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INVESTIGACIÓN

Así fue el golpe clave a ETA: Un infiltrado narra cómo se hizo 'Operación Broma-Queso'

Javier Durán fue uno de los agentes incrustados dentro del operativo que desmanteló la cúpula de ETA en 1992 en Bidart

Este 29 de marzo de 2025 se han cumplido 33 años desde la gran operación de la Guardia Civil que supuso el mayor golpe a la historia a ETA. La denominada operación 'Broma-Queso’ se llevó a cabo en el caserío de Xilocan, ubicado en la localidad francesa de Bidart.

En ella se detuvo a los tres líderes de la cúpula de ETA. Se trataba de Francisco Múgica Garmendia“Pakito”, responsable del aparato militar; José María Arregui Erostarbe “Fiti”, del aparato logístico; y José María Álvarez Santacristina “Txelis”, ideólogo y responsable del aparato político. 

Fue un operativo sumamente complicado al realizarse fuera del territorio español. Las detenciones se produjeron durante una reunión del llamado ‘comité ejecutivo’ de ETA en esta localidad francesa, refugio de los mandos terroristas vascos. 

Un grupo de personas vestidas con uniformes militares se encuentra junto a dos camiones de transporte frente a un edificio de estilo tradicional.
Imagen del operativo realizado en Bidart | Guardia Civil

La intervención policial se produjo al saberse que la organización terrorista vasca planeaba liberar de la cárcel a miembros del ‘comando Eibar’. Fue un propio miembro del comando quien había dado el chivatazo a determinados mandos de la Guardia Civil.

Este complicado operativo se realizó por parte del grupo de seguimiento de la Benemérita, denominado en clave 'Rojo30'.

Y, entre sus integrantes, figuraba el agente Javier Durán, ahora retirado, que narra en primera persona para elcierredigital.com cómo fue aquella operación histórica que acabó con la cúpula de ETA.

El agente Durán nos explica que lo primero que hicieron "para infiltrarnos fue hablar un francés perfecto, para ser indetectables. Teníamos que convertirnos en uno más de ellos y tratar de conocerlos a todos. Que fuéramos amigos y compinches".

"La verdad es que sentí miedo desde el principio hasta el final. Lo reconozco. Y quizá, este miedo nos llevó a veces a tirar de recursos posiblemente ‘ilegales'. Pero buscábamos destapar la realidad y, claro, intentado siempre salvar nuestra integridad”, recalca Javier Durán para elcierredigital.com.

Relato en primera persona de la ‘Operación Broma-Queso’

A partir de estas líneas, y para ser fieles al relato, transcribimos lo que nos cuenta el agente Javier Durán sobre este golpe a la banda terrorista ETA, denominado en el argot de la Guardia Civil 'Broma-Queso':  "El artífice de la operación fue un confidente del general Enrique Rodríguez Galindo". 

"Fue precisamente él quien nos facilitó todo para que se interceptase una comunicación interna de la banda ETA, donde se hablaba de un plan para liberar de la cárcel a miembros del 'comando' Eibar". 

Este grupúsculo de ETA estaba compuesto por Juan Carlos Balerdi, Fermín Urdiain y Jesús María Ciganda. Con un historial de diez asesinatos en cinco años.

El comando había sido desarticulado unos años antes gracias al mismo confidente de Rodríguez Galindo. "Fue gracias a la información de este 'confite' que en diciembre de 1991 el Servicio de Información de la Guardia Civil (SIGC) intentó descubrir a los integrantes de ETA que pretendían secuestrar un helicóptero para sacar a los miembros de este comando 'Eibar' de la cárcel", señala Durán. 

El operativo 'Rojo30', como hemos mencionado, era un grupo de seguimiento de la Guardia Civil especialista en moverse por Francia. Un grupo paralelo que comenzó a trabajar en 1988, de manera nada oficial.

"Lo hacíamos voluntariamente. La verdad es que no había un respaldo legal para nuestra actuación en el país vecino. Francia entonces servía de base al terrorismo contra España. Y no siempre se podía justificar una actuación conjunta con la policía francesa para esta lucha", señala Durán.

Un hombre con barba y cabello oscuro lleva un traje azul y camisa clara en un entorno interior.
El Guardia Civil Javier Durán | TVE

"Al final, conseguimos organizar de otra manera el dispositivo. Pero lo difícil fue intentar convencer a los mandos de cómo actuar. No se podía tener el 100 por ciento de eficacia, porque no había seguridad ninguna"

"Y de verdad que no se podía. Con los entonces medios materiales disponibles no se podía lograr un control absoluto y continuo sobre los objetivos", afirma este agente 'infiltrado' de la Guardia Civil a elcierredigital.com.

"Pero, al final y a regañadientes, nos dejaron trabajar con nuestro método y conseguimos, en menos de tres meses, descubrir dos reuniones del comité ejecutivo de la banda terrorista ETA", afirma Durán. 

Lo más sorprendente de este todo operativo de la Guardia Civil fue que se realizó sin el conocimiento ni el permiso oficial de Francia y tampoco con su colaboración.

"Además, no hubo tampoco control judicial alguno. No hay que olvidar que por entonces no existía la Ley de agente encubierto o infiltrado, ya que esta Ley es de 1997", afirma Javier Durán a elcierredigital.com.

“Estábamos solos contra ETA”

Ahora, ya han pasado treinta y tres años desde aquel histórico día 28 de marzo de 1992, que marcó, sin ninguna duda, el principio del fin de ETA.

Aquella fecha culminó con una de las operaciones más “audaces e increíbles” de la Guardia Civil, llevada a cabo “por aquellos hombres y mujeres, miembros extraordinarios del SIGC de Guipúzcoa”, señala Durán. 

"Y todo fue tras haber descubierto como he mencionado un plan para liberar de la cárcel a miembros del 'comando Eibar'. Fue entonces cuando se estableció el dispositivo para vigilar las citas del comando legal de ETA con algún jefe de la banda refugiado en la localidad francesa de Guéthary. Pero estos encuentros finalmente no los pillamos", indica Durán.

La autocrítica que hizo entonces el SIGC de la Guardia Civil. Y la conclusión fue clara: "un operativo tan exagerado es posible que haya sido detectado".

Las alarmas se encendieron en aquellas fechas en el seno del grupo paralelo 'Rojo 30', pero los agentes siguieron trabajando con su vigilancia al comando legal de ETA y, sobre todo, tratando de descubrir a todos los integrantes del grupo refugiados en Francia .

Durán explica que "por el camino, el Grupo 4 de Especiales (GAO) había perdido el control del comando de ETA desplazado a Madrid para la acción de secuestrar un helicóptero y sacar de la cárcel a sus compañeros. Entonces algún 'inteligente' se lo contó a la prensa y el diario El País lo publicó". 

"Pero, casualmente se estrenó por entonces en todos los cines la película 'El Robobo de la Jojoya', en esa cinta se secuestra un helicóptero para sacar a unos delincuentes de la cárcel. Y quizá esta película y posterior filtración pudo dar al traste con toda la operación que pretendía ETA", observa Durán.

Según señala a elcierredigital.com este agente de la Guardia Civil "no quiero quitar mérito a nadie, pero si hubo algo determinante en la operación, aparte de Luis Casares (el  doble agente que escondió en su casa de Ondarroa a los miembros del comando de ETA) y del general Rodríguez Galindo, creo que fue el grupo R30".

"Nosotros habíamos seguido al 'camionero' durante meses sin quemarlo, y a los 'correos' también, hasta descubrir sus buzones sin que se enterasen y multitud de vigilancias y seguimientos que avalaban nuestro trabajo", remarca Durán.

“Quizás sea la mejor operación contra ETA en esos años. Eran tiempos distintos y muy difíciles en los que la audacia y el valor suplían la falta de colaboración/cooperación, como también la falta de medios materiales”, aclara.

"Repito no se podía, con los medios materiales disponibles entonces. Era muy difícil tener un control absoluto y continuo sobre los objetivos. Y fue a regañadientes como nos dejaron trabajar con nuestro método".

"Pero así conseguimos descubrir en menos de tres meses, y entre otros, dos reuniones del 'biltzar ttipia' o comité ejecutivo de la banda ETA con el resultado ya sabido", añade Durán.

“Hoy, 33 años después, confieso que me gustaría poder ver a través de una bola de cristal qué hubiera ocurrido, si en vez de asumir riesgos y responsabilidades, muy por encima de las exigibles, no hubiéramos llevado a cabo aquellos operativos increíbles, llenos de improvisación y de imaginación, estando quizá a veces al margen de la normativa entonces vigente”, sostiene.

“Pero seguramente sin este gran golpe policial, ETA habría participado muy activamente en las 'celebraciones' de la Expo de Sevilla y en las Olimpiadas de Barcelona en 1992",  señala Durán.

"Y, además, lo hubiera hecho a su manera, como habitualmente hacían aquellos asesinos cobardes, con bombas, asesinatos, más bombas. Y la historia probablemente habría sido distinta, muy distinta”, continúa Durán.

Según su testimonio, "todo aquel operativo se realizó desde el otro lado de la frontera sin placa, ni pistola ni amparo".

Durán explica “que Francia no colaboraba apenas con España en la lucha antiterrorista. Tampoco existía la Ley que establecía que las autoridades españolas pudieran trabajar fuera de su país. Y estábamos solos”, señala.

“Nos jugábamos la vida y parecía que los asesinos éramos los guardias civiles, algo inaudito. Desde la población vasca, que simpatizaba con ETA, se transmitía que quienes estábamos fuera de toda ley éramos los guardias civiles”, añade el agente 'incrustado'.

“Y muchos de aquellos agentes en esta operación vital lo hicieron desde el otro lado de la frontera. Y, todavía a día de hoy, siguen sin ser identificados y sin tener el reconocimiento que se merecen", señala el agente de la Guardia Civil Javier Durán.

"Son personas que tuvieron que esconderse durante muchos años en otros países del mundo cuando jugaron un papel vital para el bien de la historia de España”, concluye.

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