26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Muchos de los agentes infiltrados fueron expulsados por espionaje industrial y estaban situados en la marítima Mar Negro, en Aeroflot y en la Embajada

Las operaciones en España de la inteligencia rusa: Desde navieras a hidrocarburos

El Cierre Digital en Putin junto a uno de los jefes del FSB.
Putin junto a uno de los jefes del FSB. / El papel de los servicios de inteligencia rusos son fundamentales a nivel internacional.
España siempre ha sido un lugar a tener en cuenta para la inteligencia rusa. Ahora, tras la guerra de Ucrania lo es. Pero en los tiempos de la Unión Soviética, sobre todo en las décadas de los 70 y los 80, numerosas empresas rusas ya se instalaban en nuestro país. No fueron pocos los agentes infiltrados que se situaron en empresas navieras, de hidrocarburos y a través de la propia Embajada y que fueron expulsados por espionaje industrial. La agencia marítima Mar Negro fue de las más activas.

El estallido de la guerra de Ucrania vuelve a poner en el candelero la trascendencia de las agencias de inteligencia y su papel dentro de un contexto geopolítico global, cada día más complicado, donde la información es vital para defender los intereses de cada nación. 

La lucha de poderes no viene marcada solo por la obtención de información sino también, y cada día más importante, por la aplicación de sistemas de contrainteligencia dirigidos a modificar la realidad de las cosas, ámbito en el que la inteligencia rusa juega un papel dominante.

De hecho, no es algo nuevo puesto que en época de la URSS sus servicios secretos llevaban operaciones encaminadas a desestabilizar estados e influir en el orden mundial, según indican fuentes de seguridad a elcierredigital.com.

Operaciones en España

Los rusos crearon ya sociedades en España durante los años sesenta y setenta del siglo pasado, detrás de las cuales se encontraban sus servicios secretos. Una de estas empresas era Intramar, que estaba participada en un 40 por ciento y 10 por ciento por las rusas V/O Sovinflot y Morpasflot, respectivamente, así como en un 50 por ciento por la española Bakumar.

Las dos primeras empresas eran de capital ruso y estaban representadas por Valeri Charlievich Nadalnik, sumándose posteriormente al accionariado la mercantil soviética Sovfrancht.

Embajada de Rusia en Madrid.  

Intramar se constituyó con el fin de representar a empresas navieras soviéticas y de otras nacionalidades para el establecimiento de líneas regulares, así como para la prestación de toda clase de servicios que afectasen a buques mercantes y de peaje.

Estas sociedades fueron empleadas, por los Servicios Secretos Rusos (KGB) y por el Servicio de Espionaje Militar (GRU), para llevar a cabo operaciones a través de otras sociedades interpuestas, como por ejemplo la compañía aérea Aeroflot y la empresa Sovhispan.

El Estado español detectó, en la década de los 70 y de los 80, que había miembros del KGB y GRU camuflados dentro de la mencionada empresa Intramar para recopilar información sobre las bases militares hispano-norteamericanas. La URSS preparó un plan tapadera de acción consistente en ofertar servicios de reparación de la flota pesquera española en el Atlántico Sur, lo que permitió que los servicios rusos pudieran colocar a su personal.

En el archipiélago canario

Por entonces, los soviéticos mantenían contactos con determinados grupos independentistas en las Islas Canarias con el objetivo de crear un ambiente hostil y que España no entrara en la OTAN. Asimismo, consiguieron crear una red de operaciones que se extendieron a otros países como Colombia, Gabón, Togo, Nigeria, Camerún, Zaire, Benin, Ecuador y Perú, además de contar con oficinas en Moscú y Madrid. Esta infraestructura permitía la presencia de barcos con grandes radomos que servían para el seguimiento de las pruebas balísticas rusas y mantener comunicaciones seguras con Moscú.

En 1998 se realizó un informe de los servicios secretos americanos titulado "CIA HISTORICAL REVIEW PROGRAM RELEASE AS SANITIZED 1998", destapado por WIKILEAKS y que aparece en un documento de la Central Intelligence Agency (CIA), en el que se hace especial mención a las mercantiles rusas Sovinflot y Sovfracht.

Es evidente que, en el ámbito internacional, era de capital importancia llevar a cabo labores de inteligencia para obtener información precisa sobre las operaciones de las empresas navieras soviéticas y sus posibles vinculaciones empresariales, al margen del sector naviero.

Muchos de los agentes rusos infiltrados fueron expulsados de España por espionaje industrial de armamento al tratar de establecer contactos informativos sobre el suministro de material bélico norteamericano a España. Dentro del personal expulsado se encontraban empleados de la agencia marítima Mar Negro, agregados de la Embajada rusa en España, directores de la agencia aérea rusa Aeroflot en España y miembros directos de la KGB y GRU.

Algunos miembros de los servicios de espionaje soviéticos fueron enjuiciados en la URSS por llevar a cabo acciones contrarias a los intereses de su país, como pasar información a otros Estados o realizar operaciones comerciales de diversa índole para enriquecerse. Así, el final de muchos de estos agentes fue incierto, sin que nunca se volviera a saber de ellos.

Sergei Skripal.

Uno de estos agentes era Sergei Skripal, exoficial de la inteligencia rusa que en 2004 fue enjuiciado y condenado en Rusia por alta traición. Skripal trabajó como doble agente para el MI6 del Reino Unido, ingresó después en el Ejército y finalmente en el GRU. En 1999 llegó a España como agregado en la Embajada de Rusia en Madrid.

Crimen organizado y servicios secretos

Hoy en día las cosas han cambiado solo parcialmente. Según los expertos en seguridad consultados por elcierredigital.com, los servicios de inteligencia rusos siguen empleando sociedades mercantiles para entrar en las redes empresariales de un país. Pero ahora, suelen ir de la mano de organizaciones criminales, las cuales ya no solo se dedican a actividades delictivas como el tráfico de drogas, armas, material nuclear, prostitución, blanqueo de capitales, etc., sino que su actividad “empresarial” pasa por productos de primer orden como el gas y los hidrocarburos.

Las mafias rusas se han especializado en operar a través de empresas gasísticas y petroleras para revender el producto a otro tipo de clientes y a precios que quiebran el mercado internacional, pero, quizás lo más grave, es que este entramado adquiere gran solidez puesto que lo conforman presuntamente la conexión de tres pilares fundamentales: el gobierno ruso, los servicios secretos y el crimen organizado.

Las Fuerzas de Seguridad e inteligencia de países como España prestan especial atención a este tipo de operaciones con la finalidad de contrarrestar las consecuencias negativas de sus acciones. Hoy en día, están activados en todo momento los servicios de inteligencia y cuerpos policiales, cuya eficacia está notoriamente contrastada.

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