El origen de la música electrónica: Una obra clásica de Bach fue su despegue
La composición de la artista trans Wendy Carlos dio paso a la popularización del primer sintetizador analógico de Moog
Tras un dificultoso recorrido en los 60, Robert Moog, creador del sintetizador analógico, conoció a Wendy Carlos. Ella era una joven trans que por esos años aún conservaba su nombre de nacimiento, Walter.
Dueña de una inteligencia poco común, entendió antes que nadie cómo podían juntarse la electrónica y la música, al punto de grabar el fenómeno de ventas Switched-On Bach (Cambiando a Bach- Sinfonía 35) en 1968.
Su trabajo fue referencia para el grupo alemán Kraftwerk, uno de los primeros en popularizar la música electrónica. En enero de 2014 la Academia de los Grammy honró a Kraftwerk con un Lifetime Achievement Award.
Tras unos primeros álbumes experimentales, Kraftwerk 1 (1970), Kraftwerk 2 (1972) y Ralf und Florian (1973), en 1974 el grupo logró reconocimiento internacional con Autobahn. Su canción homónima de veintidós minutos demostró su confianza en los sintetizadores como instrumentos de creación musical.
Después siguieron tres álbumes que influyeron en la música pop: Radio-Activity (1975), Trans Europa Express (1977) y The Man-Machine (1978). Son también precursores de Vángelis, Pink Floyd y The Beatles.
El origen de la música sintética con Walter
Carlos Walter, nacido en 1939, se operó a principios de los 60 y se convirtió en Wendy Carlos. Sufrió una abrumadora discriminación y únicamente los mas allegados reconocían en Wendy sus facultades, que estaban por encima de prejuicios y antipatías.
Wendy Carlos fue una importante compositora y una de las primeras intérpretes famosas de música electrónica. Considerada una artista innovadora, entre sus obras más célebres figuran Switched-On Bach, de 1968, galardonada con tres Premios Grammy.
También fue autora de bandas sonoras. Entre ellas, las de The Clockwork Orange y The Shining, dirigidas por Stanley Kubrick, y la de Tron, dirigida por Steven Lisberger.
Wendy empezó a tocar el piano a los seis años. En su educación académica pasó por la Brown University (Rhode Island), donde estudió música y física, y la Universidad de Columbia (Nueva York), donde obtuvo un máster en música. En Columbia fue alumna del pionero de la música electrónica Vladimir Ussachevsky.
Desde 1962 reside en Nueva York. Conoció a Robert Moog y fue una de sus primeros clientes, sirviendo de ensayo para el posterior desarrollo del sintetizador Moog modular. Hacia 1966 Carlos conoció a Rachel Elkind, con quien forjó una relación profesional duradera.
La historia tras el sintetizador analógico Moog
El sintetizador analógico Moog (1964) fue diseñado por el ingeniero neoyorkino Robert Moog (fallecido en 2005). Fue, sin duda, el arma musical que llenó los pentagramas de futurismo y modernidad. La masificación de su uso marcó uno de los grandes momentos bisagra en la historia de la música.
Switched-On Bach apareció en 1968 y tuvo un éxito sin precedentes. Rápidamente alcanzó el número 10 en la lista Billboard y en 1970 ganó los premios Grammy al Mejor Álbum Clásico, Mejor Interpretación Clásica y Mejor Grabación Clásica. En 1974 el disco ya había vendido más de un millón de copias.
El sintetizador creado por Robert Moog fue validado como un instrumento, a la par de un violín o un piano. Su “estatus” cambió para siempre y también el de su creador. En mayor o menor medida, el género pop ha incorporado muchos de los sonidos procedentes de la música electrónica.
¿Pero a quién le debemos que Moog terminase investigando en el campo de la música electrónica? A la creación de otro pionero, Lev Termén, nacido en 1896, también conocido como Léon Theremin.
El Moog adolescente, sentía auténtica fascinación por el “theremin”, instrumento electrónico creado por el inventor ruso en 1919.
Esta fascinación le llevó a construir sus propias versiones y decidió crear (a la edad de 19 años) una pequeña empresa con su padre, R. A. Moog Co., para vender los “theremines” que él mismo construía. Moog siempre afirmó que su primer amor fue el theremin y que gracias a él inventaría más tarde el sintetizador Moog.
La friolera de 210 años son los que un humanoide necesitaría para poder reproducir los sonidos creados por Robert Moog, unos 7 millones. Esta afirmación fue realizada por una revista especializada en ciencia y tecnología.
La importancia de 'Switched-On Bach' para Wendy Carlos
Se trata de una selección de obras de J. S. Bach recreadas e interpretadas en el sintetizador Moog por Wendy Carlos junto a Benjamin Folkman. Switched-On Bach era un salto al vacío en cierto sentido.
La infancia y adolescencia de Wendy Carlos estuvo marcada por la disforia de género. Fueron años de soledad y exposición a burlas de todo tipo. En el período universitario, su intento por adaptarse al mundo convencional teniendo citas con mujeres no prosperó. Es lo que contaba en las entrevistas que hizo.
En 1985 confesó en la revista People haberse sentido siempre una niña y no haber entendido nunca por qué sus padres la trataban como niño. Una situación especialmente compleja en la Nueva Inglaterra de 1940.
Pese a lo difícil y confuso de todo, su talento musical se caracterizó por una gran claridad. Escribió su primera composición a los 10 años. “Trío para clarinete, acordeón y piano”, al tiempo que cortaba madera y soldaba cables para construir un sistema de alta fidelidad para sus padres.
Esto la llevó a que en 1953, cuando pocas personas habían oído hablar del computador, con solo 14 años, ganara una beca para construir uno. Así fue desarrollando su particular gusto por juntar la electrónica y la música, lo que terminó por florecer en la universidad.
Con Otto Luening estudió en profundidad un repertorio tradicional. Sin duda, fue un aspecto determinante para cargar de originalidad su trabajo y mostrar una insólita madurez. Luening nació en 1900 y fue un compositor y director de orquesta germano-estadounidense, considerado uno de los primeros pioneros de la música electrónica de padres alemanes.
Las cintas de música de Luening, que incluyen A Poem in Cycles & Bells, Gargoyles for Violin & Synthesized Sound y Sounds of New Music, demostraron el potencial inicial de los sintetizadores. También de las técnicas de edición especiales para la música electrónica.
El disco Switched-On Bach es precisamente una obra en la que se conjugan perfectamente estos dos mundos. Adaptar en el Moog un repertorio antiguo (barroco en este caso) sin pretender hacer una fractura con la tradición, como era la norma de las experiencias que conocían, sino más bien recrearla, traer el pasado al presente, con sus reglas, y revertir de paso los clichés de vanguardias súper abstractas.
Las fobias de Wendy
Este destiempo en acontecimientos fundamentales de su vida, provocó en ella una fobia a ser vista en público y decidió recluirse en el estudio de su casa. A sus visitantes les decía que no estaba: ‘Yo los escuchaba desde arriba’, dijo a People. "Acepté la sentencia, pero era extraño tener la vida abierta por un lado y estar encerrada por el otro".
Cuando no tenía otra opción que exponerse en público, ya sea en apariciones televisivas o entrevistas, tomó la decisión de vestirse de hombre.
Rachel Elkind, cantante y productora que trabajaba para Columbia Records y con quien Wendy Carlos compartía un pequeño departamento en Manhattan, fue la pieza clave para que firmaran el contrato en 1968. El anticipo que le dieron a Carlos fue de solo 2.500 dólares (una cantidad muy pequeña entonces), pero optaron por compensarla con un porcentaje de las regalías que la venta del disco trajera.
Finalmente lanzaron el álbum en octubre de 1968 y Switched-On Bach se convirtió en un inesperado éxito comercial y de crítica. De la noche a la mañana, Wendy Carlos se transformó en una compositora de fama mundial, para bien y para mal.
Pese al choque que el disco generó, comenzaron a llegarle ofertas para tocar en todo EE.UU. y parte de Europa. Músicos como Stevie Wonder y George Harrison querían conocerla. El problema era, precisamente, que todos querían conocer a Walter Carlos (que era como había firmado el disco).
Especialmente dramático fue lo que ocurrió en 1969. Invitada a interpretar sus piezas electrónicas junto a la Orquesta Sinfónica de Saint Louis frente a una gran audiencia, el episodio se transformó en su peor pesadilla. Llorando en su habitación del hotel, Carlos le dijo a su productora que la aterraba subir al escenario.
Wendy Carlos demonstrates her Moog Synthesizer in 1970
Los tratamientos con estrógenos habían transformado su apariencia (ahora sí tenía aspecto de mujer) y le daba pánico la reacción de un público que esperaba a Walter Carlos y no a Wendy. Para salir de la angustiosa situación, antes de subir al escenario se puso una peluca de hombre, se pegó patillas postizas y pidió a un maquillador que le añadiera una incipiente barba en la cara. La actuación fue un éxito rotundo, pero para Carlos sería el fin de su carrera en vivo. Nunca más dio conciertos en público.
El gran éxito de Switched-On Bach le permitió a Carlos trabajar, entre otras cosas, con el cineasta Stanley Kubrick. Le pidió que escribiera la partitura para La naranja mecánica. Carlos terminó por convertir varias piezas de Purcell, Beethoven y Rossini en el soundtrack de la controvertida película.
En 1980, Carlos volvió a colaborar con Kubrick para El resplandor. Y aunque creó una banda sonora completa, Kubrick terminó por usar solo dos piezas musicales.
Pese a la exposición que podía tener con estos prestigiosos encargos, Carlos se las arreglaba para permanecer durante largos períodos en reclusión. Casi no tuvo contacto con otros músicos, ni tampoco con la industria de la música electrónica en la que ella había sido pionera. La transexualidad seguía siendo un gran tabú de la sociedad norteamericana.
En una entrevista de 1979 (para la revista Playboy), el periodista Arthur Bell se refiere a ella como un 'Fantasma de la Ópera' de los últimos tiempos. Carlos apareció por primera vez hablando como Wendy. Pero para la compositora, nada bueno salió de una publicación que ya desde su título (Walter/Wendy Carlos), no ponía el foco en su obra musical. De 15 páginas, había solo unos pocos párrafos dedicados a su música, lo que resultaba especialmente desconsiderado si se toma en cuenta que ya había lanzado ocho álbumes.
Así, su intento por regresar a la vida pública fracasó. Volvió a recluirse en su estudio. En 1982 le encargaron la banda sonora para la película de ciencia ficción Tron. Es sin duda uno de sus trabajos más conocidos. Entre bandas sonoras y discos propios, el aislamiento la llevó a desarrollar un particular pasatiempo: fotografiar eclipses solares en lugares remotos, como Siberia, Bali y Australia.
La última vez que se tuvo noticias de Wendy Carlos fue en una breve nota que ella publicó en su sitio web el año 2020. En ella, prevenía sobre el libro no autorizado de la musicóloga Amanda Sewell: “Wendy Carlos: A Biography”. Argumentaba que se trataba de una publicación basada exclusivamente en reseñas de otras entrevistas realizadas.
Por otra parte, escuchar la música de Wendy Carlos no es tarea fácil, porque sus grabaciones son difíciles de encontrar. Ella es dueña de casi la totalidad de su catálogo y se ha resistido a publicarlo en plataformas de streaming. “En toda mi vida, solo había visto a muy pocas personas que se adaptaran con tanta naturalidad a un instrumento como ella al sintetizador”. Fue simplemente un regalo de Dios.
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