
La otra cara de Adriana Abascal, la modelo que cautiva a los VIPs: Lujos y sombras
La mexicana reaparece junto a Filiberto de Saboya tras una vida marcada por amores con Villalonga o 'el tigre' Azcárraga
La noche del pasado martes, el Palazzo Ruspoli de Roma acogió un concierto solidario que reunió a lo más selecto de la sociedad europea. Entre los invitados hubo una pareja acaparó todas las miradas: Adriana Abascal (Veracruz, 1970) y Manuel Filiberto de Saboya (Ginebra, 1972).
La ex Miss México y el príncipe italiano se mostraron cómplices, elegantes y muy enamorados. Adriana lució dos conjuntos que deslumbraron por su sofisticación: un pantalón palazzo negro con estampado botánico y una gabardina a juego, seguido de un vestido midi negro calado con torera blanca y stilettos morados.
Los flashes no pararon de captarlos. Esta es su tercera aparición oficial desde que confirmaron su relación en el Baile Ducal de Venecia.

Este nuevo capítulo amoroso en la vida de Adriana Abascal es solo uno más en una trayectoria sentimental marcada por el poder, el lujo y los entornos VIP.
Nacida en Veracruz en 1970, hija de un médico asturiano y una madre tradicional, Adriana se crió en una familia de clase media. Tras ser coronada Miss México en 1988 y quedar cuarta en Miss Universo, se abrió paso en el mundo del espectáculo y la alta sociedad.
Se codeó entre magnates y llegó a casarse con algunos, como Juan Villalonga. El expresidente de Telefónica y la modelo sellaron su amor en 2001. Pero, tanto antes como después de Villalonga hubo otros nombres destacados de la alta sociedad.
El magnate que la moldeó: Emilio Azcárraga Milmo
Su primer gran amor fue Emilio Azcárraga Milmo, magnate de Televisa, cuarenta años mayor que ella. Lo conoció en un casting para una telenovela y de inmediato se convirtió en su pareja y protegida.
Azcárraga invirtió en su formación: le puso un entrenador personal, clases de idiomas, dicción, protocolo y la nombró vicepresidenta de producción de telenovelas históricas.
Durante siete años compartieron vida y poder, hasta la muerte del empresario en 1997. Adriana estuvo con él hasta el último suspiro, y recibió una parte sustancial de su herencia: propiedades, el 70% del valor del yate "Eco" y una posición privilegiada en la vida social mexicana.
El flechazo con Villalonga: poder y escándalo
Como reveló Juan Luis Galiacho en su libro 'Matrimonios S.A.' (La Esfera de los Libros, 2009) Fue en una cena en casa del propio Azcárraga donde Juan Villalonga, entonces presidente de Telefónica y amigo del entonces presidente Aznar, conoció a Adriana. Dicen que quedó "loco por ella".
Apenas unas semanas después de la muerte del Tigre, en enero de 1998, la relación entre Adriana y Villalonga se formalizó en Madrid. Ella viajaba discretamente, él rompió su matrimonio de dos décadas con Concha Tallada.
Desde entonces, la modelo mexicana estuvo presente en reuniones de estrategia de Telefónica, influyendo incluso en decisiones mediáticas. Villalonga le encomendó un spot conmemorativo por el 75 aniversario de Telefónica por el que se pagaron 720.000 euros. Aunque el vídeo nunca se emitió por su baja calidad.

En 2001 se casaron en Bel Air, en una mansión que había pertenecido a Cary Grant, con una ceremonia lujosa que contó con la presencia de Gloria Estefan y Salma Hayek. Tuvieron tres hijos: Paulina, Diego y Jimena.
Durante esos años, Villalonga ayudó a Adriana a recuperar parte de la herencia de Azcárraga, llegando incluso a adquirir los derechos de la misma por 21 millones de dólares.
La guerra judicial con los herederos del patriarca de Televisa lo llevó a enfrentarse con Carlos Slim e incluso a moverse con escoltas por México. El expresidente de Telefónica utilizó incluso su cargo para intentar que la compañía pagara los honorarios de los abogados que llevaban el caso en EE.UU.
Una vida de lujo, poder y apariencias
La vida en común de Adriana y Juan Villalonga fue intensa y marcada por el lujo: vivieron en Miami, Londres y Los Ángeles. Adriana cultivó una imagen sofisticada, con presencia constante en revistas como Hola y Vogue.
Mientras, Villalonga intentaba reconstruir su carrera tras escándalos financieros que le forzaron a abandonar Telefónica con una indemnización millonaria.
Durante su vida juntos, fundaron sociedades, participaron en proyectos de vivienda social en México y adquirieron propiedades de gran valor en varios países. Ella escribió un libro sobre arquetipos femeninos inspirado en Jung y se definió como una "actriz" en la vida.

Villalonga, que en su día fue uno de los empresarios más poderosos del país y considerado delfín financiero del aznarismo, cayó en desgracia por sus excesos y su implicación en presuntas operaciones de uso de información privilegiada.
En el punto más álgido de su relación, incluso se planteó presidir el Real Madrid. Su paso por el Valencia CF como directivo fue breve y polémico. Aun así, su influencia internacional le permitió mantenerse como figura de poder económico en sectores emergentes.
Reinventarse y resurgir: de Londres a Roma
Adriana, por su parte, supo adaptarse a cada etapa de su vida. Cuentan que ordena su armario por colores, que madruga para hacer ejercicio, y que domina cuatro idiomas.
Su obsesión por la imagen la llevó a ser considerada fría, pero eficaz en el entorno de la "jet set".
Con el paso del tiempo, sin embargo, su matrimonio se desdibujó. En 2013 se casó con Emmanuel Schreder, empresario francés con quien vivió en París hasta su separación en 2024.

Hoy, con su presencia renovada en los eventos más exclusivos de Europa, Adriana Abascal ha resurgido con fuerza al lado de Manuel Filiberto de Saboya.
De nuevo bajo los focos, la exmodelo y empresaria mexicana personifica una biografía inusual: de reina de belleza a protagonista del tablero de influencias internacionales.
Y ahora, en los palacios de Roma, su historia de amor con un príncipe europeo parece el epílogo a una vida donde belleza y poder siempre caminaron de la mano.
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