La historia ‘real’ de Marta Gayà, la mujer que sí cautivó al rey Juan Carlos I
La mallorquina sigue cerca del Emérito, le visita en Abu Dabi y percibió 2 millones de las cuentas en Suiza del monarca
La historia de la decoradora Marta Gayà y su relación con Juan Carlos I ha sido una de las más profundas y discretas relaciones del monarca español. Y la más duradera entre las múltiples aventuras amorosas del entonces todopoderoso rey de España.
De hecho, Marta Gayá asistió al último cumpleaños del monarca en Abu Dabi el pasado mes de enero de 2024. Cuando cumplió 86 años.
Si bien la vida privada del monarca ha estado marcada por nombres de mujeres tan conocidas como Bárbara Rey y Corinna Larsen, ha sido con Marta Gayá con quien el rey ha mantenido un vínculo que trasciende las meras aventuras amorosas.
La relación con Bárbara Rey supuso —y está suponiendo— un gran escándalo alrededor de la figura de Juan Carlos y la que mantuvo con Corinna Larsen fue más de lo mismo. Incluso, en este último caso, la aristócrata alemana llegó a recibir una propuesta de matrimonio del monarca. Sin embargo, la figura de Marta Gayà ha sido refugio discreto, constante y fiel para Juan Carlos I.
La decoradora mallorquina se ha mantenido cercana, incluso en los momentos más difíciles de su vida. Por eso, esta mujer, a la que conoció a comienzos de los años 80 como relaciones públicas del 'Club de Mar' de Palma de Mallorca, en cuya discoteca don Juan Carlos se desinhibía pinchando discos de la época y mostrando sus dotes de bailarín encima de las barras, no es un nombre más en su lista de conquistas.
No. La decoradora no es ‘una más’ en la vida del hoy rey Emérito. Su profunda relación, aún viva a día de hoy, es la más intensa y fiel que el monarca concibió fuera de su matrimonio con doña Sofía.
Tanto es así que, en aquellos años noventa, la reina y Sabino Fernández Campo, entonces jefe de la Casa del Rey, eran conscientes de que Juan Carlos I estaba desarrollando sentimientos muy profundos por la decoradora. Algo que preocupaba mucho en todas las estancias de palacio.
El rey Juan Carlos siempre intentó protegerla, algo que se ha terminado confirmando con las cintas grabadas por la vedette totanera al monarca en su chalé de Boadilla del Monte (Madrid).
En ellas, ante preguntas de Bárbara Rey, muy preocupada por esta competencia femenina, el rey Juan Carlos le contesta que no se va ya con Marta Gayà. La vedette insiste: ¿estás seguro?. Y el monarca, quizá presionado, le contesta que sí, que no está con nadie y que no ve a Marta desde hace mucho tiempo.
Algo totalmente incierto. Y vuelve a reafirmarle a Bárbara Rey que no está con nadie, ni con Marta, salvo con ella. Pero al final, se sincera parcialmente y le dice a la vedette en su interrogatorio que bueno..., que quizá con alguna mujer extranjera sí ha estado, pero que solo con extranjeras...
Marta Gayà, la decoradora del Rey
Marta Gayà no era ni es extranjera. Nacida en Mallorca en 1948, siempre supo mantenerse en un segundo plano. Y a pesar de que su relación con el monarca era un secreto a voces en la alta sociedad mallorquina, nunca fue objeto del escrutinio público.
Hasta que en agosto de 1992, el hoy director de elcierredigital.com, Juan Luis Galiacho, el que esto suscribe junto a Alberto Galone, firmó la portada de la revista Época, desenmascarando a ‘la mujer del rumor’ que rondaba la vida extramatrimonial de Juan Carlos I.
Fue todo un hito periodístico y un duro golpe para la sociedad española tradicional. Pero a pesar de ello, la discreción de Gayà ha sido una de las características más destacadas de su relación con Juan Carlos I.
Y así lo ha demostrado a lo largo de todos estos años, desde que lo conoció al inicio de los años 80 en el llamado 'Club de Mar', de Palma de Mallorca, donde ejercía de relaciones públicas de su discoteca.
Era en este mismo club, situado en el Paseo Marítimo de Palma, donde don Juan de Borbón atracaba su barco, "El Giralda", en el que pernoctaba viendo los amaneceres en su cubierta, rodeado de viandas y licores.
Marta, ya separada de su marido, el ingeniero Juan Mena, veía como don Juan Carlos pinchaba discos de la época y en las barras demostraba sus dotes de bailarín.
Marta Gayà, 'la dama del rumor'
Desde entonces, la decoradora ha demostrado ser una amiga silenciosa y compañera incondicional del monarca, a quien continúa visitando hoy día en su paraíso de Abu Dabi, su gran exilio económico.
La relación entre Marta Gayà y Juan Carlos I comenzó al inicio de los años 80, cuando la mallorquina se movía en los círculos sociales de la alta sociedad. Por entonces frecuentaba clubes de tenis y locales nocturnos de moda en la isla balear, como el 'Club de Mar', donde acabó trabajando de relaciones junto al mítico Pepe Oliver.
Su conexión con el monarca se forjó en la capital de isla balear, donde el rey tenía su corte paralela, encabezada por su gran hombre de confianza y confidente, el ya fallecido príncipe georgiano Zourab Tchokotua, casado con Marieta Salas, la gran potentada de esta isla.
Don Juan Carlos pasaba largos veranos en compañía de estos amigos y 'socios' cercanos. Fue ahí donde Juan Carlos I conoció a Marta, presentada por el príncipe Tchokoptua, Y, ya cercano a su cincuentena, el monarca comenzó a perder la cabeza por el amor de Marta Gayà, quien se convertiría en compañera fiel de escapadas a destinos tan exclusivos como Gstaad (Suiza) o París, por citar solo algunos.
A diferencia de otras relaciones, Gayà siempre supo mantener un bajo perfil, evitando los focos mediáticos y protegiendo su vida privada.
Eso sí, el amor que Juan Carlos I sentía por Marta Gayà no impidió que el rey tuviera otras aventuras amorosas. Algunas de ellas muy sonadas en la prensa internacional.
Y una de estas relaciones fue precisamente la que mantenía paralelamente con la actriz española Bárbara Rey, hoy en día más que conocida por sus acuerdos con los servicios secretos del CESID (ahora CNI) para guardar en secreto sus aventuras grabadas con el monarca.
Marta Gayà, presente en la relación del rey con Corinna Larsen
Otra de las aventuras más mediáticas del rey ocurriría años después. Se trata de la que mantuvo con Corinna Larsen, la aristócrata alemana que no solo se convirtió en la amante o "amiga íntima" del rey de España, sino que también fue objeto de una propuesta de matrimonio.
Larsen, al igual que Gayà, fue una figura clave en la vida del hoy rey Emérito, pero su relación fue mucho más pública y escandalosa. Se sabe que Juan Carlos I estuvo muy enamorado de Corinna y que llegó a recibir tratamiento de compañera oficial, otorgándole incluso privilegios y regalos millonarios que luego serían investigados en el contexto de acusaciones de corrupción.
A pesar de la intensidad de su relación con Corinna, e incluso de haberle propuesto matrimonio, siempre regresó en sus desencuentros con la alemana a los brazos de Marta Gayà.
La mallorquina ha mantenido, a lo largo de todos estos años, una presencia discreta y constante en la vida del monarca, acompañándole en momentos clave sin necesidad de protagonismo mediático ni ostentación.
Esta lealtad ha convertido a Gayá en una de las figuras más importantes en la vida personal de Juan Carlos I.
Los desplantes de Juan Carlos a Sofía
Precisamente, este amor entre Marta Gayá y Juan Carlos llevó al monarca a descuidar las obligaciones familiares e, incluso, las oficiales. En un principio, sus encuentros se producían de manera muy discreta entre Mallorca, Suiza y París, pero el secreto no duró mucho.
La reina Sofía fue una las primeras personas en enterarse. Todo ocurrió en julio de 1990, en una cena en Mallorca, con unos 200 comensales, en honor al multimillonario Aga Khan, actual jefe y 'protector' de la Infanta Cristina en Suiza. A aquella cena veraniega llegaron puntuales el rey, la reina y sus invitados ilustres. Sin embargo, pasados unos minutos todavía había una mesa vacía.
Ya casi en los postres se presentaron el escritor José Luis de Villalonga y Marta Gayà, así como el príncipe Tchokotua y su mujer, Marieta Salas. En lugar de enfadarse, el rey se levantó de su puesto presidencial y fue a saludarles efusivamente, sobre todo a Marta, un gesto que denigró a la reina Sofía.
Fue casi una presentación relativamente pública de la relación de Juan Carlos I con Marta Gayà. Pero también un golpe para doña Sofía. Y allí estábamos algunos periodistas, que lo vivimos.
Otro de los episodios más dolorosos en la relación entre Juan Carlos I y su esposa, la reina Sofía, tuvo lugar en 1992. Durante ese año, el rey, que atravesaba una profunda crisis matrimonial, decidió ausentarse de España para viajar a Suiza con Marta Gayà.
La razón de su visita a Suiza no respondía simplemente a una escapada romántica, sino que estaba motivada por un intento de consolar a Gayà. La mallorquina se encontraba muy afectada tras haber presenciado en vivo la muerte en un accidente de coche de su amigo Rudy Bay, propietario de la compañía aérea Spantax, y de su compañera Marta Girod.
Don Juan Carlos desapareció del mapa. Pero presionado por Sabino Fernández Campo, entonces jefe de la Casa del Rey, regresó de Suiza el sábado 20 de junio por la mañana, despachó al entonces presidente Felipe González antes del mediodía y comió en privado con el de Sudáfrica, Fredierik de Klerk, que estaba en Madrid de visita oficial.
Por la noche, tras celebrar en familia el aniversario de su padre, se marchó de nuevo en Suiza. Quería estar al lado de Marta Gayà y poco le importaba el resto.
Dejó plantado a sus hijos y a doña Sofía, entre lloros, en la celebración familiar del último aniversario de don Juan de Borbón, que cumplía 79 años ese 20 de junio y que meses después fallecería. Una velada rota que se celebró en el Club Financiero de la calle Génova, de Madrid, tras el acto oficial en el Palacio del Pardo.
La reina, al día siguiente, sustituyó al monarca en la apertura de la Cumbre Iberoamericana. La desaparición pública del rey levantó por primera vez en España todo tipo de especulaciones.
Así las cosas, la ausencia del rey en España provocó una pequeña y grave crisis política aquel junio de 1992. Lo que hizo estallar la mecha fue el relevo de Francisco Fernández Ordóñez, entonces ministro de Asuntos Exteriores, que fallecería en agosto de ese mismo año.
El político padecía un cáncer en fase terminal y todo el mundo se preguntaba por qué el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, no lo relevaba. El sustituto estaba ya designado por el Gobierno: Javier Solana. Pero, el Rey no estaba.
En una rueda de prensa, la entonces ministra-portavoz Rosa Conde contestó a los requerimientos de los periodistas revelando que no se podría sancionar un nuevo nombramiento porque el rey se encontraba fuera de España y para ello era necesaria su presencia.
A partir de ese momento, la prensa comenzó a investigar el destino del monarca. El Mundo habló del viaje a Suiza y recordó que unos meses antes el historiador Juan Balansó habló en clave sobre el proyecto del rey de escribir sus memorias con José Luis de Vilallonga, achacándolo a alguna “gaya dama”.
Sin duda, quien fue más allá fue Jaime Campmany, el director de la revista Época. La publicación llevó a su portada una foto de Marta y tituló 'La dama del rumor'.
Una investigación firmada por quien hoy, 32 años después, lo suscribe, Juan Luis Galiacho, actual director de elcierredigital.com. Esta portada levantó muchas ampollas y grietas en los círculos políticos y económicos de entonces.
El escándalo estaba servido. Por primera vez en la historia de nuestra reciente democracia, la prensa rompía el gran tabú real desde la Transición.
Lo que pocos saben es que pudo haber una segunda portada en Época sobre este tema. Sin embargo, Sabino Fernández Campo llamó a Campmany pidiendo que el tema se apartara. La reina Sofía estaba sufriendo demasiado.
Mientras se producía este escándalo y el rey estaba en Suiza, el ministro Javier Solana, según un Real Decreto del BOE, pasó a ser ministro de Asuntos Exteriores el 23 de junio de 1993. Sin embargo, ese día el rey no estaba en España para firmarlo, ni para asistir a su toma de posesión y al intercambio de carteras.
Hoy todavía se desconoce oficialmente cuándo regresó el rey a nuestro país y cuándo se produjo el traspaso de carteras entre Solana y Ordóñez.
Lo que sí se sabe es que la primera aparición pública del monarca desde el escándalo amoroso tuvo lugar en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Barcelona, el 25 de julio de aquel 1992.
El ocaso del reinado y la fidelidad de Marta Gayà
A pesar de los escándalos y las otras mujeres que han pasado por la vida de Juan Carlos I, Marta Gayà ha seguido siempre al lado de Juan Carlos I. Tanto, que la decoradora mallorquina percibió, al menos, dos millones de dólares de las cuentas en Suiza del monarca, cuando traspasó otros 60 millones a su íntima amiga Corinna Larsen.
En los últimos años, tras la abdicación del monarca en 2014 y su exilio voluntario en Abu Dabi en 2020, Gayà ha mantenido un nivel alto de vida, entre Suiza y Mallorca, y visitando en los Emiratos Árabes al ya rey Emérito.
Demuestra así que su relación ha evolucionado hacia una amistad profunda y duradera. Aunque ya no se habla de ellos en términos románticos, está claro que Gayà sigue siendo una de las personas más cercanas al rey.
Mientras que otras relaciones del Emérito, como las de Bárbara Rey o Corinna Larsen, estuvieron marcadas por el escándalo y la polémica, la decoradora mallorquina ha logrado mantenerse alejada de los focos mediáticos tras los primeros escándalos, protegiendo su privacidad y la del monarca.
Su discreción y lealtad han hecho de ella una figura clave en la vida de Juan Carlos I. Una mujer que sí le cautivó y que ha estado a su lado en los momentos de gloria y en los de decadencia.
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