
El baile español triunfa con Najarro y su 'Romance Sonámbulo': Innovación y belleza
El exdirector del Ballet Nacional de España logra aunar con maestría todos los estilos de la danza en su tributo a Lorca
El bailarín y coreógrafo Antonio Najarro (Madrid, 1975) ha triunfado en la capital de España con el estreno de su obra 'Romance sonámbulo', un ballet español en cinco cuadros sobre poemas de Federico García Lorca.
Najarro ha sellado con esta nueva obra en el Teatro Español de Madrid su impronta y su gran valor como coreógrafo dentro del mundo de la danza.
Un potencial que adquirió mucho antes de su etapa en el Ballet Nacional de España. Hay pocos directores hoy en día en la danza que sepan mover a los bailarines en escena como lo hace Najarro en 'Romance sonámbulo'.
En los cinco cuadros del espectáculo no deja ni una sola nota sin coreografiar. Quizá recordando a otro gran director del Ballet Nacional como lo fue José Antonio.

Precisamente, este savoire faire, que dirían los franceses -no hay duda que este espectáculo va a triunfar en el país vecino-, lo terminó de conformar en el Ballet Nacional de España, donde estuvo como director desde el 2011 hasta el 2019. Fecha en la que sustituyó otro gran maestro de la danza española como Rubén Olmo.
Este 'Romance Sonámbulo', la nueva creación de Antonio Najarro, es una obra de gran belleza y solidez artística. Qué, siempre acompañada de los poemas de Federico García Lorca, logra aunar y reunir con maestría todos los estilos de la danza española. La fusión entre poemas, música y movimiento alcanza nivel, armonía y belleza.
Los bailarines interpretan la coreografía de Najarro con absoluta naturalidad al compás de la composición musical, sin dejar resquicio ni pausa innecesaria. Logra mantener así la emoción de principio a fin.

Antonio Najarro siempre se ha distinguido por su sensibilidad a la hora de mover a los bailarines sobre el escenario, pero en esta obra se percibe, además, la madurez artística. Una madurez que aporta el recorrido de una trayectoria ya sólida y coherente. Su dirección coreográfica brilla por su fluidez y rigor técnico dentro del mundo de la danza.
Cada aspecto del montaje ha sido cuidado con esmero: desde la elección del elenco y los músicos en directo, hasta el vestuario y la estética visual, donde cada detalle contribuye a la creación de una atmósfera de belleza, fuerza y poesía.
Cabe destacar, dentro un todo armonioso, el tercer cuadro del espectáculo. El llamado 'Conjuro'. Aquí el papel de los jinetes heridos (bailado por Izan Soriano, Alejandro Lara, Javier Moreno y Alvaro Madrid) es una fotografía escénica propia del joseantoñismo, llena de belleza y armonías en cuadros ideados en su día por este maestro de la danza.
Mención especial también requiere el grupo de músicos, con José Luis Monton a la guitarra, Thomas Potiron al violín, Juan Carlos Aracil a la flauta y Josué Barrés a la percusión.
Un cuartero que mantiene viva la obra en sus 75 minutos de duración, sin bajar un solo escalón. Con una gran uniformidad y salvando en ocasiones algún que otro pequeño fallo propio de un estreno de una obra de tanto calibre.

Como el de la cantaora María Mezcle, que comenzó quizá en un tono flojo y con falta de ese pellizco más flamenco, pero que fue cogiendo impulso hasta llegar a cantar unas saetas de gran pureza, demostrando su valía.
Para algunos soñadores del flamenco puro nos recordó, en algún pasaje, a esa cantaora que durante años fue la gran voz flamenca del Ballet Nacional de España, Ana Ramón.
Y en esta fusión de cante, música y baile brilla en el papel de Lorca (el bailarín Daniel Ramos), correcto y completo en todas sus versiones.
Pero, sobre todo, luce y destaca la bailarina María Fernández, una joven artista a la que hay que seguir. Con sus movimientos, y el trazado largo y eterno de sus manos y brazos, nos recuerda también a otra grande del Ballet Nacional de España, Lola Greco.

No hay duda que Najarro ha dado un golpe de innovación y belleza en la mesa con su 'Romance Sonámbulo'. Junto a él hay que destacar la ayuda del reconocido dramaturgo Alberto Conejero (Jaén, 1978).
Ambos han conseguido una pletórica luna lorquiana, de movimientos extraordinariamente cuidados y ejecutados que llenan el escenario con su plasticidad y belleza. Y que quizá esperan todavía cierta madurez... pero que no desmerecen en absoluto.
'Romance sonámbulo' es una obra que confirma, una vez más, la visión de Antonio Najarro como uno de los mejores coreógrafos de la danza española contemporánea. Y, además, en algo muy difícil: Fusionar y aunar todos los estilos del baile español.
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