
La cara B de Ignacio Garralda, el jefe de Mutua Madrileña: Sus polémicas en la sombra
El madrileño de 74 años y 'empresario del año' acumula polémicas como las irregularidades del piso que regaló a su hija
Ignacio Garralda Ruiz de Velasco, presidente ejecutivo de Mutua Madrileña, ha sido galardonado como "Empresario del Año 2025". El reconocimiento lo ha recibido en la II edición de los Premios de El Periódico de España y Banco Sabadell.
Detrás del galardón se encuentra una trayectoria marcada por la transformación de una compañía centenaria. También una habilidad para los negocios y algunas controversias personales y empresariales que son revisitadas.
Nacido en Madrid en 1951, Garralda se licenció en Derecho por la Universidad Complutense. Llegó a ejercer como notario antes de ingresar de lleno en el mundo de las finanzas. Su carrera despegó como corredor colegiado de comercio en 1976, y más tarde como agente de cambio y bolsa en el Colegio de Madrid.

En 1984 cofundó AB Asesores Bursátiles, una firma pionera en análisis financiero e intermediación bursátil. La empresa se ganó una reputación de rigor técnico y modernidad. De hecho, terminó siendo adquirida por Morgan Stanley en 1999 por el equivalente a 300 millones de euros. Garralda ocupó la vicepresidencia de la filial española hasta su salida en 2001.
Ese mismo año, junto con Salvador García-Atance, fundó la Fundación Lealtad. Una organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo era auditar y garantizar la transparencia de las ONG en España. Una iniciativa que le otorgó un perfil ético en un entorno empresarial cada vez más vigilado por la opinión pública.
El giro de Mutua Madrileña bajo su batuta
La verdadera consolidación de su figura llegó tras su desembarco en el Consejo de Administración de Mutua Madrileña en 2002. Nombrado vicepresidente en 2005, dio el gran salto en 2008 cuando fue designado presidente ejecutivo tras la abrupta salida de José María Ramírez Pomatta.
Este último impugnó su cese alegando que se produjo mientras se encontraba hospitalizado. Aquel episodio, aunque resuelto legalmente, dejó un regusto amargo en parte de la organización.

Desde entonces, Garralda ha liderado una reestructuración profunda de Mutua Madrileña. La compañía ha pasado de ser una aseguradora centrada en el seguro de automóviles a convertirse en un grupo empresarial diversificado. Con presencia destacada en salud (a través de Adeslas), hogar, vida, movilidad y, recientemente, servicios financieros.
Bajo su dirección, el grupo ha multiplicado por diez su número de asegurados, superando los 20 millones. También ha cuadruplicado su facturación hasta superar los 8.000 millones de euros.
En el plano internacional, Mutua ha desembarcado en América Latina con la adquisición del 60% de la aseguradora chilena Bci Seguros y el 45% de la colombiana Seguros del Estado. Más recientemente, el grupo compró el 50,01% de las sociedades aseguradoras de El Corte Inglés, consolidando su presencia en el canal retail.
Una red de influencias y presencia institucional
Garralda no sólo ha sido un estratega empresarial, cultivando también una influencia creciente en los círculos institucionales. Es patrono de organismos como la Fundación Princesa de Asturias y el Museo Reina Sofía. También del Teatro Real, la Real Academia Española y la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción. Además, sigue vinculado a la Fundación Lealtad como vicepresidente.
Su papel en la Fundación Mutua Madrileña también ha sido clave para proyectar una imagen de compromiso social. Esta institución ha desarrollado programas contra la violencia de género, financiando casas de acogida, becas para hijos de víctimas y campañas de sensibilización.
Sin embargo, algunos analistas han apuntado que el uso de estos programas ha funcionado como una herramienta de reputación corporativa en momentos de tensión mediática.

Su distinción como Empresario del Año 2025 viene a sumarse a una lista de galardones que incluye el Premio AED al Directivo del Año (2012), el Premio Aster a la Trayectoria Profesional (2012), el Premio Forbes a la Filantropía (2019) y el Premio Ecofin al Financiero del Año (2019). En cada uno de estos reconocimientos se ha subrayado su capacidad para liderar procesos de transformación en entornos complejos.
Pero también hay voces que cuestionan el relato único de éxito. Desde sindicatos del sector se ha criticado la creciente externalización de servicios y la presión comercial sobre las plantillas.
A ello se suma la opacidad de algunas operaciones financieras. En particular la adquisición de participaciones en gestoras de fondos, que algunos expertos consideran excesivamente especulativas.
Una vida personal entre el perfil bajo y el foco mediático
Su posición es la de uno de los ejecutivos más influyentes del país. Sin embargo, Ignacio Garralda ha procurado mantener su vida privada alejada del escrutinio público. De carácter reservado, es raro verlo ofrecer declaraciones personales o participar activamente en actos públicos fuera del ámbito estrictamente institucional o cultural.
Sin embargo, como suele ocurrir con figuras de alto perfil, su entorno familiar ha sido ocasionalmente motivo de atención mediática.
Uno de los episodios que más proyección alcanzó tuvo lugar en 2020, con motivo de la boda de su hija menor, Cristina Garralda Cabanas. El enlace, celebrado en Madrid, se vio envuelto en una polémica que trascendió lo familiar para alcanzar tintes políticos y urbanísticos.
El inmueble que el empresario regaló a su hija como residencia matrimonial -una vivienda de alto nivel ubicada en un exclusivo barrio de la capital- fue diseñado por Rocío Monasterio. La política es arquitecta de formación y conocida por ser exlíder de Vox en la Comunidad de Madrid.
La propiedad, sin embargo, presentaba irregularidades en los permisos de habitabilidad. El Ayuntamiento de Madrid no había otorgado la cédula correspondiente. Lo que provocó un conflicto burocrático que terminó acaparando titulares en la prensa nacional.

El caso cobró mayor relevancia al coincidir con otras denuncias relacionadas con obras firmadas por Monasterio en las que se cuestionaban licencias, fechas de colegiación y autorizaciones técnicas. El apellido Garralda, habitualmente ausente del panorama rosa, quedó así vinculado de forma tangencial a una controversia que mezclaba política y urbanismo.
En el terreno familiar, Garralda estuvo casado durante décadas con Pureza Cabanas Ansorena, con quien tuvo cuatro hijas: María, Cristina, Blanca e Inés. Cabanas, perteneciente a una familia tradicional madrileña, ha mantenido siempre un bajo perfil, alejada de los focos y centrada en la vida privada. Tras su separación, el empresario rehízo su vida junto a María Ángeles Caruana Font de Mora, conocida en el entorno social madrileño como 'Pupín'.
Caruana, con formación en arte y presencia en instituciones culturales, fue anteriormente esposa del expolítico y periodista Gabriel Camuñas Solís. Este último fue secretario de Estado de Relaciones con las Cortes durante el gobierno de Adolfo Suárez.
Esta conexión con los círculos de poder no pasó desapercibida, aunque la pareja ha hecho todo lo posible por evitar una exposición innecesaria. Juntos han sido vistos en actos culturales del Teatro Real, eventos benéficos de la Fundación Mutua Madrileña o en inauguraciones del Museo Reina Sofía, siempre con una actitud sobria y contenida.

Lejos de los escándalos personales que han salpicado a otros grandes empresarios españoles, Garralda ha construido una imagen de serenidad y discreción. No tiene redes sociales conocidas, no concede entrevistas personales y rara vez figura en las páginas de crónica social salvo por contadas excepciones.
No obstante, su red de relaciones revela un círculo cercano muy vinculado al mundo de las élites económicas, culturales y políticas del país. Lo que confirma su presencia, aunque discreta, en el corazón del establishment madrileño.
La vida personal de Ignacio Garralda se mueve en un delicado equilibrio entre la reserva voluntaria y la inevitable visibilidad que conlleva su posición.
El futuro del grupo y las críticas desde dentro
En el entorno de Mutua Madrileña, algunos empleados han mostrado preocupación por el creciente peso del negocio financiero frente al asegurador tradicional. Mutuactivos, la gestora del grupo, ha ganado peso como herramienta de inversión, pero también ha asumido riesgos que, según fuentes internas, podrían comprometer la estabilidad si el mercado sufre una caída brusca.
Además, la reciente entrada del grupo en el negocio de la movilidad, con inversiones en apps y plataformas digitales, ha sido recibida con escepticismo por algunos consejeros, que consideran que aleja a la compañía de su núcleo estratégico. Garralda, sin embargo, ha defendido estas apuestas como una forma de anticiparse al futuro del sector asegurador. Más vinculado a la tecnología y al dato que al siniestro convencional.
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