
Así es la vida en prisión del etarra Narváez Goñi: Ahora en semilibertad tras 11 años
Condenado a 460 años en 2014, Narváez el 'Pajas' ya había disfrutado de permisos de salida en la cárcel de San Sebastián
Juan Jesús Narváez Goñi, conocido como "Pajas", fue uno de los miembros más letales de ETA. Especialmente durante la ofensiva terrorista de los años noventa. Condenado por cuatro asesinatos y relacionado con otros tantos atentados, pasó más de dos décadas fugado en México antes de ser arrestado y extraditado a España en 2014.
Apenas diez años después de su captura, goza ya del régimen de semilibertad. Una decisión que ha provocado un fuerte rechazo entre las asociaciones de víctimas y un recurso por parte de la Fiscalía. Esto se traduce en que Goñi permanecerá en prisión hasta que se resuelva el recurso.
Natural del País Vasco, Narváez Goñi se integró en ETA en la primera mitad de los años 80. Su activismo comenzó en el comando X-1, vinculado al grupo Nafarroa. Con ellos participó en diversos atentados en Pamplona, incluido el asesinato de un policía nacional y un capitán de la Guardia Civil. En 1987 fue detenido en Francia y extraditado, pero tras su liberación provisional en 1988 volvió a la clandestinidad.
A partir de 1991 se sumó al comando itinerante "Ekaitz", bajo las órdenes de José Luis Urrusolo Sistiaga. El grupo buscaba sembrar el terror en la costa mediterránea como estrategia de boicot a los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Entre sus atentados se contaron acciones en Madrid, Barcelona, Valencia, Torremolinos y otros puntos del litoral.

Narváez fue condenado por su participación en al menos cuatro asesinatos. El primero de ellos ocurrió el 12 de junio de 1991. Un paquete bomba enviado a una empresa en Vallecas explotó accidentalmente. Mató a los artificieros de la Policía Nacional Andrés Muñoz Pérez y Valentín Martín Sánchez e hirió a otras diez personas.
El segundo atentado mortal tuvo lugar el 13 de diciembre del mismo año en Barcelona. Narváez y Urrusolo asesinaron a tiros a los agentes del Cuerpo Nacional de Policía José Ángel Garrido Martínez y Francisco Javier Delgado González. La ejecución fue a bocajarro y en plena calle, generando conmoción nacional.
Por estos cuatro asesinatos, Narváez Goñi fue condenado a penas que suman más de 460 años de prisión. A estos se añaden otros atentados, como el coche bomba de Torremolinos (abril de 1991), con varios heridos, o la campaña de terror que culminó con el asesinato del catedrático Manuel Broseta, crimen vinculado a su pareja y cómplice Itziar Alberdi del que fueron absueltos en 2015.

Tras la desarticulación del comando Ekaitz en 1992, Narváez logró huir con Alberdi a México. Allí vivieron durante 22 años en la clandestinidad, bajo identidades falsas. Se instalaron en Puerto Vallarta, donde él trabajó como masajista y ella como instructora de yoga. Tuvieron dos hijos, que desconocían el pasado criminal de sus padres.
En febrero de 2014, tras una larga investigación, fueron localizados y detenidos en México en una operación conjunta entre el CNI, la Policía Nacional y las autoridades mexicanas. La pareja fue expulsada y entregada a España, donde quedó a disposición judicial.
Su condena y su vida en prisión
Tras su entrega, Narváez fue juzgado y condenado en 2015 por los asesinatos de Madrid y Barcelona, el atentado de Torremolinos y otros delitos. Las penas acumuladas alcanzaron los 460 años. Sin embargo, la legislación española fija el límite de cumplimiento efectivo para este tipo de casos en 30 años.
Durante su reclusión fue trasladado a cárceles del País Vasco tras el traspaso de competencias penitenciarias. Allí participó en programas de reinserción. Fuentes penitenciarias consultadas por elcierredigital.com detallan que Goñi ha pasado por la cárcel de Zaballa y la de San Sebastián.
Las mismas fuentes sostienen que "Goñi ha mostrado buen comportamiento entre rejas, en previsión de posibles permisos, como el que le acaban de proporcionar. En el pasado ya mostró intención de acogerse a regímenes de semilibertad aunque nada oficial hasta ahora".
Ahora, la Consejería de Justicia del Gobierno Vasco le otorga el tercer grado, permitiéndole salir de prisión durante el día y dormir en un centro de inserción social. Esta decisión ha generado una fuerte reacción social. De hecho, uno de los pilares del recurso presentado por la Fiscalía es cuestionar si Narváez Goñi ha evolucionado en su reinserción entre rejas.
Sobre este asunto, fuentes penitenciarias señalan que "algunos lo consideran prematuro dado su historial, la fuga, y los cargos por terrorismo. También hay quien ve esto como una oportunidad para dar un paso adelante en materia de reinserción".
De igual manera, fuentes penitenciarias sostienen que "para poder acogerse a este sistema de semilibertad es necesario estar en segundo grado, presentar un pronóstico favorable de reinserción, buen comportamiento y haber disfrutado de permisos ordinarios de salida. Por mucho que se quiera "beneficiar" a algun preso, estos requisitos mínimos deben cumplirse aunque se sea laxo en su interpretacion", señalan fuentes penitenciarias.
Las reacciones al régimen de semilibertad
La Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) denuncia que Narváez solo ha cumplido diez años por cuatro asesinatos. Además, acusan al Gobierno Vasco de conceder "indultos encubiertos". Destacan que el etarra no ha mostrado arrepentimiento ni ha colaborado en el esclarecimiento de otros crímenes.

Por su parte, la Fiscalía de la Audiencia Nacional ha presentado un recurso contra la progresión de grado, argumentando que la semilibertad era prematura. El recurso está en manos del juez de Vigilancia Penitenciaria.
Por otra parte, sectores de la izquierda abertzale y plataformas como Sare consideran que la decisión es legal y se basa en criterios técnicos. El Gobierno Vasco defiende que el proceso responde a la normativa vigente y que no se han producido irregularidades.
Mónica Muñoz, hija del TEDAX asesinado Andrés Muñoz, declara sentirse "revictimizada" y recordó que nunca ha recibido una petición de perdón por parte del asesino de su padre. Estas voces muestran la herida abierta que aún deja ETA en la sociedad española.
Un caso emblemático en el debate penitenciario
El caso de Narváez Goñi se ha convertido en un ejemplo de la política penitenciaria hacia exmiembros de ETA. Desde el traspaso de competencias, los datos evidencian que el porcentaje de etarras en semilibertad ha crecido significativamente.
Aunque legalmente encuadrada, la medida ha generado tensiones entre la aplicación del derecho, la memoria de las víctimas y la sensibilidad en torno al terrorismo.
A día de hoy, Juan Jesús Narváez Goñi disfruta del tercer grado y su futuro inmediato depende de la decisión judicial sobre el recurso pendiente. Mientras tanto, su historia sigue siendo un capítulo doloroso en la memoria reciente de España.
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