Adiós a la energía nuclear en España: Los retos y planes de la desnuclearización
El Gobierno de Sánchez planea cerrar progresivamente todas las centrales nucleares del país para 2035
Con el cierre del año cada vez más próximo, España se acerca paso a paso a su definitiva desnuclearización. La política energética de España ha experimentado una transformación significativa en las últimas décadas, especialmente en relación con la energía nuclear.
Actualmente, el país cuenta con cinco centrales nucleares operativas que albergan siete reactores. Estos aportan aproximadamente el 20% de la electricidad consumida en el territorio nacional.
En 1983 el Gobierno socialista de Felipe González implementó una moratoria nuclear que detuvo la construcción de nuevas plantas. Aunque esta moratoria concluyó en 1997, no se han emprendido nuevos proyectos nucleares desde entonces.
El reactor más antiguo, ubicado en la central José Cabrera, en la provincia de Guadalajara, cesó sus operaciones en 2006. A él le siguió la clausura de la central burgalesa de Garoña en 2012.
En 2011 se eliminó el límite de 40 años para la vida útil de los reactores, lo que permitió a los operadores solicitar extensiones de licencia en incrementos de diez años.
El plan actual del Gobierno de Pedro Sánchez es desmantelar progresivamente las centrales nucleares. El objetivo es cerrar la primera en 2027 y completar el proceso para 2035. Se estima que el costo total de este desmantelamiento rondará los 20.200 millones de euros. Se financiará mediante un fondo aportado por los operadores de las plantas.
Los efectos económicos de la desnuclearización española
Este proceso de desnuclearización ha generado preocupación en diversas comunidades locales que dependen económicamente de las centrales nucleares. Un ejemplo es la central nuclear de Cofrentes, en la Comunidad Valenciana, programada para cerrar en 2030.
El Clúster de Energía de la Comunidad Valenciana ha señalado que el cierre tendrá un impacto significativo en la producción energética y en la economía regional pues la zona es altamente dependiente de la planta. La plataforma también lamenta la disminución de proyectos de energías renovables en la región, que en el pasado era líder en este sector.
En Cataluña, los municipios más afectados por el cierre de centrales nucleares son Ascó y Vandellòs. Ambos han recibido 174.000 euros de un fondo de transición nuclear prometido de 100 millones por la Generalitat en los últimos cuatro años.
Aunque se han recaudado 658 millones de euros a través de una ecotasa energética, los fondos no se han distribuido adecuadamente a nivel local. Este fondo estaba destinado a facilitar la reindustrialización y a mitigar el impacto económico del cierre de las plantas nucleares. Sin embargo, los recursos aún no han llegado de manera efectiva a las comunidades afectadas.
Los retos de la desnuclearización
La gestión de los residuos nucleares es otro desafío en el proceso de desnuclearización. El Foro Nuclear, una asociación que representa a la industria nuclear en España, ha presentado un recurso ante el Tribunal Supremo contra el incremento del 30% en el impuesto a los residuos nucleares impuesto por el Gobierno.
Este aumento representa un costo adicional de aproximadamente 130 millones de euros anuales para la industria. Un sector que ya afronta una carga fiscal de 450 millones de euros al año.
El desmantelamiento de las centrales nucleares también implica desafíos técnicos y logísticos considerables. La central nuclear José Cabrera, ubicada en Almonacid de Zorita, Guadalajara, ha superado la mitad de su fase final de desmantelamiento. Esta incluye vigilancia radiológica y restauración del emplazamiento.
Este proceso, llevado a cabo por Enresa, se espera concluir entre finales de 2027 y principios de 2028, con un costo de 163 millones de euros hasta diciembre de 2023. Desde el inicio del desmantelamiento en 2010, se han generado más de 139.000 toneladas de residuos, la mayoría convencionales. También un 15% de baja a muy baja actividad que se envían a El Cabril, en Córdoba.
A nivel europeo, la energía nuclear sigue siendo un tema de debate. Países como Francia y Polonia están incrementando su uso de energía nuclear. Mientras que Alemania ha cerrado todos sus reactores nucleares, aumentando su dependencia del carbón y gas natural, lo que ha incrementado sus emisiones de CO2.
La Alianza Nuclear, liderada por Francia, aboga por una política energética pro-nuclear en la Unión Europea. La energía nuclear en Europa representó el 22,8% de la electricidad en 2023, la cifra más baja desde los años noventa.
En este sentido, algunos expertos pro-nucleares sostienen que la energía nuclear es crucial para alcanzar la descarbonización. También para lograr una cierta seguridad energética, aunque supone desafíos económicos y de inversión.
En este sentido, el futuro energético de España pasa por un delicado equilibrio. Concretamente entre el abandono progresivo de la energía nuclear y la necesidad de garantizar un suministro sostenible y económico.
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