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Dos personas posando frente a un fondo de rascacielos y un paisaje costero.
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Marta Gayá, la 'fiel compañera' e invitada estrella del 86º cumpleaños del rey emérito

La decoradora mallorquina Marta Gayá, una de las 'amigas entrañables' del Emérito, viajó hasta Abu Dabi.

Este pasado 5 de enero Juan Carlos I celebraba su 86 cumpleaños rodeado de parte de la familia Borbón y de muchas de sus amistades. La gran fiesta, que se rigió por el 'dress code Marbella' y que reunió a gran parte de la élite económica, política y empresarial nacional e internacional, tuvo lugar en su casa de Abu Dabi, una residencia de lujo en el barrio de Al Bateen que cuenta con más de mil metros cuadrados y 4.000 de jardín, al ritmo de flamenco, los temas del dúo 'Los del Río' y vino español.

Entre los invitados se encontraban, según Pilar Eyre, "políticos como Felipe González, escritores como Mario Vargas Llosa, nuevas generaciones de nobles titulados, empresarios, cazadores, banqueros, periodistas… Y esos militares con los que sigue teniendo tan buena relación”.

A esta isla de Zaya Nurai, a 15 minutos en barco de la capital de Emiratos Árabes, se desplazaron también su fiel amigo Pedro Campos, la empresaria  Alicia Koplowitz;  Khaldoon Al Mubarak, presidente del Manchester City; el bodeguero Vicente Dalmau; Javier Corsini y Rafael Spottorno. En su lista de invitados también figuraban nombres como el del exjefe de la Casa Real Fernando Almansa, el exjefe del CNI Félix Roldán y el médico de confianza del Emérito, Manuel Sánchez.

Otra de las caras conocidas que participó en la celebración del cumpleaños de don Juan Carlos es la del periodista Carlos Herrera –que siempre ha defendido al monarca públicamente–. Por parte de la familia Borbón, acudieron sus hijas y parte de sus nietos. Las ausencias más notables pero esperadas fueron las de los reyes de España, Felipe VI y Letizia, así como sus hijas, la infanta Sofía, que se encuentra estudiando el bachillerato en la institución educativa UWC Atlantic de la ciudad de Gales, y la princesa Leonor.

Pese a las ausencias, Juan Carlos I estuvo muy bien acompañado, sobre todo, por la presencia de una invitada muy especial para el Emérito. Se trata de la decoradora mallorquina Marta Gayá, una de las 'amigas entrañables' del Emérito durante sus últimas décadas de reinado y quien, a lo largo de estos años, se ha mantenido fiel al lado del esposo de doña Sofía de Grecia.  Esta estrecha amistad fue uno de los 'escándalos reales' que marcó el inicio de la década de los noventa. Un escándalo destapado por el director de elcierredigital.com,Juan Luis Galiacho, para la revista 'Época'.

La eterna 'amiga entrañable' del Emérito

Marta Gayà siempre ha sido una mujer discreta, que ha intentado huir de la fama. El polo opuesto a Corinna Larsen. Nacida en Palma de Mallorca en 1948, la decoradora fue señalada ya en 1992 por las revistas Point de Vue y Oggi como “la compañera sentimental del rey Juan Carlos”. Pero, nunca, ni entonces ni ahora, buscó reconocimiento público.

Mujer con cabello recogido y aretes largos frente a una pared de piedra.
Marta Gayá. | El Cierre Digital

Cuando se destapó su affaire, ella dejó de ser la misma. Empezó a viajar con más asiduidad y actualmente ya no pasa apenas tiempo en su casa de Mallorca, en Can Barverà. Hoy vive a caballo entre Madrid y Suiza, donde al parecer tiene sus cuentas bancarias bien saneadas y millonarias. Muy lejos quedan ya sus años en los que, como joven veinteañera, se casó con Juan Mena, un ingeniero malagueño que trabajaba para su padre. El matrimonio duró cuatro años y no tuvieron hijos.

Un escándalo real destapado por 'Época'

El rey Emérito mantuvo durante años relaciones más o menos breves con otras mujeres, pero Marta Gayà siempre estuvo ahí. Fiel, callada y en un segundo plano. Cuando la necesitaba, allí estaba. Siempre estuvo protegida por el príncipe georgiano ya fallecido Zourab Tchokotua, el gran valedor de los secretos de don Juan Carlos y que daba refugio permanente a Marta en su mansión de Suiza.

Su amistad comenzó en Mallorca. En 1974 en la discoteca del célebre Club de Mar, en Palma de Mallorca, al lado del pantalán donde don Juan de Borbón atracaba su celebre yate "Giraldilla", el entonces príncipe Juan Carlos ejercía de pinchadiscos y bailaba encima de sus barras, ante el gesto complaciente de Marta, que vivía justo enfrente, en un preciado ático. Ese fue el inicio de una larga amistad que luego se afianzó.

Marta comenzó así a frecuentar los sitios de moda de Mallorca. Siempre protegida por sus fieles y contados amigos, que nunca la dejaban sola. De día acudía al Sporting Club, un club de tenis a pocos metros del elitista Puerto Portals, y de noche a la  boite del Club de Mar, donde trabajó durante un año como relaciones públicas a las órdenes del conocido hombre de la noche Pepe Oliver.

Así entró en la corte mallorquina del rey, formada y liderada por el príncipe georgiano Zourab Tchokotua y su mujer, Marieta Salas, cuyo padre donó el Palacio de Marivent a los reyes como residencia veraniega. Junto a ellos, no faltaban el entonces playboyJuan Marqués, el arquitecto Luis García-Ruiz, y el empresario dueño entonces de la compañía aérea Spantax, Rudy Bay, y su mujer Marta Girod, hermana de Jeannine, la compañera sentimental del que fuera  presidente del Real Madrid, Ramón Mendoza.

Portada de la revista
Potada de la revista Época. | El Cierre Digital

La mallorquina formaba así parte del núcleo duro de amistades que rodeaban a don Juan Carlos en Mallorca. Una corte que desplegaba todo su poderío en verano y que hacía que el monarca viviese una vida "feliz", como él mismo reconoció en las conversaciones íntimas interceptadas por los propios servicios secretos españoles del entonces CESID. Una vida mucho más cercana a sus gustos que la oficial que le rodeaba en Madrid junto a la reina Sofía.

Durante años, Marta y Juan Carlos disfrutaron de una relación que era un secreto a voces para los asiduos del verano mallorquín. El rey, recién entrado en la cincuentena, empezó a "perder la cabeza" rápidamente por ella: pasaban muchos fines de semana juntos, se iban a Gstaad y otros períodos no vacacionales también los disfrutaban.

Ese amor le llevó a descuidar las obligaciones familiares e, incluso, las oficiales. En un principio, sus encuentros eran protegidos con gran cautela, pero no duró mucho. La reina Sofía fue una las primeras personas en enterarse. Todo ocurrió en una cena con unos 200 comensales, en honor al multimillonario Aga Khan, ahora protector en Suiza de la infanta Cristina de Borbón. Allí llegaron puntuales el rey, la reina y sus invitados ilustres. Sin embargo, todavía pasados unos minutos había una mesa vacía.

Ya casi en los postres, se presentaron el escritor José Luis de Villalonga y Marta Gayà, así como el príncipe Tchokotua junto a su mujer, Marieta Salas. En lugar de enfadarse, el rey se levantó de la silla y fue a saludarles efusivamente, gesto que denigró a la reina. Fue una presentación relativamente pública de la relación de Juan Carlos I con Marta Gayà, pero también un golpe para doña Sofía.

La relación sentimental fue más seria de lo habitual. Una relación que por entonces hizo temblar seriamente la estabilidad del matrimonio real. Marta llevó aquello muy discretamente a pesar de que era vox populi. De hecho, siempre intentó no dañar a doña Sofía. Los encuentros tenían lugar preferentemente en Mallorca, en Gstaad (Suiza) o en París, donde ella se instalaba en casa de José Luis de Vilallonga a la espera de ser llamada por el rey. Pero para don Juan Carlos no había, por entonces, mesura alguna.

En un momento muy duro para la vida de Marta Gayà, tras presenciar in situ la muerte, en un terrible accidente de tráfico, de Rudy Bay y Marta Girod, el rey no dudó en dejar sus obligaciones como monarca y acudir junto a ella a Suiza, donde Marta se había recluido con un estado de gran ansiedad en la finca del príncipe georgiano Zourab Tchokotua, el gran confidente de don Juan Carlos durante esos años.

Escándalo político con nombre de mujer

Todo ello provocó una pequeña y grave crisis política en 1992. Lo que hizo estallar la mecha era el relevo de Francisco Fernández Ordóñez, entonces ministro de Justicia. El político padecía un cáncer en fase terminal y todo el mundo se preguntaba por qué el presidente del Gobierno, Felipe González, no lo relevaba. En una rueda de prensa, la ministra-portavoz Rosa Conde contestó a los requerimientos de los periodistas revelando que no se podría sancionar un nuevo nombramiento porque  el rey se encontraba fuera de España.

A partir de ese momento, la prensa comenzó a investigar el destino del monarca. El Mundo habló del viaje a Suiza y recordó que unos meses antes el historiador Juan Balansó habló en clave sobre el proyecto del rey de escribir sus memorias con José Luis de Vilallonga, achacándolo a alguna “gaya dama”. Sin duda, quien fue más allá fue Jaime Campmany, el director de la revista Época. La publicación llevó a su portada una foto de Marta y tituló 'La dama del rumor'. Una investigación firmada por Juan Luis Galiacho, hoy director de elcierredigital.com, que levantó muchas ampollas en los círculos políticos y económicos de entonces.

Una mujer sonriendo en un evento social.
Marta Gayá. | El Cierre Digital

El escándalo estaba servido. Por primera vez en la historia de nuestra reciente democracia, la prensa rompía el gran tabú real desde la Transición. Hablar de la vida privada y sentimental del rey. Hasta entonces, solo Jaime Peñafiel, a través del micrófono de Encarna Sánchez en COPE, había hablado de la crisis del matrimonio regio. “El rey está pasando por un período de crisis en su matrimonio que, si se le deja, esperemos que se pueda solucionar”, dijo en su momento. Sin embargo, el escándalo ya había estallado.

Don Juan Carlos, presionado por Sabino Fernández Campo, entonces jefe de la Casa del Rey, regresó de Suiza el sábado 20 de junio por la mañana, despachó a Felipe González antes del mediodía y comió en privado con el presidente de Sudáfrica, Fredierik de Klerk, que estaba en Madrid de visita oficial. Por la noche ya estaba de nuevo en Suiza.

Dejó plantada a doña Sofía, entre lloros, en la celebración familiar del último aniversario de don Juan de Borbón, que cumplía 69 años ese 20 de junio, y que se celebró en el Club Financiero de la calle Génova de Madrid. La reina, al día siguiente, sustituyó al monarca en la apertura de la Cumbre Iberoamericana. La desaparición pública del rey desde el 15 al 23 de junio levantó por primera vez en España todo tipo de especulaciones sobre una supuesta relación extramatrimonial.

Juego de Tronos

Los servicios secretos españoles acusaron al exbanquero Mario Conde de la filtración. En el caso de su común amiga Bárbara Rey también estuvo, supuestamente, involucrado. Lo que ha quedado claro a día de hoy es que el propio CESID (hoy CNI) hacía seguimiento y grababa conversaciones relativas a las relaciones amorosas de don Juan Carlos.

Además de doña Sofía, el chivo expiatorio de la relación con Marta Gayà fue Sabino Fernández Campo, que acabó siendo sustituido como jefe de la Casa Real por Fernando Almansa, acólito de Mario Conde. Después de ese verano tumultuoso, Marta Gayà dejó de aparecer en las primeras páginas de la prensa. La caída en desgracia del general Fernández Campo siempre estuvo rodeada de especulaciones. Según algunos medios, Pedro J. Ramírez, entonces director de El Mundo, confirmó a don Juan Carlos que fue él quien les filtró el nombre de Gayà para dar un escarmiento al rey y que rectificase de una vez.

La familia de Sabino nunca perdonó el trato recibido. Mucho se ha hablado del papel de Mario Conde en este cambio del staff de Zarzuela e incluso, en la época, corrió un rumor según el cual el banquero, al saber que a Sabino le había otorgado el título de Conde de Latores, éste soltó: “La va al pelo. Conde-delator-es”.

Nunca se ha conocido la versión de Fernández Campo sobre lo sucedido. Desde 1993 se dedicó a dar conferencias y recibir premios, y fue nombrado miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Siempre atento con los medios, evitaba cualquier tema espinoso. Cuando le preguntaban por sus memorias sonreía y decía: “¿Para qué? Lo que puedo contar no interesa y lo que interesa no lo puedo contar”.

Marta Gayá en Mallorca.

A la muerte de Sabino, en 2009, Marta reapareció asistiendo a su entierro y huyendo de las cámaras del programa Aquí hay tomate. Desde entonces, la relación de Marta y Juan Carlos de Borbón mutó en una profunda amistad, aunque en la sombra estaba la figura de Corinna Larsen.

Ya sin Corinna en el escenario amoroso del Emérito, en el verano de 2017 el vídeo de un turista descubrió a Marta y don Juan Carlos en la iglesia de un pueblecito de Irlanda. Sabedora de que en Mallorca era carne de cañón de la prensa, en 2018 puso a la venta su bonito piso en la isla balear por 300 millones, una propiedad que había adquirido en 1998. Ahora, sus visitas a la isla de sus amores son intermitentes, una de ellas fue por un motivo triste. El mes de mayo de 2019 fue enterrada allí su madre.

Este pasado verano Marta Gayà volvía a pasar el verano en Mallorca, en compañía de su amigo el empresario José María López de Letona Olarra, en quien se refugió durante las ausencias del rey Emérito,  y este pasado 5 de enero volvió a poner de manifiesto su papel como la 'amiga entrañable' más fiel de don Juan Carlos I.

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