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Hombre mayor con gafas y corbata roja hablando en una conferencia con botellas de vidrio desenfocadas en primer plano
INVESTIGACIÓN

Así es el círculo de Cristóbal Montoro a sus 75 años: Vida familiar y drama judicial

El exministro del PP vive entre la calma de Guadarrama y la presión judicial de un proceso que le puede llevar a prisión

Este lunes Cristóbal Montoro sopla las 75 velas de su tarta de cumpleaños. Un aniversario marcado por la incertidumbre de una investigación. El pasado 16 de julio fue imputado por el juez Rubén Rus por presuntos delitos de corrupción relacionados con su etapa como ministro de Hacienda.

La investigación judicial, que apunta a una posible red de favores a empresas del sector gasista, le atribuye hasta siete delitos. Entre ellos cohecho, prevaricación y tráfico de influencias.

Lejos de los focos de la política, el exministro de Hacienda vive una vida discreta centrada en su círculo más íntimo. Dividido entre su residencia en Madrid y su refugio en la sierra de Guadarrama.

Este cumpleaños llega en un momento agridulce. Montoro lo celebrará en familia mientras espera que se resuelva su situación judicial. Una circunstancia que ha puesto fin a la tranquilidad que caracterizó sus últimos años.

Dos matrimonios, hijas y discreción privada

En lo personal, Cristóbal Montoro ha contraído matrimonio en dos ocasiones. Su primera esposa fue Josefina, con quien tuvo dos hijas. Tras la separación de Josefina, Montoro rehízo su vida sentimental. Concretamente con Beatriz, una enfermera de profesión y amante del arte, con quien se casó en segundas nupcias.

La boda civil fue oficiada por el exalcalde de Madrid  Alberto Ruiz-Gallardón, amigo y compañero de partido del exministro. Beatriz aportó a la nueva familia una hija de una relación anterior, sumándose así al círculo familiar de Montoro.

Pese a la posición pública de Montoro, tanto Josefina como Beatriz y las hijas del político han permanecido prácticamente fuera de la atención pública. El exministro siempre ha sido muy celoso de su vida privada.

Hoy, sus dos hijas –fruto del primer matrimonio– son adultas y llevan una vida discreta. Según fuentes del entorno familiar, una de ellas afronta un problema personal bastante complicado. Situación que Montoro enfrenta con la misma discreción con la que maneja todos los asuntos de su vida privada.

Hombre mayor con gafas y traje sosteniendo una tablet durante una comparecencia en una sala de reuniones del Congreso de los Diputados
Cristóbal Montoro. | Europapress

El exministro ha sido igualmente reservado al hablar de su familia en público. Se limita a mencionar en contadas ocasiones el orgullo que siente por ellas sin entrar en detalles. Esta actitud protectora refleja su deseo de mantener a sus seres queridos al margen de las polémicas y presiones que acompañan a la vida política.

La faceta de abuelo es, sin duda, una de las más importantes para Montoro en la actualidad. A sus 75 años, disfruta de tres nietos –dos niñas y un niño–, nacidos de sus hijas mayores.

Amigos de la familia revelan que Montoro se desvive en su papel de abuelo orgulloso. Aprovecha el tiempo libre para estar con los pequeños. De hecho, en los últimos años, tras abandonar la primera línea política, ha volcado gran parte de su atención en su familia. Especialmente en los nietos, con los que suele compartir paseos y juegos en un ambiente privado y tranquilo.

Esta dedicación familiar ha sido un pilar fundamental de su vida reciente, manteniéndolo ocupado y satisfecho lejos del ajetreo público.

Entre Madrid y Guadarrama: residencias y costumbres

Aunque nació en Andalucía, Montoro se considera madrileño de adopción. Actualmente reside en el barrio de Moncloa, en Madrid, una zona tranquila y próxima al centro de la capital.

Sin embargo, parte importante de su rutina transcurre fuera de la ciudad.  El exministro pasa largas temporadas en un chalé que posee en la sierra de Guadarrama.

Esta casa de campo, rodeada de naturaleza, ha sido su refugio personal. Especialmente durante el confinamiento y la pandemia de 2020, periodo en el que decidió instalarse allí para llevar una vida más relajada.

Entre Madrid y Guadarrama, Montoro ha encontrado un balance perfecto. La comodidad urbana de su vivienda en Moncloa y la paz rural de su hogar serrano.

Hombre mayor con gafas y corbata roja sentado en una silla naranja, sosteniendo un vaso de agua y gesticulando con la mano mientras habla en un evento
Cristóbal Montoro. | Europapress

En Guadarrama, Montoro adopta un estilo de vida sencillo. Le gusta comenzar el día con caminatas por el campo, respirando aire puro y disfrutando del paisaje de la sierra.

Según contó en una entrevista en 2019, valora la tranquilidad de estos paseos. Así se rodea de naturaleza y animales, lejos del bullicio ciudadano. Estas caminatas le permiten reflexionar y mantenerse activo físicamente, dos hábitos que considera esenciales tras décadas de intensa vida profesional.

Su apego a la sierra es tal que quienes lo conocen lo definen como un verdadero amante del campo y el senderismo. Enamorado de la libertad que le brinda su retiro fuera de la ciudad.

Cuando retorna a Madrid, Montoro mantiene un perfil bajo. Es un vecino más en Moncloa, donde se le ve con relativa poca frecuencia debido a sus estancias prolongadas en Guadarrama. En la capital, disfruta de planes tranquilos: cenas familiares, alguna reunión con viejos amigos en entornos privados y visitas ocasionales a eventos culturales. Siempre discreto, evita aparecer en prensa rosa o en actos públicos que no sean estrictamente necesarios.

Aficiones y pasiones ocultas

Alejado de la agenda política, Montoro ha cultivado sus aficiones personales con mayor libertad. Una de sus pasiones declaradas es la música clásica: se confiesa admirador de la ópera y, en especial, de las composiciones de Ludwig van Beethoven.

No es extraño que en su casa de Guadarrama suenen por las tardes sinfonías del compositor alemán, un hábito relajante que combina con la lectura. “Leer y pensar” son dos actividades a las que dedica buena parte de su tiempo, tal como él mismo ha señalado, disfrutando de la calma para profundizar en ideas lejos del ruido mediático.

Esta faceta intelectual y melómana pinta el retrato de un Montoro introspectivo. Muy distinto de la imagen dura que proyectaba al frente del Ministerio de Hacienda.

Pero si hay una afición verdaderamente sorprendente en la vida de Montoro, esa es su amor por los caballos. Fuentes de su entorno han revelado que el exministro es un experto en doma clásica (adiestramiento ecuestre) y un gran apasionado de la equitación. Durante años mantuvo esta afición de forma casi secreta, compartiéndola solo con su círculo más cercano.

Hombre mayor con gafas y traje oscuro saludando con la mano frente a una pared de concreto
Cristóbal Montoro. | Europapress

Tal es su nivel, que pocos imaginarían que Montoro, a quien muchos visualizaban únicamente entre papeles y cifras, domina las riendas con destreza. No obstante, esta pasión le cobró alguna factura: en una ocasión sufrió una aparatosa caída de un caballo que le provocó la fractura del coxis. Lesión de la que aún se resiente de vez en cuando. Pese a ello, el amor por los equinos no ha desaparecido y sigue considerándose un jinete entusiasta siempre que la salud se lo permite.

Otra faceta menos conocida de Montoro es su profunda fe religiosa. El exministro se define abiertamente como creyente católico y ha afirmado en varias entrevistas que la religión ha sido un apoyo importante en su vida. En los momentos más difíciles –tanto en la arena política como en lo personal– Montoro se ha refugiado en sus creencias para encontrar fortaleza.

Acudir a misa y mantener una práctica discreta de su fe forman parte de sus costumbres. Aunque siempre ha llevado este aspecto con la misma reserva con la que maneja su vida privada. Su espiritualidad, según quienes le conocen, le ha proporcionado calma y perspectiva, sirviéndole de sostén especialmente en esta etapa complicada que atraviesa.

Investigación judicial y un cumpleaños agridulce

La plácida jubilación de Cristóbal Montoro dio un vuelco a mediados de julio, cuando salió a la luz su implicación en una investigación judicial. El pasado día 16, el juez instructor Rubén Rus decidió imputar a Montoro por la presunta creación de una “red de influencias” destinada a beneficiar a determinadas empresas gasistas durante su etapa al frente del Ministerio de Hacienda.

Según el auto judicial, al exministro se le atribuyen hasta siete posibles delitos. Entre ellos cohecho, fraude contra la Administración pública, prevaricación, tráfico de influencias, negociaciones prohibidas, corrupción en los negocios y falsedad documental. Montoro ha negado tajantemente cualquier conducta ilícita y manifestó, a través de un comunicado, su sorpresa y desacuerdo con estas acusaciones.

El impacto de este escándalo ha sido notable en el plano personal. Montoro, quien hasta ese momento se había mantenido alejado de las polémicas públicas, solicitó la baja como militante del Partido Popular, partido en el que militó durante más de tres décadas, para no perjudicar a la formación mientras enfrenta las acusaciones.

Hombre con gafas y traje hablando en un evento de Europa Press Desayunos Informativos
Cristóbal Montoro. | Europapress

Esta decisión marcó simbólicamente el fin de una era para él, separándolo del último vínculo oficial que le quedaba con la política activa. Su vida tranquila y discreta se vio de repente interrumpida, rompiendo la rutina apacible que había construido entre Madrid y Guadarrama.

El calendario, además, quiso que esta tormenta legal coincidiera con un hito personal: Montoro cumple 75 años este lunes. Lo que normalmente sería una celebración jubilosa se ha tornado en un cumpleaños agridulce, empañado por la incertidumbre sobre su futuro judicial.

Aun así, el exministro planea celebrarlo de manera íntima, rodeado de su familia más cercana. Esa misma familia que siempre mantuvo en segundo plano, pero que ahora se convierte en su principal apoyo.

En plena investigación judicial, Cristóbal Montoro soplará sus 75 velas consciente de que probablemente enfrenta uno de los desafíos más duros de su vida. Lejos de los despachos ministeriales y las tribunas del Congreso, se aferra a su círculo familiar y personal, aquel que le brinda estabilidad y fuerza.

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