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Portada de un libro titulado Invierno y silencio libro de poemas con la imagen de un hombre mayor en el centro y ramas de árboles en la parte inferior
CULTURA

El poeta Juan Beltrán convierte su vida y sus sueños en 'Invierno y Silencio'

El escritor de Baeza presenta un poemario que recorre su vida con versos íntimos, profundos y cargados de simbolismo

Juan Beltrán (Baeza (Jaén, 1957) asegura que la poesía siempre ha formado parte de su vida. La ha escrito en los lugares más insospechados: en el tren, al subir y bajar de su pueblo, o en clase, cuando era niño y se aburría. Normal, escribes cuando sientes que algo necesita salir. A él le ha pasado, a veces en una cafetería, en mitad de una conversación, coge una servilleta y escribe un poema.

¿Y qué pasa? Pues que te quedas tranquilo, sosegado y satisfecho. Quizás no lo lees de inmediato y no lo corriges, pero para ti ya está bien. Porque la poesía es íntima, es de uno para uno.

Y tiene un problema: se considera literatura menor frente a la novela, el ensayo o la biografía. Además, no vende. Da igual cómo la escribas, está ligada al placer personal y eso hay que asumirlo.

Aun así, existe un grupo pequeño de lectores fieles, gente que compra poesía, la devora y la comparte. No son marginados culturales, aunque lo parezcan. En realidad, todo lo contrario. La cultura que absorbemos desde pequeños está llena de poesía. Por el ritmo, por las rimas, por las frases encadenadas. ¿Quién no recuerda “Con cien cañones por banda” o “Yo me la llevé al río…”?

Portada de un libro titulado Invierno y silencio libro de poemas con un árbol sin hojas sobre un suelo cubierto de hojas naranjas y un cielo azul de fondo
Portada de 'Invierno y Silencio' de Juan Beltrán Cruz. | Editorial Círculo Rojo

La poesía es amor. Es desamor. Es orgullo. Es pasión. Es esa chispa que te enciende sin saber por qué. Y no todos la tienen. Algunos afortunados sienten ese toque mágico. Como si un ser invisible les rozara el hombro. Y entonces, escriben.

Juan Beltrán presenta su nuevo poemario: “Invierno y silencio” (Círculo Rojo). Quizás habría que leerlo con frío, pero ha salido en verano. Un verano que, según junio, promete ser intenso. Aun así, la poesía no entiende de estaciones.

Una vida dedicada a la escritura

Beltrán no dejó de escribir ni en la mili. En maniobras también se arrancaba con unos versos. O en el campo, viendo un atardecer, sacaba su boli. No tiene un método. Escribe cuando le llega. “Unas veces lo coges, otras lo dejas... Hay momentos inspirados y otros más prosaicos. A veces, la vida pesa más que las palabras.”

Mientras su hermano gastaba la paga en chuches, él la guardaba. La usaba para tebeos y libros. Aún conserva su primer Bécquer, está amarillento, pero para él es una joya. Esas “Obras completas” fueron el inicio de todo. Desde que tiene uso de razón, dice, hace ripios.

En su juventud, vivió en Baeza. Allí participó en exposiciones, juegos florales y en una revista que fundó con amigos. Descubrió a Machado, Rimbaud, Baudelaire, Hernández, Aleixandre, Gimferrer… Y su dios en poesía: Juan Ramón Jiménez.

Hombre de cabello corto y canoso con chaqueta oscura y camisa clara posando con los brazos cruzados en un entorno urbano con árboles y edificios al fondo
Juan Beltrán Cruz. | Europapress

“Invierno y silencio”, publicado por Círculo Rojo, recoge sus deseos y preocupaciones. Es un sueño cumplido. Uno que siempre había perseguido.

“Me he presentado a muchos premios —comenta Juan— no por ganarlos, sino como forma de publicar. Y también para saber si mis textos valen. Es un termómetro.” No lo hace por dinero. “Con la poesía en España, te mueres de hambre. No es que sea secundaria. Es que ni existe.” Y siempre queda la duda: “¿Será bueno lo que escribo? ¿Tendrá calidad suficiente?”

Este sentimiento lo comparten muchos poetas. Sabemos que escribimos desde el alma. Desde el fracaso, el amor, la rabia, la alegría. Desde lo más profundo. Es el toque de las hadas. Sin duda.

En “Invierno y silencio” hay poemas de varias épocas. De juventud y de madurez. El tema central no cambia, pero sí la mirada. El paso del tiempo es clave. No se vive igual con veinte que con cincuenta.

Juan también confiesa que el desencanto social ha influido mucho. “Mis amistades han sido decepcionantes”, reconoce. “Quizás espero demasiado de los demás. O pongo más pasión de la que reciben.” La hipocresía social lo desarma y le duele, le resulta insoportable.

“La gente no tiene palabra. Aunque esto no es nuevo. La condición humana no cambia. Lo único que ha cambiado es que antes se iba con un libro, y ahora con un móvil.”

Para él, no todo el que escribe versos es poeta. Y no todos los poetas escriben versos. Ser poeta es una forma de mirar el mundo, una sensibilidad especial. No te hace mejor ni peor. Pero ves los gestos humanos de otra forma. No es solo quedarse embobado con una puesta de sol -aunque también-. Es enfocar la vida desde otro sitio. Y eso tiene consecuencias.

Ser poeta puede llevar a la soledad. Al aislamiento. A la frustración. Porque idealizas todo. Y la vida no siempre está a la altura. Pero también hay momentos de luz. Momentos en que algo se eleva dentro de ti.

Las claves de 'Invierno y Silencio'

“Invierno y silencio” no es solo un poemario. Es un viaje al alma. Habla del amor, la soledad, el tiempo, la búsqueda de sentido. Usa versos largos, estructura libre y una voz íntima. Su lirismo es intenso. Sus símbolos evocan paisajes de otoño e invierno como escenarios del alma.

El lector encontrará reflejos de sí mismo. “Es un libro para quienes buscan comprenderse a través de la poesía”, dice Beltrán. Está pensado para adultos con sensibilidad. Pero también para jóvenes con curiosidad filosófica. Es refugio. Es espejo.

Hombre de mediana edad con chaqueta oscura y camisa clara posando en un parque con césped y palmeras en un día soleado
Juan Beltrán Cruz. | Cedida

Lo que distingue este libro es su profundidad. Su autenticidad, no es solo estética, es confesión. Es viaje. Entre la melancolía y la esperanza. Lo filosófico y lo emocional se funden. Y eso convierte “Invierno y silencio” en algo más que literatura. Es casi una experiencia. Casi catarsis.

Es un recorrido por la vida de Juan Beltrán. Un camino introspectivo y sincero. Su voz poética ha convivido con su labor profesional. Ha escrito sobre educación en prisión. Ha publicado en revistas como “Baeza Actualidad”.

Como docente, ha dado clase en centros penitenciarios como Ocaña, Jaén, Carabanchel o Navalcarnero. También en institutos de secundaria y colegios de primaria. Su vida se ha entrelazado con la enseñanza y con las letras.

Como muestra de su estilo, compartimos uno de sus poemas.

INSOMNIO

Escondido tras la ventana oscura,
huye del abismo de su pena.
Se sumerge en bosques silenciosos
y en mares de palabras.
Se pierde en alturas de vértigos aislados.
Revive en montes regados por nubes.
Renace entre soles y sueños olvidados.

Cuando despierta en la noche,
corre tras las esquinas verdes de las palabras.
Vaga entre encrucijadas,
buscando sueños siderales.
Espera la luz del día,
susurrando versos inmortales.

Noche infinita,
rota por los rayos del alba.
Noche que surca caminos solitarios,
rompeolas de insomnios y cielos lejanos,
por los cofines del espacio.

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