
Caída al abismo de los líderes en Europa: De la francesa Le Pen al danés Henrik Sass
La ultraderechista gala es condenada por malversación mientras el izquierdista danés es acusado de pornografía infantil
La política europea atraviesa un terremoto sin precedentes tras el derrumbe simultáneo de dos figuras que representaban polos opuestos del espectro ideológico.
Marine Le Pen, símbolo del ascenso de la extrema derecha en Francia y referente de los nacionalismos en Europa, ha sido inhabilitada y condenada por malversación de fondos públicos. Henrik Sass Larsen, exministro danés y rostro icónico de la socialdemocracia nórdica, ha sido acusado de delitos vinculados a la posesión de pornografía infantil.
Dos escándalos radicalmente distintos, pero que impactan con la misma violencia en la confianza del electorado europeo.
Ambos representaban, cada uno a su manera, una promesa de renovación dentro de sus movimientos políticos. Le Pen logró durante años “blanquear” el legado radical del Frente Nacional para convertirlo en una alternativa electoral viable. Mientras que Sass Larsen fue visto como uno de los arquitectos de la modernización del Partido Socialdemócrata danés. Capaz de integrar discurso económico clásico con sensibilidad progresista.

Hoy, esas dos narrativas se han roto. Las imágenes que ahora acompañan a sus nombres son las de la caída. Le Pen entrando a un tribunal, flanqueada por abogados; Larsen, tras un operativo policial, envuelto en el que ya se cataloga como uno de los casos más escabrosos de Dinamarca. En cuestión de días, ambos han pasado de ser activos políticos de gran peso a convertirse en símbolos de crisis institucional.
La coincidencia temporal de ambas caídas ha abierto un debate en toda Europa sobre el estado de sus élites políticas.
La extrema derecha se radicaliza tras la condena a Le Pen, denunciando una persecución judicial orquestada por el “sistema”. La izquierda danesa entra en modo de contención y silencio, intentando procesar un escándalo que amenaza la reputación de uno de sus partidos más estables.
Las consecuencias ya se sienten más allá de las fronteras nacionales.
Marine Le Pen, condenada: se dinamita su carrera presidencial
Marine Le Pen, heredera del Frente Nacional y figura central de la derecha francesa, conoció su sentencia el pasado sábado 29 de marzo. En total cumplirá cuatro años de prisión, de los cuales dos serán bajo vigilancia electrónica. Además, la justicia francesa la ha inhabilitado durante cinco años para ejercer cargos públicos y le ha impuesto una multa de 100.000 euros.
Esta condena, de ejecución inmediata, supone un terremoto político para Reagrupamiento Nacional (RN), su partido. Todo, a menos de dos años de las elecciones presidenciales de 2027.
La acusación principal giró en torno al uso indebido de fondos europeos. Durante años, eurodiputados del partido emplearon recursos asignados a asistentes parlamentarios para financiar tareas internas del RN en Francia.
Se estima que al menos fueron desviados 4,1 millones de euros. La investigación, abierta desde 2017, culmina ahora con una sentencia que afecta no solo a Le Pen, sino también a varios colaboradores cercanos.

La defensa de Le Pen alegó ignorancia en los procedimientos administrativos del Parlamento Europeo y acusó a la justicia de actuar con motivaciones políticas. Sin embargo, el tribunal dejó claro que la ahora excandidata presidencial había dado su consentimiento consciente al uso irregular de los fondos. También que, como líder del grupo político, tenía plena responsabilidad sobre el esquema.
Las reacciones no se han hecho esperar. Jordan Bardella, presidente del RN y delfín político de Le Pen, denuncia una "operación de destrucción política desde los despachos del poder".
Desde el extranjero, figuras como Viktor Orbán (Hungría) y Matteo Salvini (Italia) manifestaron su apoyo, tildando la condena de "golpe judicial". En las filas de la derecha europea, algunos observadores consideran que la situación, lejos de debilitar al RN, puede galvanizar a su electorado más radical. Especialmente a aquellos que ve en Le Pen a una víctima del sistema.
En paralelo, la extrema derecha francesa se enfrenta ahora al dilema de la sucesión: Le Pen, de 56 años, ha sido la cara del movimiento durante dos décadas. Sin su figura, RN podría fragmentarse o perder influencia, a pesar del tirón mediático y electoral de Bardella. El desafío será conservar el bloque consolidado en las últimas presidenciales y mantener el impulso de cara a las elecciones europeas y nacionales venideras.
Henrik Sass Larsen: de referente progresista al escándalo
Si la derecha europea se tambalea con la condena a Le Pen, la izquierda danesa vive una auténtica pesadilla. Henrik Sass Larsen, exministro de Economía y uno de los rostros más influyentes del Partido Socialdemócrata de Dinamarca, fue acusado el 23 de marzo de posesión de material de abuso infantil.
La acusación no solo provocó una crisis sin precedentes en el partido, sino que ha conmocionado a la opinión pública del país escandinavo. Un país especialmente reivindicativo con la protección a la infancia.
Según informan medios daneses, durante una operación rutinaria de ciberseguridad la policía detectó actividad sospechosa desde una IP domiciliada a nombre de Sass.
La investigación posterior culminó con el hallazgo de 6.245 imágenes y 2.247 vídeos con contenido de explotación sexual infantil. Este material estaba almacenado en varios dispositivos electrónicos personales. Concretamente, en dos ordenadores portátiles, un iPhone, un iPad y varias memorias USB, todo incautado durante un registro en su residencia privada.

Pero el escándalo no se detuvo ahí. Durante la inspección, los agentes también encontraron una muñeca con control remoto de características infantiles, algo expresamente prohibido por la ley danesa. Según fuentes judiciales filtradas a la prensa, este hallazgo ha agravado la situación penal del exministro, al añadir el componente de posesión de objetos diseñados para simular actos sexuales con menores.
Henrik Sass Larsen, de 57 años, reaccionó de forma inmediata mediante un comunicado público donde negó todas las acusaciones. "Nunca he dañado a un niño. Nunca lo haré. Esto es parte de un montaje o de un malentendido que se aclarará. Estoy trabajando en un libro donde explicaré todo lo que ha sucedido", afirmó. El anuncio del supuesto libro fue recibido con escepticismo por la ciudadanía y la clase política.
La primera ministra Mette Frederiksen, visiblemente afectada, compareció para expresar su "más absoluta condena" a cualquier acto relacionado con la pedofilia. Aseguró que el Partido Socialdemócrata no tolerará ningún vínculo con estas conductas. Aunque Sass Larsen llevaba tiempo alejado de la primera línea política, su figura seguía siendo influyente en los círculos internos del partido. Especialmente en cuestiones económicas.

Varios diputados del Folketing (Parlamento danés) han solicitado una investigación interna sobre posibles encubrimientos o alertas desoídas en el pasado. De momento, no hay indicios de complicidad, pero la presión mediática ha puesto en aprietos a otros antiguos colaboradores del exministro. Estos han optado por guardar silencio o limitarse a mostrar "sorpresa y decepción".
En el plano judicial, la fiscalía ha confirmado que se ha abierto un proceso formal. Le acusan de posesión de pornografía infantil y violación del artículo 235 del Código Penal danés. De ser hallado culpable, Sass Larsen podría enfrentarse a penas de hasta 12 años de prisión, además de sanciones administrativas. También podría perder su pensión como exministro y sus privilegios como funcionario retirado.
Dinamarca, uno de los países que más avanza en políticas de bienestar y defensa de los menores, vive este escándalo como una traición. Larsen había sido una de las caras visibles de la política progresista durante la última década. Defendía reformas sociales, el acceso igualitario a la educación y la lucha contra la violencia infantil. Ahora, su discurso se derrumba bajo el peso de la acusación más devastadora que puede afrontar un representante público.
Más noticias: