hermanas Pilar y Elena, Margarita ha llevado una vida de perfil discreto, alejada del foco público. De hecho, hasta hace poco se solía decir que era uno de los miembros más desconocidos de la familia real.

Con una marcada vocación cultural, dedicó gran parte de sus esfuerzos al mecenazgo y el voluntariado. Desde joven mostró interés por la música y las artes, y hoy es reconocida por su compromiso con la promoción del patrimonio hispánico.

El 12 de octubre de 1972, contrajo matrimonio en la iglesia de San Antonio de Estoril con el cardiólogo Carlos Zurita Delgado. La boda en Portugal, celebrada con modestia pese al rango de la novicia, implicó que Margarita renunciara a sus derechos sucesorios como estipulaba la ley de la época. 

El matrimonio ha tenido dos hijos: Alfonso y María Sofía. Y el rey Juan Carlos reconoció a su hermana otorgándole los ducados de Hernani y de Soria a finales de los años setenta. Desde entonces, Margarita se ha mantenido alejada de la política, dedicando su energía a causas sociales y culturales. 

En 1989 fundó junto a su marido la Fundación Duques de Soria. Una entidad sin ánimo de lucro dedicada a impulsar el hispanismo internacional. Juntos son hoy presidentes honorarios de esa fundación, que otorga premios literarios y becas de investigación en Soria. Con ellos colaboran universidades y asociaciones lingüísticas.

Además, la infanta Margarita ha asumido cargos honoríficos en varias organizaciones benéficas. Ha sido nombrada presidenta honoraria de la delegación en España de UNICEF y de la Fundación ONCE. También de la Fundación Española del Corazón y de la Federación Española de Hemofilia. 

En 2009 fue investida doctor honoris causa por la Universidad de Valladolid, distinción académica que compartió con su marido Carlos Zurita.

A lo largo de su vida Margarita ha combinado su discreción personal con una constante dedicación a la cultura hispánica. Sus apariciones públicas se limitan a actos familiares o culturales, como homenajes al exilio o conmemoraciones de premios literarios. Esto refuerza la imagen de una infanta que prefiere pasar desapercibida en los medios, pero que ejerce influencias positivas en los campos humanitario y cultural.

Carlos Zurita Delgado: médico e intelectual

Carlos Zurita Delgado, duque de Soria, es un reconocido médico especializado en cardiología y a la vez un activo promotor cultural. Se licenció en Medicina por la Universidad de Sevilla con Premio Extraordinario y se doctoró en Medicina por la Universidad de Bolonia. 

Durante décadas ejerció como jefe de servicio de cardiología en el Instituto de Ciencias Médicas de Madrid. Actividad que compaginó con la docencia en diversas cátedras universitarias. Esta trayectoria académica le valió el ingreso en la Real Academia Nacional de Medicina y en otras corporaciones científicas.

Sin embargo, Carlos Zurita destacó también por su labor filantrópica en el ámbito cultural. Tras su matrimonio con la infanta Margarita, asumió un papel relevante en la vida intelectual española. Fue presidente de la Fundación Amigos del Museo del Prado desde 1988 hasta 2019. 

Su impulso por la cultura le valió en 2023 la Medalla Sorolla de la Hispanic Society of America. Un galardón con el que la entidad reconoció su "contribución a las artes y a la cultura hispanas". 

Según la nota de prensa de la Hispanic Society, Zurita presidió dicha fundación madrileña de mecenazgo durante más de treinta años. Labor que le hizo acreedor de la distinción internacional.

Comparte con su mujer la mencionada presidencia honoraria de la Fundación Duques de Soria. Además de ser duque consorte de Soria, Carlos Zurita ha ocupado cargos honoríficos en varias organizaciones.

Es presidente de honor de la Federación Española de Amigos de los Museos y miembro del patronato del Real Colegio de España en Bolonia en representación del Rey. También fue presidente de honor de la Asociación Internacional de Hispanistas, un reflejo de su compromiso con la difusión global de la lengua española.

La trayectoria de Zurita ha sido reconocida con diversas distinciones. Además de la Medalla Sorolla, recibió en 2002 el Premio Montblanc al mecenazgo cultural. También la Medalla de Oro del Real Colegio de España en Roma. Estas distinciones refrendan la dualidad de su perfil: eminencia médica por un lado y promotor de la cultura hispana por otro. 

En conjunto, la presencia de los duques de Soria en el entorno inmediato de Juan Carlos I aporta un contrapunto familiar y cultural a los tiempos convulsos que atraviesa el Emérito. Ambos han sido descritos como el “círculo más cercano” al rey en Portugal, justamente por su historial compartido en ese país. 

La discreta pero firme lealtad de la duquesa de Soria y su marido destaca como testimonio de los lazos duraderos entre la monarquía y Portugal. Su vida conjunta, anclada en la promoción del hispanismo y el apoyo al rey, ilustra cómo la familia real ha mantenido un pie en ambos lados de la frontera ibérica durante generaciones.