09 de mayo de 2024
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FIN DE SEMANA

Según el abogado Alberto García Cebrián, en este contexto familiar, "los menores suelen ser los más afectados ya que son más vulnerables"

El error de mantener un matrimonio roto: La mitad de parejas con hijos se separa demasiado tarde

El Cierre Digital en Fotograma 'Historia de un matrimonio'.
Fotograma 'Historia de un matrimonio'.
Muchos matrimonios con hijos esperan demasiado antes de divorciarse, a menudo justificándolo con la frase "no me divorcio por mis hijos". Sin embargo, cuando los hijos crecen, la mayoría de ellos considera que sus padres se separaron demasiado tarde, lo que generó tensión innecesaria. Este retraso puede hacer que el proceso de divorcio sea más traumático y perjudicial para todos, especialmente para los hijos menores.

Al menos la mitad de los divorciados con hijos acaban divorciándose, habiendo aguantado un tiempo de más un año en el que necesitaban terminar con la convivencia, pero no se han decidido a dar el paso. El principal motivo es el recurrente “aguanto y no me divorcio, por mis hijos”.

En cambio, el 80% de los hijos de padres separados o divorciados piensan, una vez que son adultos, que sus padres se separan demasiado tarde y existió una tensión insana mantenida en el tiempo sin necesidad que les fue perjudicial a ellos y al conjunto de la familia.

En definitiva, se llega a la reflexión en estos casos de que alargar un matrimonio con hijos, “por el bien de los hijos” provoca daño familiar y, los propios hijos, una vez son adultos, consideran que sus padres deberían de haber cesado antes la convivencia y haberse divorciado en el momento en el que era necesario.

"No me divorcio por mis hijos"

La decisión de divorciarse no es nada fácil y cada caso es diferente, pero muchas familias con hijos ponen la excusa o justificante de “no me divorcio por mis hijos” cargando en la espalda de los niños la responsabilidad de terminar un matrimonio, responsabilidad que deberían de asumir los adultos sin trasladarla a los niños, que tienen derecho a una infancia feliz, segura y no condicionada por las desavenencias de sus padres con independencia de que estén juntos o separados.

Esta conclusión no se deriva de un estudio sociológico de un organismo que pregunte datos aleatorios a personas, sino que es la conclusión a la que llegado el abogado de familia Alberto Cebrián desde su experiencia profesional al preguntar directamente a las familias separadas con hijos que a su vez son hijos de padres separados.

Podemos extraer muchas conclusiones, pues la muchas personas que ahora se separa ha alargado demasiado un matrimonio roto, pero en cambio, en su propia infancia, en los casos de ser hijos de padres divorciados, consideran que sus padres alargaron demasiado la toma de decisiones de su divorcio.

Doble efecto

Por un lado, los niños cuando se convierten en adultos, en el 80% de los casos aproximadamente, ven como sus padres tardaron demasiado en divorciarse y mantuvieron demasiado un matrimonio roto. Pero, por otro lado, esos mismos hijos de padres divorciados cuando son adultos y a su vez se divorcian y tiene hijos, en el 50% de los casos aproximadamente, piensan que se han divorciado tarde.

Son muchos los matrimonios que malconviven en una relación que en muchos casos se torna tóxica e insana y que precisamente intoxica sus vidas y las de sus seres queridos. El motivo que frena más llevar a la práctica divorcios que son necesario es: “no me divorcio por los hijos”.

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Fotograma de la serie 'Cuéntame como Pasó'.

Pues bien, como norma general y en este contexto familiar precisamente en beneficio de los hijos deberían divorciarse y que estos no tengan que aguantar una mala convivencia en los casos en los que la relación está muy deteriorada.

Unos padres no pueden responsabilizar lo malo de su vida en sus hijos. Lo que aguanten es por ellos mismos y, de hecho, por responsabilidad hay ciertas cosas que no se deberían tolerar. Cortar una relación insana solo depende de uno mismo, poner excusas para no tomar dicha decisión será engañarse.

Los menores: Los más afectados

Por tanto, se plantean diversas cuestiones. Por un lado: ¿Por qué retrasamos la decisión a pesar de que en muchos casos sabemos que debe ocurrir?. Lo más negativo del divorcio es cómo se produce y gestiona la ruptura y el tiempo que pasa hasta que ambos cónyuges dejan de vivir aquello que no quieren.

Muchas veces nos ponemos una venda en los ojos para no tomar una decisión coherente a pesar de tener premisas que nos hacen llegar a la conclusión de que la relación no es viable y que esa conclusión pueda estar muy clara y haber llegado a ella desde hace mucho tiempo. Se repite mucho la frase al pedir el divorcio de “se me cayó la venda de los ojos” como si fuera algo que ha pasado solo, de repente y por sorpresa. Normalmente la “venda” no era lo que nos impedía mirar hacia la relación que teníamos, sino que éramos nosotros mismos los que no hemos querido ver ni afrontar la situación.

Una vez que una de las partes pide el divorcio a la otra, comienza un proceso de enrarecimiento de la relación que de no saber gestionar correctamente puede acabar en tensión y conflictos. Alargar un matrimonio agónico con un divorcio tardío en el que los cónyuges pasan un periodo de tiempo juntos en el que necesitan divorciarse, puede provocar la degradación de la relación de pareja al someterla a un tiempo y presión mayor del que se puede soportar y el divorcio será innecesariamente más traumático y desagradable tanto para los cónyuges como para el resto de familiares y entorno, por no haber sabido separarse a tiempo arriesgándose a que se produzcan situaciones límite sin necesidad.

Los que pueden ser más perjudicados en un divorcio tardío precisamente son los hijos menores pues son lo más vulnerables y sensibles a las desavenencias familiares.

El 43,1% tenían solo hijos menores de edad

Por tanto, según el INE, en 2022, el 45,5% de los matrimonios correspondientes a las resoluciones de divorcio no tenían hijos (menores o mayores dependientes económicamente). El 43,1% tenían solo hijos menores de edad, el 4,1% solo hijos mayores de edad dependientes económicamente y el 7,3% hijos menores de edad y mayores dependientes económicamente.

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Fotograma de 'Papá o Mamá'.

El 23,5% tenía un solo hijo (menor o mayor dependiente económicamente). En el 51,2% de los divorcios entre cónyuges de diferente sexo había hijos menores sobre los que otorgar la custodia. En el 3,5% de estos divorcios la custodia se otorgó al padre, en el 50,6% a la madre, en el 45,5% fue compartida y en el 0,4% se otorgó a otras instituciones o familiares

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