El cambio de rumbo de Juan Luis Cebrián: De faro de la izquierda a guía antisanchista
Cebrián, exdirector de El País y miembro de la Academia Española, colabora con The Objective y posee un gran patrimonio
El Grupo Prisa rompió el mes de abril del pasado año una relación de casi medio siglo de El País con su hasta entonces presidente de honor y primer director, Juan Luis Cebrián Echarri. Un periodista, quizá el mejor director de periódico en España del siglo XX, que cumplió este pasado otoño 80 años.
Y la ruptura de casi toda una vida mediática se hizo con simple comunicado: "La autorización para colaborar en otro medio, preceptiva para poder proceder con su nuevo proyecto, no fue solicitada ni comunicada en ningún momento por Juan Luis Cebrián, incumpliendo así su contrato".
En la actualidad, Cebrián colabora con el medio The Objective, ejerce como académico de la Real Academia Española. Y sigue dolido por aparecer en 2018 en los Papeles de Panamá.
No obstante, cuenta con un importante patrimonio y ha firmado de forma sorprendente un manifiesto promovido por la plataforma conservadora 'Libres e Iguales', con un singular título: 'Contra Franco: la Constitución es la única celebración posible'
En ella, aparecen personajes como la exlíder madrileña del PP Esperanza Aguirre, el periodista Federico Jiménez Losantos o el articulista Arcadi Espada. En su comunicado se lamentan del hecho de que el Gobierno de Sánchez vaya a conmemorar el medio siglo de la muerte del dictador Francisco Franco.
En el manifiesto se dice que los actos son una cortina de humo de Pedro Sánchez con la que "trata de ocultar toda su miseria personal, política y moral, y la de su entorno, y cuantos procesos judiciales lo acorralan por corrupción".
Con esta rúbrica Cebrián remata su cambio ideológico, quizá acercándose hacia posiciones contra las que combatió durante décadas desde las páginas de El País. Fue desde este periódico donde ejerció como faro omnipresente del progresismo español durante el último cuarto del siglo pasado y también inicios del actual.
Curiosamente, fue el periodista madrileño quien apodó como "sindicato del crimen" al grupo que conformaron allá por los noventa periodistas discrepantes con el Gobierno de Felipe González, como el que es hoy su compañero de manifiesto contra Sánchez, Jiménez Losantos.
Hoy, este llamado 'antisanchismo' es el que ha rematado ya su viraje definitivo hacia posiciones conservadoras.
Cebrián 'vuelve' a la derecha
Pero Juan Luis Cebrián, tras la crisis económica de 2008 y preso de la gran deuda del Grupo Prisa, ya moduló en su día las posiciones del multimedia progresista hacia las tesis del Gobierno de Mariano Rajoy: Y lo hizo en colaboración con la entonces poderosa vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, de la que el presidente de Prisa se hizo su amigo.
Precisamente algunos enemigos que dejó en el Grupo Prisa señalan que "Cebrián no ha hecho otra cosa que volver a sus orígenes. Porque no hay que olvidar que fue el último director de los servicios informativos de RTVE durante el franquismo", señalan a elcierredigital.com.
"Y que gracias a su luego odiado Manuel Fraga, se convirtió en 1976 en director de El País bajo las órdenes de un empresario que se había hecho de oro gracias a conocer con antelación la Ley de la Reforma Educativa de 1970, es decir, Jesús de Polanco", concluyen.
Pero, tanto uno como el otro, pese a sus orígenes, ejercieron de 'modélicos director y editor' de un periódico y de un grupo mediático que han sido claves para dar oxígeno intelectual a la izquierda española.
Un libro para entender a Cebrián
Pero, quizá, para entender bien a este barbudo periodista, que disfrutaba de Joaquín Sabina en La Mandrágora y que combatía contra el anacronismo al que se atornilló la derecha política española de los años 80, haya que leer la minuciosa obra literaria 'Prisa: Liquidación de existencias' (Akal, 2018), escrita por Luis Balcarce.
En esta obra aparece brillantemente retratado Juan Luis Cebrián. El autor ofrece el contraste entre el Cebrián periodista, muy bien considerado incluso en las trincheras adversarias tras poner en pie El País, y el que fue gestor, una difícil tarea en la que se estrenó tras ser nombrado en 1988 como consejero delegado del Grupo Prisa.
Cuentan que cuando estaba al frente de El País algunos criticaban su "soberbia". Pero casi nadie podía negarse a destacar su brillantez y capacidad para articular el intelectual orgánico que ayudó a España a dar sus primeros pasos tras la restauración de la democracia.
Y cuyo epílogo narró el propio Cebrián en un brillante ensayo 'La agonía del dragón'.
Análisis de los compañeros de Cebrián
Sus compañeros de profesión lo definen de muy diferentes formas. Así, Raúl del Pozo dice de él que "cuando estuvo en el diario Pueblo era insolente, despreciativo y nos perdonaba la vida".
"Un dandy rubio, un Julián Sorel del futuro. Era el más listo, el más viajado, el más leído, el más rubio, el educado en los mejores colegios, porque los hijos de otros barones del estraperlo y del fascismo eran tan viajados y tan leídos. Pero no tan listos", afirma.
Por su parte, el desaparecido periodista José Luis Gutiérrez fue, incluso, más lejos sobre su propensión hacia el campo de la influencia de Cebrián. "Quizá fue a causa de una primera vocación sacerdotal, reprimida muy tempranamente, embrión del curioso tránsito íntimo del pastor de almas que no fue", llegó a señalar.
Incluso, algunos de sus pecados fueron reconocidos por el propio Cebrián en su autobiografía titulada 'Primera página: vida de un periodista (1944-1988)'.
Luis Balcarce recordó que en su mencionado libro cómo Cebrian "escondió en un cajón informaciones que afectaban a Jordi Pujol en el escándalo de Banca Catalana. Todo por orden de Jesús Polanco, ya que perjudicaba a los intereses de El País en Cataluña".
O también, "cómo Polanco desbancó a José Ortega Spottorno y se hizo con el control de El País, comprando las acciones de Antonio García Trevijano con dinero de procedencia turbia".
Un almuerzo 'trágico' en Zarzuela
Pero en noviembre de 2017 todo cambió. El empresario francés Joseph Oughourlian, que se había ya hecho fuerte en el accionariado de Prisa, consiguió cobrarse porfin la cabeza de Cebrián. Este perdió la presidencia de la compañía, tras cinco años en el cargo.
Eso sí, Cebrián la intentó retener. Al conseguir que lo recibiera Felipe VI en Zarzuela y en un despacho privado con Mariano Rajoy.
Ya incluso, escasos meses antes, en abril, Cebrián había salvado su silla tras una llamada del rey Emérito Juan Carlos de Borbón (que fue asesorado en su abdicación por el periodista) al banquero Isidro Fainé (La Caixa), como a Ana Patricia Botín (Santander), "para que ambos aflojaran la soga de la deuda que asfixiaba al Grupo Prisa", como contó en su día El Confidencial.
Y fue en diciembre de 2017, cuando finalmente Manuel Polanco (hijo del fundador) fue nombrado presidente de Prisa. Y al año siguiente tomó su testigo el empresario-político Javier Monzón, que fue aupado a este cargo por su amiga Ana Patricia Botín.
No obstante, aún habría que esperar hasta diciembre de 2020 para que Joseph Oughourlian (apoyado de forma estratégica por la Compañia Telefónica de José María Álvarez-Pallete) se hiciera con la presidencia del Grupo Prisa. Sustituyendo así a Javier Monzón.
De esta manera, Cebrián se quedó 'cautivo y desarmado' frente a las tropas político-mediáticas del sanchismo. Las que por entonces lideraba el prematuramente desaparecido Miguel Barroso, junto a otros directivos como el productor José Miguel Contreras.
Estos afines a Pedro Sánchez consiguieron devolver a Prisa a su trinchera ideológica natural. En teoría, para alivió de miles de lectores de El País y oyentes fieles de la Cadena SER. De esta manera, dejaron en clara minoría a Cebrián y a su troupe.
Así, el antiguo tótem de Prisa vio cómo los aliados, a los que aupó en tiempos de Rajoy, eran cesados. Y que él mismo se convertía en un verso suelto. Eso sí, con presidencia de honor pero sin labores ejecutivas. Y con una tribuna quincenal en El País, donde se dedicaba a criticar "con furia" a Pedro Sánchez.
Fue entonces cuando, definitivamente, el todopoderoso Juan Luis Cebrían pasó a ser devorado (o toreado) por un presidente del Gobierno igual de pragmático que él. Y, quizá hasta la fecha, más hábil en sus objetivos que todos sus 'ruidosos' enemigos juntos.
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