Las agendas de Manglano: El jefe del espionaje 'perdió' la de 1994, año de Bárbara Rey
El metódico exjefe del CESID escribió del 81 al 99 todos sus movimientos en agendas de cuero, salvo en el 94 en cuaderno
El diario El Mundo denunció abiertamente en 1995, con pruebas y sin tapujos, que el servicio secreto español CESID, que dirigía el teniente general Emilio Alonso Manglano, lo que hoy es el CNI, grabó y archivó durante muchos años en su 'Cintateca' las conversaciones privadas del rey Juan Carlos. Lo que ocasionó su salida del cargo.
Por entonces, solo se trataba de cintas de audio, y se grabaron las múltiples conversaciones del rey con sus amigos más cercanos (no consta fecha en ellas), como también con notorios personajes del poder español de aquellos años.
Entre ellos, los ministros Francisco Fernández Ordóñez (año 1990) y José Barrionuevo Peña (año 1990). También el parlamentario socialista Enrique Múgica Herzog (año 1986). El vocal del Consejo General del Poder Judicial Pablo Castellano Cardalliaguet (año 1986). El presidente del Real Madrid Ramón Mendoza Fontela (año 1990). El empresario José María Ruiz Mateos (año 1990) y responsables de la Asociación Civil de Dianética (años 1987-1988), entre otros.
A raíz de estas informaciones, el entonces Fiscal General del Estado, Carlos Granados, no tuvo más remedio que abrir una investigación interna.
Ya en numerosas ocasiones El Mundo, con sus periodistas Antonio Rubio y Manuel Cerdán, había apuntado a prácticas ilegales que salpicaban a los servicios secretos españoles. Métodos que fueron tajantemente desmentidos por el entonces director del CESID, Emilio Alonso Manglano.
Ahora, tras el escándalo de las fotos de Juan Carlos de Borbón y Bárbara Rey, el legado de Emilio Alonso Manglano ha vuelto a ocupar el centro del debate público. No solo por su papel en las operaciones de espionaje durante su extenso mandato. Sino también por las contradicciones que han surgido en torno a sus célebres agendas.
Agendas recogidas en el brillante libro ‘El jefe de los espías’ (Roca Editorial, 2021), escrito por Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote, periodistas del diario ABC.
‘El jefe de los espías’ recoge en sus extensas páginas parte de los 'papeles de Manglano'. El libro es el resultado de una investigación periodística de base histórica que bebe fundamentalmente del archivo personal del jefe del espionaje español, Emilio Alonso Manglano (Valencia, 1936-Madrid, 2013), íntimo amigo del rey Juan Carlos.
Fueron los hijos del teniente general, Santiago y Cristina Alonso Lord, quienes encomendaron a los autores de esta biografía escribir la historia de su padre. "Quien, pese a su extraordinaria relevancia, pasó a ser casi un desconocido, salvo para los entendidos, cuando apenas llevaba unos años fuera del foco mediático", se indica en su prólogo.
Uno de los detalles más significativos de las memorias de Manglano es la falta de una pieza clave: su agenda de cuero de 1994. Y es algo importante este hecho, teniendo en cuenta que las memorias de Manglano durante su etapa en el CESID están basadas en las notas de sus agendas de cuero y no en un cuaderno grande de anillas, como en 1994.
Un cuaderno de anillas que solo se utilizó como supuesta agenda por parte de Manglano en ese vital año para el CESID y el espionaje español. Este significativo vacío ha generado sospechas en los cenáculos de poder sobre la intencionalidad detrás de la ausencia.
Fuentes solventes consultadas por elcierredigital.com señalan "un posible intento de encubrir información sensible relacionada con el rey Juan Carlos y otros episodios controvertidos. Como el chantaje de Bárbara Rey o la fuga de Luis Roldán que se cometieron en ese año de 1994, precisamente", indican.
Las agendas personales de cuero, tamaño cuartilla, de Manglano, documentos detallados en el citado libro que abarcan desde 1981 hasta 1999, son fundamentales para entender los intrincados mecanismos de los servicios secretos españoles bajo su dirección.
“Durante años Manglano anotó meticulosamente sus reuniones y conversaciones. Esto convierte a sus registros en una fuente crucial para desentrañar la historia del espionaje en la España contemporánea”, recalcan fuentes conocedoras. "Sin embargo, hay un año clave que no aparece su habitual agenda: 1994... es curioso el dato", afirman las fuentes consultadas.
Así, la tradicional agenda de cuero de tamaño cuartilla que utilizó ininterrumpidamente para apuntar sus movimientos durante casi dos décadas (desde 1981 a 1999), no aparece en el año 1994. Fue reemplazada, aparentemente, por anotaciones en un cuaderno de anillas tamaño folio.
Los autores de la biografía de Manglano, ‘El jefe de los espías’, explican en el prólogo que Manglano habría perdido la agenda original de ese año y la sustituyó por este cuaderno.
Esta explicación ha sido recibida con gran escepticismo por parte de excompañeros y expertos, "especialmente debido a la disciplina militar de Manglano, quien rara vez alteraba sus métodos", señalan.
Las presuntas sospechas de que esta agenda pudo haber sido destruida o alterada están profundamente vinculadas a los eventos de ese año 1994. Que fue un periodo especialmente turbulento para los servicios de inteligencia españoles.
Un año marcado por la fuga del entonces director de la Guardia Civil, Luis Roldán, y por la grabación, en el ya célebre chalé de Boadilla del Monte (Madrid), de conversaciones comprometedoras entre el rey Juan Carlos y la vedette Bárbara Rey. Además de otros escándalos relacionados con la corrupción y el espionaje.
"La posibilidad de que Manglano haya optado por eliminar la agenda original de 1994 para ocultar información incriminatoria se ha convertido en una teoría muy discutida", señalan fuentes solventes. "No solo la agenda de 1994 se echa de menos en las memorias de Manglano. También hay muchos detalles que no se ven en el libro, como los videos grabados en el chalé que utilizaba el CESID para las reuniones de amistad de altos cargos", señalan investigadores de esa época a elcierredigital.com.
Por algún motivo tampoco se menciona en sus memorias la 'Operación Andóval', publicada por nuestro diario. Fue una operación encubierta llevada a cabo por el CESID a finales de la década de 1980 y principios de los 90. El objetivo era recuperar cintas y documentos comprometedores sobre el rey Juan Carlos I y su cohorte de amigos que habrían sido grabados por la Securitate, los temidos servicios secretos de Rumanía, bajo el régimen de Nicolae Ceaușescu.
El rey Juan Carlos había mantenido una relación cercana con el dictador rumano durante los años de la Guerra Fría. Y solía visitar Rumanía con frecuencia. Durante estas visitas, el rey participaba en cacerías y otras actividades.
Se sospechaba que la Securitate había grabado en secreto esas interacciones. Posiblemente obteniendo material que podría comprometer tanto la imagen del monarca, como la de otros poderosos empresarios que lo acompañaban.
Tras la caída de Ceaușescu en 1989, el temor de que estas grabaciones pudieran salir a la luz y ser utilizadas para chantajear al rey o al Estado español provocó la activación de la Operación Andóval.
Manglano mandó a uno de sus mejores agentes, el coronel Juan Alberto Perote. La misión consistía en visitar Rumanía para negociar, sobornar o recuperar esas cintas. Casualidad o no, este relato no aparece en las memorias de Manglano.
Fuentes conocedoras consultadas por elcierredigital.com explican que, “además, las memorias dicen algunas mentiras. Entre ellas, los supuestos pagos que según Manglano recibieron los periodistas Antonio Rubio y Manuel Cerdán por parte de Luis Roldán”.
La protección al rey Juan Carlos y las operaciones encubiertas
Uno de los principales puntos de fricción en torno a la gestión de Manglano es el papel que jugaron los servicios secretos en la “protección” del rey Juan Carlos. Fuentes conocedoras del caso señalan a nuestro diario que “durante el mandato de Felipe González (1982-1996), se dio una protección excesiva al monarca por parte del CESID”.
Esto, según algunas voces críticas, “supuso una confusión entre el Estado y la figura del rey. En lugar de servir al Estado, los servicios de inteligencia parecían estar más orientados a salvaguardar los intereses personales del rey Juan Carlos”.
Lo que quedó de manifiesto en varios episodios, como el pago por las grabaciones ilegales de Bárbara Rey, y el 'pinchazo' de conversaciones a un elevado número de ministros y diferentes altos cargos de esa época.
Como ya reveló elcierredigital.com, estos pagos a Bárbara Rey alcanzaron en su segunda etapa un precio inicial de 50 millones de pesetas, más una mensualidad adicional que llegó hasta los 5 millones de pesetas, "sin limitación de fecha". Todo con el fin de evitar la difusión pública de dichas grabaciones.
Por eso, la desaparición de la tradicional agenda de cuero de Manglano de 1994 es vista como una pieza clave dentro de este entramado, ya que es precisamente ese año cuando se habrían producido las grabaciones más comprometedoras y primeras negociaciones para mantener el escándalo bajo control.
Sin embargo, las memorias de Manglano no abordan de manera clara estos episodios. El silencio sobre la "Operación salvar al rey", que supuestamente tenía como objetivo garantizar la sucesión de Felipe VI en caso de que Juan Carlos fuera forzado a abdicar, es otra omisión significativa.
Las contradicciones de Manglano: Entre el rigor y el ocultamiento
A lo largo de su carrera, Emilio Alonso Manglano cultivó una imagen de hombre recto y metódico. Sin embargo, "las inconsistencias en torno a la agenda de 1994, sumadas a las omisiones sobre operaciones clave, sugieren que las memorias del exdirector del CESID no cuentan de manera exacta toda la verdad", señalan las fuentes consultadas.
La versión oficial sostiene que Manglano utilizaba notas para luego pasarlas a limpio. Y solo en 1994 habría preferido un cuaderno tamaño folio con anillas. Según dicen, porque perdió la agenda y no pudo compra otra. Sin embargo, las teorías de que "Manglano pudo haber destruido o reelaborado la original para protegerse a sí mismo o a otros actores implicados en los escándalos del CESID ganan fuerza", aseguran estas mismas fuentes conocedoras de la trastienda en esos años.
"Además, la idea de que Manglano pudo haber modificado o recreado la agenda de 1994 a posteriori tampoco está descartada", recalcan. "Su disciplina y su apego a la rigurosidad hacen que la pérdida accidental de una agenda en un año tan crucial parezca improbable", concluyen.
En cualquier caso, las agendas de Manglano han pasado de ser un registro fiel de los hechos a convertirse en un símbolo de las sombras que aún rodean a los servicios de inteligencia españoles de esa época.
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