
Crisis en Airbus: Tensión tras su acercamiento a sindicatos en plena expansión bélica
La multinacional americana ha aprobado un polémico convenio colectivo gracias a la central sindical CCOO de Unai Sordo
El pasado 16 de julio, Alfonso Mora, nuevo secretario general de la sección sindical interempresas de CC. OO. en Airbus, mantuvo una reunión con el presidente de la compañía en España, Francisco Sánchez Segura. Lo acompañaron Unai Sordo, secretario general de CC. OO., y Fran San José, actual responsable del sindicato en Industria y exrepresentante principal en la compañía.
En el encuentro, CC. OO. reiteró su compromiso con el fortalecimiento del tejido industrial español, la soberanía productiva y la consolidación de cadenas de suministro estratégicas. Una frase destacada tras la reunión fue la siguiente. "El aumento del gasto en defensa se debe dedicar a consolidar la industria, impulsar proyectos tecnológicos y crear empleo estable y de calidad", aseguraron.
Enfados dentro y fuera del sindicato
Esa declaración ha causado malestar dentro y fuera del sindicato. Para algunos sectores críticos, el mensaje equivale a un aval sindical al incremento del gasto militar promovido por el Gobierno en línea con los compromisos con la OTAN. Denuncian que el discurso de 'soberanía industrial' está siendo instrumentalizado para justificar un modelo de rearme. Que no está ligado necesariamente a mejoras sociales ni a democratización productiva.

Este nuevo episodio se suma a una larga serie de tensiones acumuladas entre la plantilla, los sindicatos y la dirección de Airbus en España. En octubre de 2024, los comités de empresa de la planta de Getafe convocaron tres jornadas de paros parciales ante el estancamiento de la negociación del VII Convenio Colectivo Interempresas. La medida fue una respuesta directa al bloqueo empresarial y a la falta de avances en diversas materias. Entre ellas, el ajuste salarial al IPC, la reducción de jornada, la regulación del teletrabajo y las garantías de mantenimiento de empleo.
División sindical
Pese al seguimiento de los paros y el descontento visible entre buena parte de la plantilla, la situación derivó en noviembre en un acuerdo ajustado. El nuevo convenio fue ratificado en asamblea tras un estrecho preacuerdo firmado por CC. OO. y ATP. Ambas centrales sumaban siete de los trece representantes en el Comité Interempresas. El resto de sindicatos, UGT, SIPA y CGT, con seis delegados, votaron en contra. Argumentaron que el acuerdo era insuficiente y que renunciaba a mejorar derechos fundamentales.
El texto salió adelante con un 63% de los votos, una mayoría frágil que dejó en evidencia la brecha sindical interna. Airbus cuenta con unos 13.500 trabajadores en España, distribuidos en ocho centros productivos. El convenio ratificado incluyó mejoras parciales, pero dejó fuera varias demandas relevantes para los sindicatos disidentes.

Para estos sectores, el convenio reflejaba una negociación "poco participativa, limitada al mínimo consenso posible y gestionada en los márgenes de una mayoría sindical muy ajustada". La falta de consulta directa a la plantilla sobre los términos finales también generó críticas. Algunos delegados de CC. OO. admitieron en privado que el resultado fue 'el mal menor'. Aunque otros sectores denunciaron directamente una renuncia a ejercer presión.
La situación generó incomodidad en las filas del sindicalismo combativo. Desde CGT se denunció públicamente que el preacuerdo consolidaba recortes encubiertos en derechos laborales. Especialmente en lo referente al plan de pensiones y a la vinculación salarial con la inflación. También señalaron la ausencia de medidas claras sobre reducción de jornada o políticas de conciliación.
La incomodidad no se limita al contenido del convenio. Las formas también han sido objeto de crítica. La imagen institucional de la dirección de CC. OO. sentada con la cúpula empresarial de Airbus meses después del conflicto por el convenio fue interpretada por muchos como un "gesto de complicidad". Las palabras elegidas tras la reunión tampoco ayudaron a rebajar tensiones. Lejos de referirse a los paros de octubre o a la división sindical, se insistió en la colaboración público-privada. Y también en las oportunidades industriales que ofrece el nuevo ciclo inversor en defensa.
La estrategia de 'diálogo permanente' impulsada por CC. OO. choca con la creciente percepción de desmovilización en las plantas. En el caso de la empresa auxiliar Daher, en Albacete, se aprobó un ERE que afectó a 26 trabajadores.
Este tipo de posicionamientos han abierto un debate dentro de las propias estructuras de CC. OO. Mientras una parte de la organización defiende una estrategia de influencia institucional, otros sectores internos reclaman una vuelta a la movilización. Y también al trabajo de base. La crítica no es solo ideológica, sino también práctica.
Gasto en defensa
El Gobierno de España promueve el pacifismo a la par que ha disparado el gasto en defensa. De ello se benefician gigantes como Airbus, que lidera el sector aeroespacial en España, representa el 60% de las exportaciones del sector y genera más de 2.800 millones de euros de PIB.
Por ahora, lo que deja claro el último año en Airbus es que el terreno sindical está más dividido que nunca. Entre la defensa de la industria y la crítica al modelo de crecimiento militarizado. Entre la negociación institucional y la acción colectiva. Por todo ello el sindicalismo industrial español atraviesa una fase de tensión interna que aún no ha resuelto.
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