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Un hombre con traje y corbata naranja habla en un podio con micrófonos, frente a un fondo con texto relacionado con descarbonización.
INVESTIGACIÓN

Giro de 180º en Repsol: Se acerca a Trump tras 'guerrear' con Sánchez y perder cuota

Las ganancias de la petrolera de Josu Jon Imaz se hundieron un 45% en 2024 en comparación con las de 2023

"El gas va a seguir siendo necesario en los próximos años y su demanda en Estados Unidos va a aumentar. Creo que la Administración Trump va a ser muy positiva para el gas americano porque va a ampliar las nuevas licencias de exportación. Eso es positivo para los americanos y también para los europeos"

Con estas palabras Josu Jon Imaz lanzaba hace unos días un desinhibido apoyo al bronco presidente de Estados Unidos, líder de una internacional autoritaria.

A nadie se le escapa el interés del presidente de Repsol de contar con buenas relaciones con la administración americana.  Imaz quiere compaginar sus buenas relaciones con el Gobierno de Nicolás Maduro y con el de Estados Unidos. Y hace oídos sordos a algunas posturas de Trump.

El interés de la petrolera en Estados Unidos se focaliza a medio plazo. Porque Repsol ha diseñado un negocio de exploración y producción para una posible salida a Bolsa norteamericana, tal y como cuenta El Economista. 

Dividendos para aplacar el desplome de beneficios

El maquillaje que supuso a Repsol que los precios del petróleo llegasen a los 100 dólares por barril al inicio de la guerra de Ucrania en 2022 se está descascarillando. Una vez normalizado el mercado, sus cuentas se resienten.

En 2024 las ganancias fueron de 1.756 millones de euros, un 45% menos que el año anterior. Dice Repsol que los resultados estuvieron influidos por "un contexto geopolítico complejo. Menores precios del crudo, del gas y de la electricidad. Márgenes moderados en el refino y bajos en la química".

En este escenario, añaden, el desempeño de la compañía permitió mejorar la retribución a los accionistas. Y mantener un esfuerzo inversor alineado con la visión estratégica. 

Una estación de servicio de la marca Repsol con varias bombas de gasolina y un techo amplio.
Repsol. | EP

Para amortiguar el castigo bursátil por su caída de beneficios, Imaz ha prometido el reparto de un dividendo casi récord que no se veía desde 2014. 

Debacle

Los menores márgenes del petróleo o el impuesto energético (que ha supuesto 335 millones a las arcas españolas) son algunos de los factores que han navegado contra Repsol.

El pasado año Repsol abonó un dividendo de 0,90 euros brutos por acción, aproximadamente un 30% superior al de 2023. Y redujo capital mediante la amortización de 60 millones de acciones propias. Con todo ello, empleó 1.928 millones de euros en la retribución a sus aproximadamente 500.000 accionistas. 

Para 2025 esta cantidad podría superar los 2.000 millones. Con cargo a 2024 repartirá 0,975 euros por acción en efectivo. Además, destinará un mínimo de 700 millones de euros a recompra de acciones para su posterior amortización, que es otra manera de retribuir al accionista. 

Imaz dice que el pasado año avanzaron con firmeza "en las líneas estratégicas que definimos para el periodo 2024-2027. Impulsados por un sólido comportamiento de nuestros negocios, que nos ha permitido incrementar nuestro dividendo y nuestras inversiones". 

"En 2025 seguiremos esta misma senda, cumpliendo una vez más con nuestros compromisos de retribución a los accionistas. Manteniendo nuestra fortaleza financiera y nuestras inversiones para seguir creciendo de forma rentable. Continuaremos reforzando nuestra apuesta por la transición energética y garantizando el futuro de la industria, uno de los pilares para el desarrollo económico y social del país", añade. 

Imaz vuelve a la política

La multinacional no levanta la voz contra el Gobierno de Venezuela (tras aumentar las compras a PDVSA en los últimos tiempos). Ni por el negacionismo climático de Trump. Pero sí se atreve contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez, enfadado por una reciente votación del Congreso. 

En la misma, Junts per Catalunya, PNV, PP y Vox tumbaron el impuesto extraordinario a las energéticas. Lo hicieron para alivio del consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, promotor de la rebelión. El directivo se ha convertido en icono antigubernamental tras promover una pinza económica conformada por formaciones supuestamente antagónicas como Vox y Junts. 

Un hombre con traje oscuro y corbata azul sonriendo con los brazos cruzados.
Josu Jon Imaz. | Repsol

Hace unos días Imaz acusó al Gobierno en El Mundo  de "dirimir las políticas regulatorias y fiscales en un bazar". Y llamó a "levantar la voz contra el gravamen o impuestazo a las energéticas". Lo cual, a su juicio, está "haciendo imposible la inversión en España". "Si nos hacen imposible la rentabilidad de las plantas en España, no podemos invertir aquí. Nuestros inversores no nos lo van a permitir", advirtió.

Esta estrategia amenazante fue la que posibilitó que Junts per Catalunya se opusiera al impuesto. El partido temía que Repsol no realizase una inversión de más de 1.100 millones de euros en Tarragona, tal y como advirtió la multinacional. 

Y dicho y hecho. Imaz desbloqueó la inversión en Cataluña tras la votación del Congreso que decantaron PNV y Junts, tildados de "cachorritos de Repsol" por Podemos. 

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