
'Camino a la Meca', un verdadero desafío escénico entre Lola Herrera y Natalia Dicenta
Las actrices, madre e hija, ofrecen en el Teatro Bellas Artes un recital interpretativo junto al veterano Carlos Olalla
El jurista, académico, escritor, dramaturgo, y presidente de AMIThE, Javier López-Galiacho, ofrece a los lectores de elcierredigital.com su crónica de la obra “Camino a la Meca”.
Un desafío escénico entre Lola Herrera y Natalia Dicenta (madre e hija), que se representa en el Teatro Bellas Artes de Madrid hasta el domingo 27 de abril.
Por eso, volvimos al Teatro Bellas Artes, que regenta con éxito Jesús Cimarro. Para estar presentes en uno de los acontecimientos teatrales de la presente temporada, con llenos absolutos todos los días desde su estreno el pasado marzo.
Una obra que estará en cartel en Madrid hasta que eche el telón el próximo 27 de abril, antes de iniciar una segura y exitosa gira.
El éxito previo de público de esta obra se basa en una vieja receta de los grandes empresarios como es anunciar en cartel a una gran figura del teatro: Lola Herrera.

Si uno fuera empresario teatral, pensaría en convencer a los grandes del teatro para trabajar en mi sala. Por ejemplo, un Flotats, Pou, Carlos Hipólito, Manuel Galiana, José Luis Gómez, Gutiérrez Caba, los Merlo, Blanca Portillo, Machi y un puñado más, para encabezar el reparto y llenar, seguro, la sala.
Las colas de un teatro rara vez son por el texto, como así ha ocurrido hace poco en el Teatro Español con “Historia de una Escalera” del recordado Buero Vallejo.
Las colas se forman hoy en día por las figuras del teatro, que ya van quedando pocas con tirón. Una de ellas, la Herrera de Valladolid.
Regresa con esta obra a la escena la gran Lola Herrera, la más alta dama en activo del teatro español. Esta vez sí, con un buen texto del dramaturgo sudafricano Athol Fugard. Y con versión acertada del director argentino Claudio Tolcachir, junto a una atractiva escenografía del genovés Alessio Meloni, al que se lo rifan los grandes de la dirección en España.
Y decimos que ahora sí nos gusta el texto, porque en su día salimos algo decepcionados de la obra “Adictos”, con Lola en escena y el libreto de su otro hijo Daniel Dicenta.
Este texto de “Camino a la Meca”, en cambio, remonta de una excesiva planicie inicial, en el que cuesta enganchar al espectador, a un progresivo interés en lo que se dice y en lo que ocurre hasta un emotivo final.
La historia real de Helen Martins
Estamos ante la historia real. La de la escultora y artista sudafricana Helen Martins (en la obra 'Lola Herrera'), una mujer mayor que vive sola en un pueblo perdido de la Sudáfrica del apartheid.
Tras la muerte de su esposo, Helen comienza a decorar su casa y jardín con esculturas de cemento y vidrio, lo que provoca rumores y malestar en la comunidad. Vecinos que la critican por salirse de la norma social que se espera de una viuda.
Su comunidad religiosa, liderada por el “pastor” del pueblo Marius Byleveld (interpretado por un creíble Carlos Olalla), intenta que venda la casa y se vaya a una residencia.
Cuando parecía convencida para dejar la casa, aparece su impulsiva y libérrima amiga Elsa (perfecta en el papel Natalia Dicenta). Una joven maestra que viaja desde Ciudad del Cabo para convertirse en la conciencia acertada de Miss Helen.
Los temas principales que plantea este "Camino a la Meca" son la expresión artística como medio de libertad personal, la libertad y la autonomía personal en las decisiones, la amistad y la solidaridad; pero también temas candentes como el aislamiento y la soledad de los mayores. Junto a la opresión y discriminación, reflejando cómo las estructuras sociales pueden limitar la libertad individual.

Ahí está en el papel principal doña Lola Herrera, quien sigue en plena forma. Su voz, su dicción, es preciosa y llega suave.
Toda una vida sobre las tablas, sí, pero ese paso por el micrófono; primero en Radio Valladolid y luego en las radionovelas de Radio Madrid, le ha ido construyendo un tono de voz magistral. Venciendo esa moda que ya no se va de “microfonar”.
Además, como dice el maestro Manuel Galiana, y en favor de Lola, la veterana actriz siempre está concentrada en escena. Nunca pierde la acción, tenga o no la palabra.
También raya a gran nivel su hija Natalia Dicenta, cuyo padre fue otro de los buenos actores españoles, el recordado Daniel Dicenta. Un actor que tantos programas Estudio1 en TVE protagonizó. Hijo a su vez de otro grande como don Manuel Dicenta y nieto del dramaturgo Joaquín Dicenta.
La actriz Natalia Dicenta, espléndida
Si la madre está espléndida, la hija, Natalia Dicenta, no le anda a la zaga. Ambas nos han dejado una actuación para recordar. Denota una altísima madurez en escena, llenando de energía la escena y ofreciendo una lección de buenos matices en palabras, gestos y silencios.
Natalia es, siguiendo el símil taurino encaste “Herrera”. Lo es en el uso brillante de la palabra, pero también la línea actoral de los “Dicenta” le sale por los poros de la piel.
Una gran actriz que desborda energía desde que aparece llenando la escena de hombro a hombro. Ya desde que pisa el escenario se hace con el interés del público y eso es un don. Además, trabaja muy bien con el cuerpo y con esas cuerdas vocales que Dios le ha dado, dejándonos en un par de pasajes ramitos de romero de su talento en el canto.

Por su parte, Carlos Olalla da muy bien el papel del reverendo Marius, quien intenta reconducir a la rebelde Miss Helen. Se le nota a Olalla que ha toreado en todos los ruedos del teatro y, especialmente, del cine y de la TV.
Posee una bonita voz que le ha llevado al mundo del doblaje. Hay voces que se quedan, y quizá por eso en esa línea comentaban en los asientos contiguos que su voz la habían escuchado antes.
Fue una tarde noche de esas que antes se decían de reventa en el argot teatral. La Herrera sigue triunfando solo con anunciarse y, además, en esta ocasión en un mano a mano de altura con su hija Natalia. Con una interpretación corta, pero sólida del actor Carlos Olalla.
Al final de la obra Miss Helen resume a su amiga Elsi, que esa noche ha sido un desafío. Me gusta esa palabra: desafío. Pues eso, en esta obra asistimos a un desafío teatral de altura entre una madre y una hija que dan luz al teatro español. Para recordar.
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